Por Teo Mesa.
Nuestra ciudad, El Real de Las Palmas, como así se llamó en sus orígenes fundacionales, sigue cumpliendo afortunados años. Ahora lo hace con la cifra indicada de 536 años del aniversario de su digna vetustez, desde que tuvo su semilla embrionaria el 24 de junio de 1478. Solo fue un arranque fortuito, porque su origen es la construcción de un campamento militar, que serviría de soporte logístico para la conquista total de la isla de Gran Canaria. Hecho histórico que aconteció en el año 1483. El asalto militar de la invasión de esta isla, con el siguiente propósito de anexionarse las demás islas Canarias, fue la primera de las gestas de ultramar que llevaran a cabo la recién iniciada monarquía de los Reyes Católicos (1469).Para este fin, hubo una real Providencia de Isabel la Católica, firmada en Sevilla, en mayo de 1478, que daba el plácet a la expedición colonizadora para que zarparan las naos y toda la marinería, en la conquista total de la isla de Gran Canaria y su evangelización católica, como también, se daba el permiso para la edificación de fortificaciones militares y de una catedral. Esta sería la primera vez que su reinado se aventura a la conquista de tierras de ultramar. Comenzando por Gran Canaria, ya que Lanzarote y Fuerteventura, habían sido anexionadas por los señores andaluces, Herrera y Peraza. Otro de las empresas era conquistar tierras africanas, en la búsqueda de oro, especias y marfiles.
En ese tiempo de conquista de la isla grancanaria es de señalar, que del lado peninsular estaban los destacados invasores, militares y religiosos: Juan Rejón, Pedro de Vera, obispo Juan de Frías, Deán Juan Bermúdez, Pedro de Algaba, Miguel de Mújica, etc. Y en el bando insular, estaban los líderes aborígenes, que debieron defender su tierra: Fernando Guanarteme, Maninidra, Artemis, Doramas, Adargoma, Guayarmina, Masequera, etc.
De este hecho histórico hizo un magnífico dibujo a lápiz, el joven dibujante Benito Pérez Galdós, en 1862 (antes de salir para Madrid), ilustrando el hecho histórico e imaginando un ambiente de entrega y sumisión pacífica entre los conquistadores y los resignados isleños, entre el mundo civilizado y la población aborigen canaria. Su título Historia de la conquista de Gran Canaria. Explica al pie del dibujo: «El capitán Pedro de Vera recomienda a Francisco de Mayorga y a su esposa, la educación de las princesas canarias Guayarmina y Masequera después de la rendición de las isleños el 29 de Abril de 1483». Este fue uno de los dos dibujos que Benito Pérez presentó en la Exposición Provincial de las Palmas en el año 1862, siéndole otorgada Mención Honorífica.
El nacimiento de la Villa El Real de Las Palmas, lo sería de una forma casual. No tenían en mente los conquistadores implantar o poner la simiente de una construcción urbana para que emergiera una ciudad. Esta se engendró a partir de aquella fortificación. En principio sería un lugar de protección de las tropas castellanas, para resguardo de los aguerridos aborígenes canarios, quienes debían proteger su tierra isleña de los invasores.
O sea, una fortaleza de seguridad para los colonizadores, sin la remota pretensión para que fuera el origen de la futura ciudad. Pero, que a raíz de ese asentamiento (provisional en principio), se fueron instalando los órganos de mando: civiles, religiosos y militares en sus rededores.
Para todas estas hazañas de ultramar, en el descubrimiento de nuevas tierra a orillas del océano Atlántico en la costa africana, y las demás islas aún no anexionadas, se requería de una base de tránsito, seguridad, reparaciones navales, escala, descanso y avituallamiento. El lugar geográfico en el océano Atlántico, estratégico y escogido por los mentores de la conquista, fue dedignada Gran Canaria, como la tierra idónea para estos menesteres, según el historiador Rumeo de Armas. Las islas menores no eran propicias para ofrecer una garantía de seguridad y fortificación militar, para emprender las hazañas de las travesías marinas.
Este bastión archipielágico canario en el Atlántico sería fundamental como primera escala, para el fondeo de las naves y avituallamiento, después de dejar suelo peninsular. Esta aventura conquistadora fue la apuesta que hicieran los reyes Isabel y Fernando. Pero la gran sorpresa estaría por llegar en octubre de 1492, con el descubrimiento del Nuevo Mundo, por el experto nauta genovés Cristóbal Colón.
El navegante y sus naos hicieron escala en Gran Canaria y en La Gomera. En los viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo: en el primero, segundo y cuarto, puso pie en la isla el navegante descubridor. En el segundo viaje llevó varios plantones de caña de azúcar, que germinaron en la recién conquistada, La Española. También se llevaron las retoños de plataneras, del primer monasterio San Franciscano de Asís, en el barrio de Triana, de nuestra capital.
Abreu Galindo, en la crónica que hace sobre la conquista de Gran Canaria, describe lo bien aderezados que militarmente estaba el capitán Juan Rejón, con toda la tripulación marinera, con seiscientos soldados y treinta caballos y víveres suficientes para la necesidades de todos los navegantes en la conquista. Se hicieron a la mar el 23 de mayo de 1478, desde el puerto de Santa María, en Cádiz.
El propósito primero del oficial Rejón era fondear en el puerto de Gando, Pero la expedición no llegó hasta dicha rada de Telde, anclando los navíos en el refugio natural de las Isletas. La mejor rada natural de toda la isla, por sus excepcionales condiciones marinas.
En este mismo lugar existían altos palmerales, la representativa Phoenix canariensis e higuerales. Aquella zona de protección sería el epicentro militar para el asedio a la isla de Gran Canaria. Sin embargo, sufrieron la embestida de los isleños, capitaneados por Maninidra, Adargoma y Doramas, quienes atacaron el fortín militar de Juan Rejón y sus tropas, desde los riscos aledaños. En este primer enfrentamiento contra los invasores, que tras dura y larga lucha debieron abandonar se replegaron hacia el interior de la isla.
Por la abundancia de palmas del lugar donde acamparon los castellanos denominaron el lugar como El Real de Las Palmas. Y con este símil palmeral quedó bautizada la ciudad. Allí implantó la primera basílica católica, como buen devoto de Santa Ana y su proyecto evangelizador, que también traían consigo. Esta virgen había sido su guía protectora hasta el arribo a la isla de Gran Canaria, fundándose la primigenia iglesia. Ermita que hoy se lleva el nombre de San Antonio.
La Villa El Real de Las Palmas, y hoy Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria tiene 536 años de su existencia, y fue la primera ciudad que fundaron allende sus fronteras ibéricas (de la reciente unidad hispana, con la toma de Granada), y en el ultramar Atlántico, por los Reyes Católicos. Y por tanto, la primera ciudad fundada en las islas Canarias y la primera Ciudad Real del Archipiélago.
Tuvo su fundación en el solsticio de verano, el día más largo y de más luz solar de todo el año, el 24 de junio de 1478, en la onomástica de San Juan Bautista, cuando tiene su origen nuestra ciudad atlántica.
Antes de la anexión de Gran Canaria, en el año 1480, la Corona de Castilla, por Cédula Real, ordenan la constitución del primer Consejo Municipal. Envían para tal fin al gobernador Pedro de Vera, para que regule las reparticiones de tierras entre los conquistadores, como prebenda por la hazaña colonialista. Se construyen las primitivas viviendas de la ciudad en rededor del campamento trazado y se van conformando las callejuelas de la nueva urbe atlántica.
Una vez conquistada la isla, en 1483, la ciudad se va consolidando paulatinamente. Desde aquel centro histórico se van ramificando callejones anexos de tipología castellana: Herrería, Armas, Portugueses, Audiencia, etc. El origen urbano está en el barrio capitalino de Vegueta. Y va creciendo la villa en los dos primitivos barrios: Vegueta y Triana, a ambos lados del Guiniguada.
Sería nombrado el primer regente, en 1479; el Ayuntamiento, en 1480; el hospital de San Martín, en 1481; el obispado y catedral de Canarias, en 1485; organización municipal, en 1494; Tribunal de la Inquisición, en 1505; obtiene el Escudo de armas, en 1506; Título de ciudad, en 1515; Real Audiencia, en 1526; gobierno y capitanía general del archipiélago, en 1584.
La joven y recoleta urbe, se va consolidando en el primer periodo del siglo XVI. En la coqueta Villa El Real de Las Palmas, se van instalando todas las altas administraciones civiles del Estado monárquico y las religiosas, en el entorno de la Plaza Mayor de San Ana: Cabildo, Capitanía General, Real Audiencia de Canarias; y de los religiosos: Obispado, Catedral y Tribunal del Santo Oficio. Por ello, el citado centro se constituyó en Plaza Mayor. Y según los datos investigados por el historiador Alfredo Herrera Piqué fue la primera de todo el territorio nacional, en los inicios del siglo XVI.
Fotografía: Fondo de Fotografía Histórica de la FEDAC.
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