¡Ave María purísima, sin pecado concebida!
En latín, ‘ave’ o ‘salve’ es una expresión de saludo que
utilizaban los romanos como saludo y aun hoy en Italia se usa la palabra salve
para saludar.
Por tanto, la jaculatoria “Ave María purísima, es sencillamente
la abreviación del saludo del Ángel Gabriel a María santísima (Lc1, 26-38) el
día de la anunciación (“Dios te salve María, llena eres de gracia”). Y a esta
jaculatoria se responde con la confesión eclesial del dogma de la Inmaculada
Concepción: "Sin pecado concebida".
Lo realmente importante es lo que significa: La santísima Virgen es purísima, por haber sido concebida sin pecado original. Dios la preservó desde su concepción sin pecado original, destinándola a ser la madre de su divino Hijo.
El “Ave María Purísima” y la respuesta de “sin pecado
concebida” es un antiguo saludo entre creyentes desde la Iglesia primitiva;
saludo que lastimosamente ha ido cayendo en desuso y que no estaría mal
recuperar.
La Inmaculada Concepción es una de las celebraciones marianas
más importantes y queridas por los católicos, especialmente en España, donde es
la patrona del país. Pero, ¿por qué es la patrona de España? ¿Qué significado
tiene la Virgen Inmaculada? ¿Por qué es festivo el 8 de diciembre? ¿Qué se
celebra ese día? ¿Cuál es la historia de la Virgen?
La Inmaculada Concepción es la patrona de España desde el año
1760, cuando el papa Clemente XIII proclamó este título en respuesta a la
petición de las Cortes de Castilla y de los reyes Carlos III y Fernando VI. Sin
embargo, la devoción a la Inmaculada en España se remonta a siglos anteriores,
cuando muchos teólogos, religiosos y fieles defendieron y difundieron la
creencia de que María había sido concebida sin pecado original.
Uno de los hechos históricos que más influyó en la
consolidación de la Inmaculada como patrona de España fue la batalla de Empel,
ocurrida en 1585 en los Países Bajos. En esa ocasión, las tropas españolas, que
estaban en inferioridad numérica y sitiadas por los holandeses, encontraron una
imagen de la Virgen en una cesta abandonada en el campo. La colocaron en un
altar improvisado y se encomendaron a ella con fervor. Esa noche, el río Mosa
se congeló y permitió a los españoles atacar por sorpresa a los holandeses, que
huyeron despavoridos. Los soldados atribuyeron la victoria a la intercesión de
la Inmaculada y la proclamaron su patrona.
Desde entonces, la Inmaculada fue venerada como la protectora
de los ejércitos españoles y de la nación. Muchas ciudades, regiones,
instituciones y órdenes religiosas la adoptaron como su patrona y le dedicaron
templos, fiestas, cofradías y obras de arte. La Inmaculada también fue la
inspiración de muchos santos y místicos españoles, como san Ignacio de Loyola,
santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Francisco de Borja, san Juan de
Ávila, san Pedro de Alcántara, san José de Calasanz, san Fernando III, santa
Isabel de Portugal, santa Beatriz de Silva y muchos otros.
La Virgen Inmaculada es el nombre que se le da a María por
haber sido concebida sin pecado original, es decir, sin la mancha o la herida
que afecta a toda la humanidad desde el pecado de Adán y Eva. Esto significa
que María fue preservada de toda culpa, de toda inclinación al mal y de toda
debilidad, por una gracia especial de Dios, en atención a los méritos de su
hijo Jesucristo, salvador del género humano.
La Inmaculada Concepción es un dogma de fe, es decir, una
verdad revelada por Dios y definida por la Iglesia, que los católicos deben
creer con firmeza y constancia. El dogma fue proclamado por el papa Pío IX el 8
de diciembre de 1854, en la bula ‘Ineffabilis Deus’, después de consultar a los
obispos de todo el mundo y de recoger el sentir de la tradición cristiana a lo
largo de los siglos.
El 8 de diciembre es el día en que la Iglesia celebra la
solemnidad de la Inmaculada Concepción, es decir, la fiesta más importante
dedicada a este misterio mariano. La Inmaculada Concepción es un misterio de
amor, de gracia y de belleza, que nos muestra la grandeza de Dios y la dignidad
de María. También es un modelo de santidad, de pureza y de obediencia, que nos
invita a imitar a María y a seguir a su hijo Jesús. Además, es una esperanza de
salvación, de liberación y de victoria, que nos anima a confiar en María y a
pedir su intercesión. Además, el 8 de diciembre es el día en que, según la
tradición, se celebra la concepción de María en el seno de su madre, santa Ana,
nueve meses antes de su nacimiento, el 8 de septiembre.
El 8 de diciembre es un día festivo en muchos países
católicos, entre ellos España, donde es una fiesta nacional desde el año 1644,
cuando el rey Felipe IV lo decretó en agradecimiento a la Virgen por el fin de
la peste que asoló Madrid. Desde entonces, el 8 de diciembre es un día de
alegría, de oración y de homenaje a la Inmaculada, en el que se celebran misas,
procesiones, ofrendas, conciertos, bailes y otras manifestaciones de fe y de
cultura popular.
El 8 de diciembre se celebra el triunfo de la gracia de Dios sobre el pecado, la elección de María como madre de Jesús y la protección de la Virgen sobre España y sobre el mundo. Es un día para agradecer a Dios por el don de la Inmaculada Concepción, para alabar a María por su belleza y su santidad, y para pedirle que nos ayude a vivir como hijos de Dios y hermanos de Jesús. También se celebra el inicio del año mariano, un tiempo especial dedicado a honrar a la Virgen y a profundizar en su conocimiento y su amor. El año mariano se extiende hasta el 8 de diciembre del año siguiente y suele coincidir con algún acontecimiento importante de la historia de la Iglesia o de la devoción a María. El último año mariano se celebró entre 2019 y 2020, con motivo del 150 aniversario de la proclamación de María como madre de la Iglesia por el papa Pío IX.
La historia de la Virgen Inmaculada es la narrativa de la fe y
el amor divino hacia su pueblo, personificada en María, la elegida desde la
eternidad como madre del Salvador. Dividida en etapas bíblica, patrística y
dogmática, la historia encuentra sus fundamentos en las Sagradas Escrituras y
se desarrolla con elogios de los Padres de la Iglesia.
El dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado por el papa
Pío IX en 1854, no marca el fin de la historia, que persiste en la experiencia
de la Iglesia y los fieles. Eventos notables incluyen la aparición en Lourdes
en 1858 y la consagración al Inmaculado Corazón de María por el papa Juan Pablo
II en 1984, según el mensaje de Fátima en 1917.
La influencia de la Inmaculada se refleja en el arte, la
cultura y la sociedad, con obras maestras como la Inmaculada Concepción de Murillo
y la inspiración de movimientos sociales que promueven los valores evangélicos
y marianos en todo el mundo.
¡Bendita Tú, entre todas las mujeres!
Para dar Luz inmortal, siendo Vos alba del día;
fuiste María concebida, sin pecado original.
Santa María, ¡refugio y fortaleza nuestra!
Reina de la paz ¡ruega por nosotros!
Fotografía: Internet
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