sábado, 23 de abril de 2011

Un libro… buen amigo

Una mujer lee en la arena de una playa.

Hoy 23 de abril, coincidiendo con el sábado Santo, se celebra el «Día del Libro», o lo que es lo mismo, el «Día de la Lectura», porque los libros son para leerlos.

Los libros tienen vida propia. Los libros son obras creadas por autores que van desgranando historias, reales o ficticias, cargadas de sentimientos vibrantes que conecta con la fibra más sensible, pero esas historias se transforman con cada lector, porque cada lector las percibe y siente de diferente manera.

Hace un tiempo recibí un discurso de un gran escritor, creo más bien que es un canto de amor al libro, por eso lo veo muy propio para la celebración del «Día del Libro».

A continuación les hago participes y transcribo el Discurso de Federico García Lorca, en su pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931, con motivo de la inauguración de la biblioteca y que tituló:
Medio pan y un libro

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre…» piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Esta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrando y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan lluvia para sus sementeras.

Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!».

Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón.

Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
Después de leer este discurso del año 1931, te das cuenta que está vigente. Sigue siendo un argumento reivindicativo válido para este año 2011, porque seguimos sufriendo el poco interés que ponen y tienen los políticos en los temas culturales. Los libros siguen pidiendo a gritos más divulgación, más presencia en los medios de comunicación y en las escuelas. El germen del hambre de libro, sigue inapetente.

Ten siempre a mano un libro. La lectura rompe el silencio… Un libro es un amigo que no falla. Te acompaña, tanto en la alegría como en la soledad. Te ofrece calor, ilusión, emoción y esperanza. Te aconseja, te apoya y te instruye, porque un libro lleva vida y sentimientos, sueños y experiencias, por eso y mucho más, pon un libro en tu vida.


Fotografía: Pedro Ribeiro Simões, cc.

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