viernes, 27 de septiembre de 2019

El desencanto

Había una vez un hombre que nunca había tenido ocasión de ver el mar. Vivía en un pueblo de interior, a muchos kilómetros de la costa y se lamentaba de no poder ver esa enorme masa de agua que le llamaba tanto la atención. Un buen día se hizo una promesa: «No voy a morir sin ver el mar».
Decidido a cumplir su deseo buscó otro trabajo, además del habitual con el fin de ahorrar el dinero necesario para pagarse el viaje hasta el primer pueblo con mar. Fueron meses difíciles hasta que, por fin consiguió reunir lo suficiente para hacer su ansiado viaje. Entusiasmado y lleno de ilusión, cogió un tren que le llevó hasta la costa. Una vez allí, se fue directo hacia la playa y observó enmudecido el maravilloso espectáculo: «¡Qué olas tan bellas! ¡Qué espuma tan hermosa! ¡Qué agua tan azul!».
Se acercó hasta la orilla, cogió un poco de agua con la mano y la llevó a los labios para saborearla. Entonces, desencantado pensó: «¡Qué pena que sepa tan mal con lo hermosa que es!»
A veces, ponemos tanto empeño y entusiasmo en conseguir algo que luego fácilmente nos decepcionamos si nuestras expectativas no son satisfechas.
Disfrutemos de lo positivo de cada momento y sabremos valorar cada pequeño logro; sólo así conseguiremos ser felices... 

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