miércoles, 7 de marzo de 2018

Mujeres inventoras-descubridoras

Una mujer trabajando en un laboratorio de biomedicina.

Gracias a miles de mujeres luchadoras y trabajadoras, que arriesgaron por conseguir lo que se propusieron a pesar de las trabas y de las trampas impuestas por el sistema que han creado los varones. En ciencias y tecnología, las mujeres han hecho grandiosos descubrimientos, han sido pioneras, pero los varones se apoderaron de las patentes porque fueron registradas a nombre del padre, marido o hermano. Gracias a la inteligencia de miles de mujeres, la inteligencia es un don del ser humano, la sociedad dispone de avances que utilizan diariamente sin saber que fue idea de una mujer y cuyo mérito se lo llevaron varones. A continuación, algunos nombres de mujer y sus inventos:

Hedy Lamarr, inventora, precursora del wifi. ¿Pero esta no era una bellísima actriz de Hollywood? Sí, y también ingeniera de telecomunicaciones. Lamarr ideó junto al compositor George Anthiel el Spread Spectrum, un sistema secreto de comunicaciones inalámbricas para guiar a los torpedos por medio de radiofrecuencias y combatir así a los navíos y submarinos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Solo llegó a utilizarse en la crisis de los misiles de Cuba en 1962, pero lo asombroso, recuerda la autora, es que este invento es el precursor del wifi actual.

Marie Curie, dos premios Nobel. Curie, química y física, polaca de nacimiento (de ahí su homenaje al nombrar el Polonio). Toda su vida estuvo ligada a la investigación en el campo de la radiactividad, con la identificación del Polonio (Po) y el Radio (Ra) como elementos químicos.

Ada Lovelace, la primera programadora informática. ¿Quién dijo que la informática es cosa de hombres? ¿Por qué hay tan pocas chicas matriculadas en las carreras técnicas? Es difícil responder cuando, precisamente, una mujer fue la primera programadora informática de la Historia. Ada, matemática y poeta, hija del famoso Lord Byaron. En sus Notas de 1834 sobre la máquina analítica de Charles Babage se halla el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina.

Stephanie Kwolek, la «madre» del Kevlar. El Kevlar es una fibra cinco veces más resistente que el acero, rígida e ignífuga. Es utilizada en la fabricación de artículos espaciales, cables submarinos, barcos, cascos y frenos de automóviles, prendas ignífugas y contra el frío, y chalecos antibalas para policías y militares.

Josephine Cochrane, el primer lavavajillas. Josephine celebraba numerosas fiestas en su casa familiar de Shelbyville (Illinois), pero cada convite acababa con su hermosa vajilla de porcelana china que lavaban los sirvientes, así que Cochran decidió buscar una solución, y la solución fue inventar el lavavajillas, uno de los electrodomésticos que nos facilitan la vida.

Ángela Ruiz Robles, el e-book. es una de nuestras más insignes inventoras españolas y quizás también una de las más conocidas. Esta profesora y directora de colegio inventó, entre otras cosas, la enciclopedia mecánica, que está considerada como la precursora del libro electrónico o e-book.

Bette Nesmith Graham, inventó el Tipp-Ex. Bette fue una mujer sobresaliente no sólo como inventora. Esta norteamericana alcanzó el reconocimiento profesional más alto para una mujer del momento. A pesar de la oposición inicial de sus jefes, continuó utilizando una mezcla con base de pintura blanca para corregir los errores de la máquina de escribir que enseguida se hizo muy popular entre sus compañeros. Su empeño le llevó a explotar la marca Liquid Paper, que inicialmente se llamó «mistake out» (quita errores).

Grace Murray Hopper, «Amazing Grace», impulsora del lenguaje COBOL. Grace, militar y programadora, pronto la pusieron el apodo de la «Asombrosa Grace» por sus logros en el campo de la programación y su impecable carrera militar. Fue la primera programadora en manejar el revolucionario ordenador Mark I y participó de manera decisiva en el desarrollo del lenguaje COBOL, destinado a eliminar las incompatibilidades entre equipos en los primeros tiempos de la informática. Paradójicamente, Hopper recibió en 1969 el título de «Hombre del año» en computación.

Stephaie Kwolek, la química que sintetiza por primera vez el poliparafenileno teraftalamida. Su trabajo como química dio lugar al desarrollo de una fibra muy ligera y extraordinariamente resistente. Kwolek consigue sintentizar el Kevlar, utilizado hoy en la fabricación de chalecos antibalas, velas náuticas, neumáticos, cables submarinos o trajes ignífugos. El Kevlar puede ser hasta cinco veces más resistente que el acero.

Nettie Stevens, el sexo olvidado. La genetista realizó una exhaustiva investigación con insectos cuya principal conclusión revolucionaría el mundo de la ciencia: son dos tipos de cromosomas, el X y el Y, los que determinan el sexo de un ser vivo, algo que a principios del siglo XX era completamente desconocido. Stevens es una de las grandes biólogas y genetistas de la Historia.

De Mary Dixon Kies hay que decir que fue la primera mujer que, en 1.809 registró con su propio nombre un invento en la Oficina de Patentes y Marcas de EE.UU. Hasta entonces, lo más habitual era que los registros se pusieran a nombre de los maridos o un familiar varón.

Hay que tener en cuenta que, aparte de Marie Curie o Hipatia de Alejandría no son muchas las mujeres populares en la historia de la Ciencia. Sin embargo, sí abundan los casos de las que han sido flagrantemente ninguneadas, han tenido que luchar contra el sexismo o trabajar en condiciones miserables para que al final, después de tanto esfuerzo, sus descubrimientos fueran atribuidos a sus colegas masculinos ¡e incluso a sus maridos! El número de investigadoras premiadas con un Nobel desde que los galardones comenzaran a entregarse en 1901 no llega a la veintena y la razón no solo se encuentra en que menos féminas accedan a carreras científicas, sino también a los criterios muy discutibles de la Academia Sueca a lo largo de los años.

Incluso, un libro recoge las creencias y teorías científicas sobre las féminas que las han ninguneado o condenado al ostracismo a lo largo de la Historia. No cabe duda de que la teoría de la evolución del naturalista británico Charles Darwin (1809-1882) sentó las bases de la biología como ciencia y que su publicación supuso una auténtica revolución social, pero el famoso viajero del «Beagle» también fue reo de la época victoriana que le tocó vivir, al menos en lo que respecta a su más que cuestionable visión del sexo opuesto. Las ideas evolucionistas fueron utilizadas para «convencer de la inferioridad intelectual y social de la mujer», cuentan S. García Dauder, docente de Psicología Social en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), y Eulalia Pérez Sedeño, profesora de Investigación en Ciencia, Tecnología y Género del CSIC, en su libro «Las 'mentiras' científicas sobre las mujeres» (Catarata). «Darwin estaba convencido de la diferencia mental entre los dos sexos y del sometimiento del sexo 'débil' al fuerte». Para Darwin, en el ser humano, los rasgos masculinos son los que generalmente se asocian con grados superiores de perfección, como el coraje, la energía, la razón y la imaginación, mientras que las mujeres son más intuitivas e imitativas. Además, «gastan mucha energía en la formación de óvulos» y tienen instinto maternal, por lo que están mejor confinadas a la esfera privada.

Algunos estudios han indicado que los cerebros femenino y masculino son diferentes. Efectivamente, existen algunas disparidades, como que los hombres tienen una amígdala mayor o un cerebro un 11% más grande, o que ellas tienen más materia gris, etc. Sin embargo, las diferencias cerebrales entre los miembros del mismo sexo suelen ser superiores a las que hay entre los dos sexos. Un estudio de la Universidad de Tel Aviv publicado hace algunos años en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) puso en cuestión estas diferencias. El equipo midió el volumen de materia gris y el de materia blanca y obtuvo datos de imágenes con tensor de difusión que muestran cómo la materia blanca se extiende por todo el cerebro conectando las diferentes partes. Aunque encontraron ligeras diferencias entre mujeres y hombres, había un solapamiento importante entre ambos sexos. Lo que descubrieron es que los cerebros humanos están formados por 'mosaicos' únicos de rasgos, algunos más comunes en las mujeres comparados con los hombres, otros más comunes en los varones y otros comunes a todos. De esta forma, concluían que los cerebros humanos no se pueden categorizar en dos clases distintas: cerebro masculino y femenino. Es decir, que las mujeres no están condenadas por su condición a ser incapaces de leer un mapa, ni ser hombre incapacita para escuchar.

La desigualdad entre hombres y mujeres no es algo nuevo. De hecho, personalidades de todos los siglos han reflexionado sobre ella y han querido aportar su granito de arena a la concepción del rol femenino desde otro punto de vista.

La verdadera igualdad significa que todos rindan cuentas de la misma manera, sin importar género sino hechos y acciones. En el mundo que habitamos no estás tú ni yo, estamos nosotros, de nosotros depende seguir construyendo un mundo mejor, en igualdad y solidaridad.

Fotografía: Bill Dickinson, cc.

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