‘La vida es la constante sorpresa de saber que existo’. Si tomáramos conciencia de qué es vivir y qué sucede cada día en nuestra vida, seguramente la vida se nos llenaría de sentido y contenido. Yo creo que todo nos está predestinado. Nacemos en un lugar, en mi caso en Gran Canaria, una isla casi redonda flotando en el océano Atlántico. Vi la luz primera en la cumbre de la isla, abrigada por montañas y rodeada de gente sencilla y buena. Mi isla está en un planeta con un cielo azul y verdes bosques que gira y gira alrededor del sol en el universo infinito.
Poseo un corazón que late imparable para que yo siga disfrutando de una mente abierta al universo. Pero la vida, milagrosamente la emana el alma inmortal que me habita. Vivo vestida de piel para cubrir un alma que me ha acompañado desde el principio de los tiempos. Respiro y huelo la fragancia de la vida y me nutro de su esencia. Escucho los mil sonidos de la naturaleza y las voces de los que me voy encontrando en el camino. Saboreo cada segundo que me alimenta y me emociona todas las miradas que me encuentro en este maravilloso viaje que construyo a cada instante. Cuando vine no traje nada y cuando regrese me llevaré lo bueno que he compartido. He compartido puestas de sol, miradas, ilusiones, besos, sonrisas, consejos, abrazos, palabras de aliento y también dolor, lágrimas, tristeza, soledad, abandono, amargura, desesperación y palabras hirientes, pero todo me ha ayudado a crecer, a comprender, a tener paciencia y albergar esperanza.
Dicen que desde que naces ya empiezas a morir, así es, naces para morir. Vamos viviendo y cumpliendo años y la cuenta de los años son importantes: Cuando cumples un año, cuando llegas a los quince, a los dieciocho, la mayoría de edad, aunque en mi época era a los veintiuno. Los años cuentan y brindan oportunidades para formarte, para conseguir objetivos y para crecer como persona. Realmente, deseas cumplir años para tener la edad de alcanzar las metas que te propones: Terminar una carrera para buscar trabajo, para casarte y tener hijos, para criarlos y educarlos… En esto, te das cuenta que los años se han ido volando y tú llegas a la edad de jubilación. Sí, los sesenta y cinco años te llenan de júbilo, por eso piensas que es la edad para vivir y disfrutar, pero, puede suceder que no te lo puedas permitir, bien, porque tus hijos te cargan responsabilidad o porque el cuerpo ya comienza a resentirse por el desgate del camino y de los avatares del día a día.
Pero, lo importante es llegar a la edad de jubilación con los valores innatos activados…
Una mente abierta para comprender.
Un corazón dispuesto para perdonar.
Unas manos extendidas para ayudar.
Un espíritu noble para agradecer.
Un alma sin restricciones para amar.
La vida hay que vivirla sosegadamente, porque la vida está hecha de millones de momentos vividos de mil maneras diferente: Unos momentos observando para aprender, otros en silencio para domeñar y reflexionando para corregir. Algunos buscando el amor, la paz y la armonía. Otros sobreviviendo, pero no hay momento más pleno que aquél en el cuál descubrimos que la vida, con sus alegrías y sus penas, debe ser vivida intensamente, por eso:
Cada día brindo y agradezco…
Por las noches que se vuelven mañanas.
Por los amigos que se volvieron familia.
Por los sueños que se han hecho realidad.
Por los padres que he tenido.
Y por la vida que me ha dado Dios.
Agradezco por todo lo recibido
y por todo lo que aún está por llegar…
¿Qué quiero para mi vida? Decía, Albert Einstein que hay sólo dos formas de vivir la vida: una, como si nada fuese un milagro; la otra, como si todo lo fuese. No hay nada más grande que vivir desde la fe. Creer es tomar conciencia de mi insignificancia, por eso, al llegar la noche mi espíritu se eleva, porque presiento que al cerrar mis ojos los ángeles vuelan presurosos a cuidar mis sueños y me recuerdan, que lo más preciado para Dios, es mi existencia. Sé que los ángeles se aparecen de distintas formas en tiempos difíciles para echarnos una mano… Anoche en mis sueños, una voz desde las estrellas me decía: Deseo que los ángeles te guíen y acompañen y te abran todas las puertas, limpie tus caminos y llene de luz, paz y amor tus pasos, tus pensamientos y cada latido de tu corazón, para que tu vida se llene de esperanza y alegría.
En nuestra vida, sin duda alguna, según van pasando los años nos vamos enriqueciendo en experiencias y aprendiendo a superar todo tipo de anécdotas y situaciones que se nos cruzan en el camino. Día a día caemos y nos levantamos y a fuerza de errores vamos adquiriendo el conocimiento necesario para encaminar nuestros pasos. No siempre acertamos en la toma de decisiones, por eso muy poco a poco vamos aprendiendo a salir por nosotros mismos de todos y cada uno de esos inconvenientes que nos obliga a avanzar a tropezones. Las piedras forman parte del camino, lo malo es cuando alguien malintencionado te las pone para darse el gusto de verte caer. Esas piedras me harán tropezar, pero intentaré no caer. Por eso mismo no podemos borrar la sonrisa de nuestro rostro.
Tenemos momentos de debilidad y nos quejamos, pero las ganas de vivir y de disfrutar de lo que nos ofrece la vida, nos llena de ilusión y alegría; la esperanza brilla y se encienden los sueños. Soñar es gratis y cuando fallan las personas tienes el universo a tus pies.
Celebrar la vida es sentirte vivo prendido a tus raíces y unido a todos los que quieres y te quieren. Celebrar la vida con la satisfacción de haber aprendido durante el camino. Celebro la vida por todo aquello que he recibido y por lo que yo he ofrecido. Celebrar la vida con el merecido triunfo de la conciencia tranquila. Por estos motivos y por muchísimos más celebro la vida en los años vivido y por todo lo que me falta por descubrir; por todo el amor ofrecido y por todo el cariño que he recibido, celebro y brindo cada día.
Quién pasó por nuestra vida y dejó luz, ha de resplandecer en nuestra alma toda la eternidad. Gracias a Dios y a mis padres soy la que soy; gracias a ellos tengo vida y la vivo. Gracias vida, eres la única responsable de que yo en estos momentos me encuentre rememorando con la mirada puesta en el horizonte, impulsada por lo que he vivido y lo que he aprendido, porque mi ayer pone luz en mi mañana. En la vida los momentos felices se suceden como los tristes, y a medida que se suceden, no nos afectan con la misma intensidad, porque nos vamos curtiendo y sensibilizando al mismo tiempo.
Tú, vida mía, logras siempre ponerme contenta, porque siempre me ofreces una razón para ello, aunque también me desconciertas, porque eres intensa la mayoría de las veces y contradictoria en otras; unas veces pareces estar a mi favor y otras en contra, pero, ya nos vamos conociendo y aceptando y a estas alturas, ya nos tenemos cariño. Cuento contigo, así lo quiere el Creador, eres lo único que poseo y no habrá nada ni nadie que me pueda separar de ti. Tú y yo somos un solo cuerpo, mortal, y una sola alma, inmortal, y en el alma la vida permanecerá por siempre. Por eso te quiero tanto y te agradezco tanto ¡vida! porque nadie se puede entrometer y nadie puede intervenir, nadie te puede cambiar, somos obra de Dios. Sólo Él, es parte de esta sociedad que hemos fundado tú y yo.
Dios quiso que a través de mis padres fuera habitante del mundo. El destino nos pone al lado de personas para ayudarnos a vivir, pero cuando la envidia y la mentira se interpone, el destino se aparta en espera que aflore la verdad. 'Los barcos no se hunden por el agua que los rodea, se hunde por el agua que entra en ellos... No permitas que lo que sucede a tu alrededor se meta dentro de ti y te hunda'. Lo bueno vivido está en nuestro corazón, por siempre, pero lo malo deja heridas, que aunque se curen quedará la cicatriz. Yo creo que el destino nos acerca a las personas para que nos amen y las amemos, y todas aquellas que hacen que soltemos una sonrisa tienen un lugar en nuestro corazón.
Aunque las relaciones no siempre son fáciles, cuando cada cual quiere imponer su posverdad, pero verdad no hay más que una. Lo malo es, que esos desencuentros rompen relaciones, pero la vida hay que seguirla viviendo... La mejor arma, es el amor. El escudo más fuerte, la sonrisa. La fuerza más grande, la mente. El regalo más grande, la vida. A ti, vida mía, te digo que eres el mayor tesoro que he podido poseer nunca, que eres la única cosa que jamás voy a permitir que me arrebaten con malas artes. Eres la única razón de mi existir y no estoy dispuesta a caer, por eso pido la protección del cielo, y te aseguro que siempre tendré cuidado contigo y te ofreceré todo lo que esté a mi alcance, para ti toda mi ilusión y toda mi esperanza.
Poseo un gran saco lleno de agradecimientos; por las facilidades que me has dispensado para que aprendiera, por alimentar mis ánimos para que no estuviera débil, por llenarme siempre de sorpresas, por incitarme a poder descubrir nuevas cosas, porque nunca has dejado que decaiga y por toda esa cantidad de amor y felicidad que siempre me has brindado en bandeja de plata. Te prometo que te llenaré de cosas positivas, de alegría, de buen humor y de muchos colores, a pesar de los nubarrones y de las tormentas yo seguiré poniendo una sonrisa. Sonriendo llegué a esta vida y con la sonrisa me quiero marchar..., cuándo Dios quiera.
Gracias vida,
por todo lo que me ofreces,
los campos siempre florecen
después de un frío invierno.
Lo que pasó como infierno
era una preparación,
para lucir el esplendor
de todo lo que está oculto,
aunque no parezca justo;
pongo mi fe en el amor.
Fotografía: Gabby Orcutt.
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