Señor, dame unos pies ligeros y unas
manos abiertas
para servir a quién lo necesite, como
lo haría María.
Que no deje para mañana el bien que
pueda hacer hoy.
Gracias por las personas acogedoras
como Isabel.
Gracias por las personas que me aman
y se alegran de verme.
Gracias por los que saben abrazarme,
escucharme y hacerme sentir especial.
Gracias por las personas que confían
en mí.
Señor, gracias por las personas con
las que puedo compartir la fe,
con las que puedo apoyar mi fe
pequeña y débil,
con las que puedo disfrutar de la alegría de sentirnos tocados por tu amor.
Amén.
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