domingo, 23 de junio de 2019

Nostalgia


La nostalgia (del griego clásico nóstos, regreso al hogar, y álgos, dolor, angustia) es descrita como un sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento pasado. Para los antiguos griegos, la palabra indicaba el dolor de los que hacían largos viajes. 

La nostalgia es referida comúnmente como un sentimiento que cualquier persona puede atravesar en cualquier etapa biológica. Es el sufrimiento de pensar en algo que se ha tenido o vivido en una etapa y ahora no se tiene, está extinto o ha cambiado. 

La nostalgia se puede asociar a menudo con la memoria de nuestra vida; la feliz infancia, encuentros familiares, el cariño de un ser querido, un lugar, un juego o un objeto personal, acontecimientos diversos que deja una huella imborrable... Tienes nostalgia cuando pasas mucho tiempo pensando en los buenos tiempos pasados.

Piensa en tu infancia y en todos los buenos momentos que has vivido con tus seres queridos. Piensas en la nostalgia con la que tus mayores te contaban historias de su vida... Recordar no es malo. Las personas estamos hechas de recuerdos, de experiencias y vivencias que edifican lo que somos en la actualidad. 

Dejar que la nostalgia nos acaricie de vez en cuando con su aire tibio y evocador no tiene porque ser algo negativo. Según dicen los especialistas, el ser humano pasa gran parte del día “recordando cosas”, pero, ahora bien, no debemos anclarnos a esos recuerdos de una forma obsesiva. 

En ocasiones, (nos dice la psicóloga, Valeria Sabater) dejamos de lado el momento presente para experimentar un pasado que parece que nunca se va. Nos da miedo soltar los recuerdos que una vez fueron tan importantes para nosotros. Esto puede hacernos mucho daño e impide que podamos disfrutar del ahora y seguir hacia delante. 

El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia. Milan Kundera.

La palabra 'nostalgia' fue inventada por un médico suizo a finales del 1600. Originalmente se trataba de un diagnóstico médico para los soldados mercenarios; hoy en día describe un anhelo agridulce por el pasado.

Una de las facultades que nos propicia el mundo emocional es sin duda la sensación de nostalgia. Se trata de evocar un recuerdo, pero no un recuerdo cualquiera, sino uno querido, uno añorado de ese nuestro álbum particular del pasado. Sin saber cómo nos vemos de pronto arropados por multitud de imágenes, sensaciones, palabras, olores y sonidos de ese ayer que nuestra memoria ha guardado con sigilo y ternura en una parte especial del arcón de nuestra memoria. 

Los recuerdos tejen lo que somos y la mayoría del tiempo las personas somos nostalgia; somos recuerdos. Evocar personas, situaciones, emociones, acontecimientos se convierte en un acto que nos sumerge en un estado de alegría, añoranza y reflexión al mismo tiempo. 

Cuando la nostalgia hace acto de presencia corremos el riesgo de aferrarnos a ella y dejar de prestar atención a nuestro presente. Sin embargo, tenemos cada día la oportunidad de crear nuevos y preciosos momentos. Como afirmaba hace unos años, Ignacio Quepons, de la Universidad Nacional Autónoma de México, "La nostalgia no sólo advierte indirectamente el valor por un evento pasado, sino que despierta un anhelo por volver a vivirlo tal y como se vivió entonces"

Si conseguimos vivir con plenitud, podremos sentir nostalgia de ciertos momentos, pero evitaremos sentirnos encallados en el pasado. La nostalgia nos llena de tristeza, es que a veces la nostalgia trae consigo un perfume triste. Trazos de una vida vivida que nos deja cierta sensación de añoranza y dolor en vistas de un ayer que tal vez concentró mucha felicidad, un bienestar del que carecemos en el presente; es entonces cuando algunas personas pueden caer en el abismo de ese laberinto, obsesionándose en la nostalgia de recordar el ayer porque su vida, tal vez, solo encuentra sentido en esos momentos. Un refugio adictivo al que vuelven repetidamente a través de fotografías, cartas, objetos… Un exilio personal que les hace perderse el presente para llenar los vacíos actuales de su vida. 

Por la cabeza no se pasa en ningún momento la posibilidad de deshacerse de todo eso, que en realidad es inservible e incluso hace daño. Eso, no es bueno. El pasado nos debe servir como trampolín para nuestra realidad y no como una ventana donde quedarnos asomados diariamente, ahí donde perdernos a nosotros mismos y con riesgo de caer finalmente en una depresión. 

La nostalgia debe servirnos para recordar lo que fuimos, lo que tuvimos y lo que vivimos para después sacar una valoración, un aprendizaje de la misma. Toda experiencia es un conocimiento para avanzar no para quedar estancados. 

La nostalgia debe ser algo que forme parte de nuestro archivo personal, ahí donde poder volver de vez en cuando, pero nunca debemos convertirla en esa puerta que siempre dejemos abierta y cuya brisa, cuyo perfume, se entrometa continuamente en nuestro “ahora”. 

Recordar, pero no regresar. La palabra nostalgia tiene un interesante significado que ilustra toda su realidad: la raíz griega, de nostos, (regreso, volver a casa) y de algos (sufrimiento). Se explicaría pues como ese padecimiento por el deseo de regresar, de volver a un lugar determinado. 

Debemos pensar en el pasado mediante una perspectiva de gratitud y agradecimiento por haber vivido dichas experiencias. Hay que verlas con tranquilidad, con la satisfacción de haber tenido momentos realmente plenos. Pero no hay que caer en el error de valorar que todo era mejor antes, de dejar perder esa armonía entre lo vivido y el presente. Nuestra vida es un continuo transitar donde fijar nuestras perspectivas en el futuro. 

El pasado nos sirve para aprender. Es una experiencia que nos dota de madurez y nos permite crecer. Pero la felicidad se busca cada día en el presente, en las pequeñas cosas, en los pequeños detalles, sin olvidar nunca una cosa que “no hay peor nostalgia que añorar lo que nunca existió”. El hecho de ser habitados por una nostalgia incomprensible, sería, al fin y al cabo, el indicio de que hemos vivido y tenemos vivos los recuerdos de tantos episodios que conforma la historia del hoy marcada por un pasado muy presente. 

A mí me gusta recordar para revivir y reavivar las vivencias que conforman la aventura de mis días. La añoranza me embarga, añoro porque estoy viva y siento latir mi corazón. Y, hoy y siempre añoro a mi madre que me dio el ser a la que sigo unida por un camino de estrellas; igualmente añoro a mi padre y a los dos amo con toda mi alma, su memoria y cariño siguen alimentando y dando sentido a mi vida… Los añoro porque son parte de mi vida, son mi vida misma...

"El pasado es una vela a gran distancia: demasiado cerca para dejarte ir, demasiado lejos para consolarte". Amy Bloom.

Fotografía: satish155

No hay comentarios :

Publicar un comentario