A través de los tiempos, las mujeres han sufrido una y mil veces una injusta ‘Damnatio Memoriae’ para mantener como válidas las teorías que nos hacían inferiores a los hombres. Esta ‘condena de la memoria femenina’ debe desaparecer.
En todos los campos, a pesar del machismo, la mujer ha demostrado su capacidad y valía, y en la historia el papel de la mujer ha dejado un sello imborrable de sabiduría y buen hacer. La historia se escribe en femenino, aunque el varón se haya esforzado por poner obstáculos e impedir el acceso a estudios y puestos de trabajo.
Sangre, sudor y lágrimas le ha costado a la mujer alcanzar el lugar que le corresponde, pero ¿por qué tienen que luchar? Porque los varones que llamaron ¡mamá! a una mujer, cuando crecen se creen que su fuerza bruta les sirve para atropellar y avasallar a quién tiene menos fuerza física. La vida no es una lucha, la vida es para vivirla y gozarla, pero los varones quieren que la mujer sienta la vida como un castigo. Y así es para más de las tres cuartas partes del mundo que viven con el enemigo en casa. En una cuarta parte del mundo, puede, que la mujer haya conseguido ciertos derechos, los han ganado luchando hasta dar la vida por ello. Asfixiada no se puede vivir; una medalla de diamantes para cada heroína de esta lucha por los derechos usurpados.
La mujer es especial, y el don que posee es un don sobrenatural. La mujer es la madre de toda la humanidad. Mujer es igual a vida. Mi homenaje a todas las mujeres del mundo; en primer lugar, a mi madre, una mujer grande e intachable, y a millones de mujeres anónimas que día a día trabajan para que el mundo sea más humano y mejor. A las mujeres ilustres y reconocidas en diferentes facetas: en las letras, las artes, la ciencia, la política, la investigación; escritoras, políticas, científicas, maestras, médicos, aristócratas, políticas, cantantes, pintoras… Y todas las tareas que conlleva el hogar, que no se valora porque ‘eso le toca a la mujer’, trabajar sin cobrar como cocinera, cuidadora, enfermera, lavadora, limpiadora, planchadora etc., lo que se denomina, ‘Gestora del Hogar’, lo que es lo mismo, la chacha de la casa.
En la actualidad, el mundo está poblado por más de 7.200 millones de habitantes, pues, esa población ha nacido de mujer. Si la mitad somos mujeres, es decir, unas 3.600 millones, ¿cómo no se nos ve, ni se nos escucha? ¡Increíble!
España cuenta con grandes mujeres valientes e influyentes, que de no ser por ellas la historia sería otra. Dios, cuando creo la mujer, la pensó como prolongadora de su obra de creación. La humanidad está garantizada porque la mujer se encarga de engendrar vida en la tierra de generación en generación. Lo que es lo mismo: Dios la creó desde su amor para fecundar el amor.
¡Mujeres! Dios nos dio la bendición de haber nacido mujer. Puso en tu mente sabiduría, en tu alma fortaleza y en tu corazón ternura, sensibilidad y sentimientos. Yo doy gracias por ello. Oración por la mujer:
Gracias, Dios Padre Bueno, por el amor que nos tienes;
porque nos has creado a tu imagen y semejanza
en la condición de varón y mujer;
para que, reconociéndonos diferentes,
busquemos complementarnos:
el varón como apoyo de la mujer
y la mujer como apoyo del varón.
Gracias, Padre Bueno, por la mujer y su misión en la comunidad humana.
Te pedimos por la mujer que es hija:
que sea acogida y amada por sus padres,
tratada con ternura y delicadeza.
Te pedimos por la mujer que es hermana:
que sea respetada y defendida por sus hermanos.
Te pedimos por la mujer que es esposa:
que sea reconocida, valorada y ayudada por su esposo,
compañero fiel en la vida conyugal;
que ella se respete y se dé a respetar,
para vivir ambos la comunión de corazones y anhelos
que se prolongan en la fecundidad de una nueva vida humana,
participando así en la máxima obra de la creación: el ser humano.
Te pedimos por la mujer que es madre:
que reconozca en la maternidad el florecimiento de su feminidad.
Creada para la relación,
sea sensible, tierna y abnegada en la educación de cada hijo;
con la dulzura y la fortaleza,
la serenidad y la valentía,
la fe y la esperanza
que van forjando la persona, el ciudadano, el hijo de Dios.
Te pedimos por las mujeres buenas y generosas
que han entregado su vida para realizar la nuestra.
Te pedimos por las mujeres que se sienten solas,
por las que no encuentran sentido a su vida;
por las marginadas y usadas como objeto de placer y de consumo;
por las que han sido maltratadas y asesinadas.
Te pedimos, Padre Bueno, por todos nosotros,
varones o mujeres;
que nos sepamos comprender,
valorar y ayudar mutuamente,
para que fluya una relación amable y positiva,
y colaboremos juntos al servicio de la familia y de la vida.
Te lo pedimos por intercesión de la siempre Virgen María,
Mujer, Esposa y Madre Buena,
llena de fe humilde y valiente,
que nos acompaña, sostiene y conduce
a tu Hijo Cristo Jesús,
el cual vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Fotografía: Edwin Andrade.
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