Hoy se cumplen 10 años de su muerte (5-12-2013). Nelson
Mandela. importante activista contra el apartheid, por lo que fue encarcelado
durante 27 años. En 1993, recibió el Premio Nobel de la Paz junto a Frederik
Willem de Klerk
Nelson Rolihlahla Mandela, nacido el 18 de julio de 1918 en Mvezo,
Provincia Cabo Oriental, fue un abogado, activista contra el apartheid, político
y filántropo sudafricano que presidió el gobierno de su país de 1994 a 1999. Hay
que decir que fue el primer presidente de Sudáfrica en ser elegido por medios
democráticos bajo sufragio universal. Tiempo antes de ser elegido presidente
fue un importante activista contra el apartheid, por lo que fue encarcelado
durante 27 años.
Mandela (preso nº 46664, durante su periodo en prisión, la
mayoría del tiempo estuvo encerrado en una celda en Robben Island). Mandela se
convirtió en la figura más conocida de la lucha contra el apartheid en
Sudáfrica. Pese a que el régimen del apartheid y las naciones aliadas a éste lo
consideraron junto al Congreso Nacional Africano como un terrorista, su lucha
fue parte íntegra de la campaña contra el apartheid.
El cambio de políticas contra éste, que Mandela apoyó con su liberación en
1990, facilitó una pacífica transición a la democracia representativa en
Sudáfrica.
Su lucha contra el apartheid le sirvió para llegar a ser el
primer mandatario de raza negra que encabezó el poder ejecutivo, y el primero
en resultar elegido por sufragio universal en su país. Su gobierno se dedicó a
desmontar la estructura social y política heredada del apartheid a través del
combate del racismo institucionalizado, la pobreza, la desigualdad social y la
promoción de la reconciliación social. Como nacionalista africano y marxista,
presidió el Congreso Nacional Africano (CNA) entre 1991 y 1997, y a nivel
internacional fue secretario general del Movimiento de Países No Alineados
entre 1998 y 2002.
El patriarca de la Sudáfrica libre: «Siempre he atesorado
el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan
vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el
que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un
ideal por el que estoy dispuesto a morir». Lo dijo en 1961 ante un tribunal
que lo juzgaba por alta traición. Y fue 27 años a la cárcel por ello.
Afortunadamente, no tuvo que morir por estas ideas.
La coherencia de Mandela le convirtió en una leyenda política
ya en vida. Otros, como Gandhi o Martin Luther King, son también admirados por
llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos
contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el
caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha: luchó, gobernó y se mantuvo
fiel a sus creencias.
'Madiba' —'abuelo venerable', como le conocían en Sudáfrica—
soportó muchos varapalos a lo largo de su vida. Familia de los jefes supremos
de la tribu de los 'Tembu', fue formado para convertirse en dirigente de su
clan. Pero se rebeló contra su destino: estudió Derecho y se metió en política
para combatir las prácticas xenófobas del Apartheid. Era negro en un país
dominado por blancos que practicaban la exclusión racial. Y no estaba dispuesto
a aceptarlo.
En 1948, el Partido Nacional de Sudáfrica (PN) había ganado
unas elecciones en las que sólo podían votar los blancos y había instalado un
sistema de segregación racial. Enfrente tenía al Congreso Nacional Africano
(CNA), formado en 1912 para luchar por los derechos de la población negra y al
que se unió Mandela en 1942. Fueron años de recorrer el país promoviendo la
desobediencia civil, incluidas las acciones violentas. Hasta que fue arrestado
y acusado de alta traición.
El régimen de Sudáfrica consideraba a 'Madiba' un terrorista
y le tuvo cerca de tres décadas entre rejas. Cuenta la leyenda —llevaba al cine
por Clint Easwood— que allí cogía fuerzas repitiéndose como un mantra el poema
'Invictus', de William Ernest Henley: «Más allá de la noche que me cubre /
negra como el abismo insondable / doy gracias a los dioses que pudieran existir
/ por mi alma invicta». Le escuchaba la comunidad internacional, que orquestó
una campaña en su apoyo que dio frutos el 11 de febrero de 1990. Ese día,
Mandela salió en libertad tras 27 años de cárcel. En su primera intervención
ante la prensa apostó por una solución que no menoscabase los derechos de los
blancos. Sin rencor. Tomó entonces las riendas de la transición del país y
cambió su condición de 'peligroso opositor' por la de presidente, previo paso
por las primeras elecciones democráticas a las que acudían sus compatriotas.
Fue en abril de 1994.
Una vez en el poder, mantuvo la coherencia. No se aferró al
sillón. Se retiró cuando llegó el momento y siguió luchando por causas nobles,
como erradicar la pobreza en África o combatir el sida. Trabajó además como
mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo
y recibió un sinfín de homenajes. Su figura ha sido venerada por miles de
personas. En vida, y tras su muerte.
En 1993, recibió el Premio Nobel de la Paz. Después de haber
recibido más de una centena de premios por más de cuatro décadas, Mandela se
mantuvo casi hasta su muerte, el 5 de diciembre de 2013 en Gauteng, Johannesburgo,
dando su opinión en temas fundamentales. En Sudáfrica siempre será conocido
como Madiba, un título honorario adoptado por ancianos de la tribu de Mandela,
aunque algunos sudafricanos también se refieren a él como 'mkhulu' (abuelo).
Fotografía: Internet
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