sábado, 21 de septiembre de 2019

La enfermedad del olvido


La enfermedad del olvido, el Alzheimer (EA), también denominada demencia senil de tipo Alzheimer (DSTA) o simplemente alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales (tales como las capacidades cognitivas superiores), a medida que mueren las células nerviosas (neuronas) y se atrofian diferentes zonas del cerebro. La enfermedad suele tener una duración media aproximada —después del diagnóstico— de 10 años, aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la enfermedad al momento del diagnóstico. 

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad, aunque también en raros casos puede desarrollarse a partir de los 40 años. Los síntomas de la enfermedad como una entidad nosológica definida fueron identificados por el psiquiatra alemán Emil Kraepelin, mientras que la neuropatología característica fue observada por primera vez por el psiquiatra y neurólogo alemán Alois Alzheimer en 1906.Así pues, el descubrimiento de la enfermedad fue obra de ambos psiquiatras, que trabajaban en el mismo laboratorio. Sin embargo, dada la gran importancia que Kraepelin daba a encontrar la base neuropatológica de los desórdenes psiquiátricos, decidió nombrar a la enfermedad Alzheimer en honor a su compañero.

Por lo general, el síntoma inicial es la inhabilidad de adquirir nuevos recuerdos, pero suele confundirse con actitudes relacionadas con la vejez o el estrés. Ante la sospecha de alzhéimer, el diagnóstico se realiza con evaluaciones de conductas cognitivas, así como neuroimágenes, si están disponibles. A medida que progresa la enfermedad, aparecen confusión mental, irritabilidad y agresión, cambios del humor, trastornos del lenguaje, pérdida de la memoria de corto plazo y una predisposición a aislarse a medida que declinan los sentidos del paciente. Gradualmente se pierden las funciones biológicas, que finalmente conllevan a la muerte. El pronóstico para cada individuo es difícil de determinar. El promedio general es de siete años, menos del 3% de los pacientes viven más de 14 años después del diagnóstico. 

La causa de la enfermedad de Alzheimer permanece desconocida, aunque las últimas investigaciones parecen indicar que están implicados procesos de tipo priónico. Las investigaciones suelen asociar la enfermedad a la aparición de placas seniles y ovillos neurofibrilares. Los tratamientos actuales ofrecen moderados beneficios sintomáticos, pero no hay tratamiento que retrase o detenga el progreso de la enfermedad. No obstante, casos preliminares de asociación de demencia por Alzheimer con la enfermedad celíaca mostraron la mejoría con el seguimiento de una dieta sin gluten. 

Para la prevención del alzhéimer, se han sugerido varios hábitos conductuales, pero no hay evidencias publicadas que destaquen los beneficios de esas recomendaciones, incluyendo la estimulación mental y la dieta equilibrada. El papel que juega el cuidador del sujeto con alzhéimer es fundamental, aun cuando las presiones y la demanda física de esos cuidados pueden llegar a ser una gran carga personal. 

El Día Internacional del Alzheimer se conmemora el 21 de septiembre, fecha elegida por la OMS y la Federación Internacional de Alzheimer, en la cual se llevan a cabo actividades en diversos países para concienciar y ayudar a prevenir la enfermedad. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó en 2015 su Primera Conferencia Ministerial de la OMS sobre la Acción Mundial contra la Demencia. 

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores. La demencia es un trastorno cerebral que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias. 

El Alzheimer comienza lentamente. Primero afecta las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje. Las personas con el mal pueden tener dificultades para recordar cosas que ocurrieron en forma reciente o los nombres de personas que conocen. También afecta gravemente la capacidad de llevar a cabo sus actividades diarias. 

Un problema relacionado, el deterioro cognitivo leve, causa más problemas de memoria que los normales en personas de la misma edad. Muchos, pero no toda la gente con deterioro cognitivo leve, desarrollarán Alzheimer. 

Con el tiempo, los síntomas del Alzheimer empeoran. Las personas pueden no reconocer a sus familiares. Pueden tener dificultades para hablar, leer o escribir. Pueden olvidar cómo cepillarse los dientes o peinarse el cabello. Más adelante, pueden volverse ansiosos o agresivos o deambular lejos de su casa. Finalmente, necesitan cuidados totales. Esto puede ser muy estresante para los familiares que deben encargarse de sus cuidados. 

El Alzheimer suele comenzar después de los 60 años. El riesgo aumenta a medida que la persona envejece. El riesgo es mayor si hay personas en la familia que tuvieron la enfermedad. Ningún tratamiento puede detener la enfermedad. Sin embargo, algunos fármacos pueden ayudar a impedir por un tiempo limitado que los síntomas empeoren. Pero, podemos adoptar algunas prácticas que reducen las posibilidades de desarrollar esta grave enfermedad. 

El aumento de la esperanza de vida ha multiplicado en las últimas décadas los casos de alzhéimer diagnosticados. Según la Sociedad Española de Neurología, cada año se diagnostican 40.000 nuevos afectados. Actualmente, en nuestro país se calcula que hay más de un millón de personas que sufren Alzhéimer, afectando al 5% de la población mayor de 60 años, al 20% de los mayores de 80 años y al 30% de los mayores de 90 años. 

Unas cifras que, según la Organización Mundial de la Salud, que hoy conmemora el Día Mundial contra el Alzhéimer, seguirán disparándose en los próximos años a causa del envejecimiento poblacional. 

Aunque se trata de una enfermedad cuyas causas son fundamentalmente el producto de la interacción de mecanismos genéticamente determinados con factores evolutivos propios del individuo o consecuencia de su interacción con el medio, existen una serie de hábitos que ayudan a minimizar el riesgo de sufrirla o, al menos, a retrasar su aparición. 

Hacer deporte… Los niveles más altos de actividad física diaria pueden proteger contra el deterioro cognitivo y la neurodegeneración (pérdida de tejido cerebral) causada por la enfermedad de Alzheimer. Los expertos recomiendan el ejercicio físico moderado al menos tres veces a la semana. 

Alimentación sana… Una dieta equilibrada y saludable es fundamental para minimizar los riesgos de sufrir la enfermedad. Varios estudios ponen especial énfasis en la necesidad de seguir una dieta rica en ácidos grasos omega 3 y vitaminas. 

Ejercitar el cerebro… Al igual que debemos que tener una buena rutina de ejercicio físico tenemos que mantenerla con nuestro cerebro. Servirá para evitar, o al menos retrasar, la aparición del Alzheimer. Todo es válido. Leer, aprender un idioma, hacer crucigramas o sudokus, apuntarse a un curso, hacer cálculos matemáticos, todo lo que haga a nuestra mente esforzarse es positivo. 

Eliminar el tabaco… El tabaco es origen o potenciador de tantas enfermedades que habría que erradicarlo de nuestra vida de manera fulminante. En el caso del Alzhéimer, su influencia es notable. En este sentido, los estudios señalan que las personas fumadoras tienen un riesgo un 45 por ciento más alto de sufrir demencia. 

Proteger nuestra cabeza… Estudios científicos han demostrado que las personas que han sufrido un traumatismo craneoencefálico grave tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer cuando llegan a los 60-70 años, aunque el golpe se haya producido durante la juventud y se hayan recuperado perfectamente del traumatismo. Así que es importante proteger nuestra cabeza para evitar golpes. 

Todos conocemos algún caso de familiares y sabemos lo que supone para la familia. Es duro ver como tus padres no te reconocen, pero te cuentan sobre su infancia, sus juegos y canciones de niños. Es como si tuvieras un niño que necesita de cuidados, pero en lugar de aprender, cada día ves que van desaprendiendo todos sus conocimientos. Da lo mismo el trabajo que hayan desarrollado durante su vida, pasa igual en aquellos que han trabajado el campo, como si han sido médicos, artistas, intelectuales, arquitectos… 

Mientras unos tratan de olvidar otros luchan por recordar. El alzhéimer borra la memoria no los sentimientos. El alzhéimer golpea el cerebro del enfermo y el corazón de los familiares. 

Fotografía: Internet

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