jueves, 9 de agosto de 2018

Beneficios de la espiritualidad


¿Eres una persona espiritual? Si es así, estos son los beneficios físicos de tener una vida interior: Prolonga la vida, se vive con menos estrés, se reduce el riesgo cardiovascular, las posibilidades de deprimirte y hasta te ayuda a cuidarte más. 

Rezar, acudir a oficios religiosos, meditar o hacer «mindfulness» tiene beneficios tangibles para nuestra salud mental y física. Estos son algunos de los beneficios comprobados:

 Reducción del estrés; La meditación es muy eficaz en la reducción del estrés y es posible que favorezca la producción de nuevas neuronas y actúe como un protector neuronal.

Menos cáncer y problemas cardiovasculares; Un estudio reciente elaborado con casi 75.000 mujeres demostró que las que asisten a servicios religiosos más de una vez a la semana tienen un 27% menos de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y por cáncer. 

Más longevos; Elizabeth Blackburn recibió el premio nobel por sus estudios sobre la telomerasa, una enzima que conserva la longitud de los telómeros, unas estructuras en los extremos de los cromosomas, cuya longitud predice la enfermedad y la mortalidad. 

Blackburn estudió también el efecto de la meditación sobre esta enzima y vio que producía un aumento de su actividad del 26%, por lo que propone que algunas formas de meditación, como el mindfulness, pueden tener efectos saludables en la longitud de los telómeros. 

Más fuertes frente al sufrimiento; La fe y la religiosidad ayudan a sublimar el dolor. Rezar en algunas enfermedades actúa como una actividad distractora y ayuda a aceptar el sufrimiento. 
Estilos de vida saludables. La gente más espiritual suele estar integrada en comunidades (parroquia o grupos de voluntariado) que promueven estilos de vida saludables. 
Menos obesidad y menos depresión; También tienen menos riesgo de caer en una depresión. Son más positivos y tenaces. Hay una relación muy clara entre ansiedad, depresión, hostilidad (personalidad tipo D) y una mayor predisposición a caer en adicciones, exclusión social y menos autocuidado. Y esos hábitos llevan a la obesidad, tabaquismo, hipertensión, azúcar alto, que son factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. 

Las personas religiosas y espirituales tienden a tener una actitud más positiva y a cuidarse. La espiritualidad prolonga la vida. Rezar, asistir a oficios religiosos, meditar... tiene un beneficio tangible en la salud: Reduce el estrés, protege el corazón y mejora nuestro sistema inmune. La espiritualidad es inherente a la naturaleza humana. Darwin señalaba que la tendencia a la religiosidad se podría explicar por un proceso de selección natural ventajoso para la supervivencia de nuestra especie. 

En la actualidad, varios estudios apuntan en esa dirección. El último, publicado en «Jama Internal Medicine», sugiere que las mujeres que asisten a servicios religiosos más de una vez a la semana tienen un 27% menos de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y por cáncer. También se reduce en un 21% en comparación con las que nunca van a esas prácticas. Los investigadores utilizaron datos de 74.534 mujeres de un estudio realizado con enfermeras. 

La religión y la espiritualidad podrían ser un recurso poco apreciado en medicina, destacan los investigadores. Para Miren Morillas, vocal de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología, en este estudio «parece que tener una motivación religiosa y encontrar un sentido a la vida hace que la persona, por sentirse más útil, acabe fomentando el autocuidado, tan importante por la enfermedad cardiovascular». 

Además, el estudio tiene un valor añadido por estar hecho en mujeres «que tienen condicionantes de riesgo cardiovascular poco valorados, porque el diagnóstico es más tardío y el tratamiento menos intenso que en los hombres». El motivo es que se pueden confundir los síntomas, que no son tan típicos, y atribuirlos a la ansiedad. Este sesgo está ampliamente demostrado», asegura Morillas. Según destaca esta especialista, «hay una relación muy clara entre ansiedad, depresión, hostilidad (personalidad tipo D) y una mayor predisposición a caer en adicciones, exclusión social y menos autocuidado. Y esos hábitos llevan a la obesidad, tabaquismo, hipertensión, azúcar alto, que son factores de riesgo de enfermedad cardiovascular. 

Mayor apoyo social; La espiritualidad es una orientación hacia la sensación y el deseo de estar conectado a algo más grande que uno mismo y la búsqueda de lo sagrado en la vida. Y las religiones (más de 10.000 en todo el mundo) serían el lenguaje en el que se expresa la espiritualidad. ¿Cómo estos conceptos tan abstractos pueden tener consecuencias tangibles en la salud? «Las personas que practican alguna creencia religiosa encuentran una mayor aceptación, apoyo social y mayor facilidad para evitar esos hábitos perniciosos, además de tener menos ansiedad y depresión. En la espiritualidad se encuentra sentido a la vida», aclara la doctora Morillas. 

Otro estudio reciente de la Facultad de Medicina de Monte Sinaí proporciona otra pista, en esta misma línea. Tener una meta en la vida protege el cerebro y el corazón, y esta vez sin distinción de sexo. Encontrar sentido a la existencia y tener objetivos puede reducir el riesgo de accidente cerebrovascular y enfermedad cardiaca, aumentando la longevidad más de un 20%. En concreto, estar altamente motivado reduce un 23% la mortalidad por todas las causas. Otro estudio de 2014, esta vez de la Universidad de Oregón, matiza que la religión ayuda a regular el comportamiento y los hábitos saludables, mientras que el concepto más amplio de espiritualidad regularía las emociones y cómo nos sentimos. Aspectos clave cuando se trata de la salud. 

Conectados con la vida; «Una motivación para seguir viviendo te da energía y fuerza para luchar contra una situación adversa, como una enfermedad. Con las creencias religiosas tienes algo a lo que agarrarte, especialmente en momentos de bajón y desesperación. Ir a un servicio religioso te hace salir de casa, arreglarte, seguir conectado con la vida. Aunque también pueden jugar en contra, porque algunas personas muy creyentes en el momento de un diagnóstico se rebelan y eso puede generar un conflicto, explica Marta de la Fuente, psicooncóloga del MD Anderson Cancer Center de Madrid. Y hay quienes buscan incluso el gen de la espiritualidad, que estaría relacionado con el neurotransmisor dopamina, implicado precisamente en procesos de motivación y en el sistema de recompensa del cerebro. Tan solo la variación de una «letra» del ADN de un gen nos haría más o menos propensos a los sentimientos trascendentes y a los beneficios que conllevan. 

Otros estudios explican las ventajas para la salud de la espiritualidad a través de la personalidad y el nivel de estrés. Las personas que declaran tener un alto grado de espiritualidad suelen tener rasgos de personalidad que promueven la salud, como responsabilidad, afabilidad y extraversión, mientras que puntúan bajo en otros rasgos considerados un factor de riesgo, como la inestabilidad emocional. Y hay quienes van más allá y consideran que la espiritualidad debería considerarse como un sexto factor añadido al modelo de los cinco grandes rasgos de personalidad, que incluye a los cuatro ya mencionados más la apertura mental. 

Más optimistas y tenaces; De nuevo estos estudios indican que la gente más espiritual suele estar integrada en comunidades (parroquia o grupos de voluntariado) que promueven estilos de vida saludables y apoyo social, otro factor asociado considerado un protector de la salud. Además, suelen ser personas más optimistas y tenaces a la hora de enfrentarse a los desafíos de la vida y encaran el estrés de forma más favorable, como reflejan la tasa de respiración y el nivel de ira. La espiritualidad podría reducir la ansiedad y otras emociones negativas y en una menor reactividad del sistema nervioso autónomo, que regula las manifestaciones fisiológicas perniciosas del estrés. 

¿Qué papel juegan los ritos religiosos? Rezar, recitar versos y mantras son ritos comunes a varias religiones. Un estudio de la Universidad de Akron, en Ohio, distingue cuatro tipos de plegarias: de súplica, rituales, meditación y diálogo distendido con el Ser Supremo. Al parecer, desde el punto de vista de la salud, el beneficio es mayor cuanto más personalizada y menos ritual es la relación con Dios, porque proporciona una sensación de cercanía, guía y paz interior. Esta sensación puede ser una ayuda en los momentos de adversidad y enfermedad. La psicooncóloga Marta de la Fuente lo corrobora: «Después del diagnóstico en muchos casos les ayuda rezar, como actividad distractora. Subliman el dolor, como decía Freud, y le dan un sentido. Les ayuda a aceptar la situación y muchas veces todo este sufrimiento se ofrece por alguien. Y el apoyo social, compartir y expresar emociones dentro del grupo al que perteneces, ayuda mucho a tener una actitud adecuada». 

Beneficios de la meditación; Una de estas prácticas, la meditación, ha transcendido el ámbito religioso y se ha popularizado por sus probados beneficios: «Ayuda a ser consciente de las emociones, a identificarlas, a salir del piloto automático. Permite gestionar mejor lo que sentimos, en lugar de reprimirlo. En concreto el mindfulness se considera en psicología una técnica de tercera generación. Tiene muchos beneficios, como la reducción de estrés», destaca De la Fuente. La revista Nature Neuroscience revisó el año pasado los beneficios para la salud física y mental del mindfulness, o atención plena. La meditación, común a diferentes culturas y religiones, puede ser definida como un entrenamiento mental dirigido a mejorar capacidades psicológicas como la autorregulación atencional y emocional. 

Las técnicas basadas en mindfulness son muy eficaces en la reducción del estrés, y es posible que tal reducción del estrés puede mediar cambios en la estructura y función del cerebro, mediante la formación de nuevas sinapsis (contacto entre neuronas), la mielinización (formación de la vaina grasa que facilita la transmisión de los impulsos nerviosos) o incluso el nacimiento de nuevas neuronas. Es probable también, destaca Nature, que la atención afecte positivamente a la regulación del sistema nervioso autónomo (respuesta al estrés) y la actividad inmune, lo que puede proteger las neuronas. Elizabeth Blackburn recibió el premio nobel por sus estudios sobre la telomerasa, una enzima que conserva la longitud de los telómeros, unas estructuras en los extremos de los cromosomas, cuya longitud predice la enfermedad y la mortalidad. Algunos de sus estudios de sugieren que la telomerasa puede estar regulada por los niveles de estrés psicológico. Blackburn estudió también el efecto de la meditación sobre esta enzima y vio que producía un aumento de su actividad del 26%, por lo que propone que algunas formas de meditación, como el mindfulness, pueden tener efectos saludables en la longitud de los telómeros.

"Sólo cuando los hombres empiezan a rezar empiezan a creer". Calvin Coolidge

Tal vez no sea exagerado decir que las creencias religiosas son una fuerza poderosa y compleja de la mente humana. “Si no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, nunca serás capaz de notar Su presencia”. Paulo Coelho 

Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...” Padre Pío 

Fotografía: geralt

1 comentario :

  1. Pregunté un día a un cartujo qué como soportaba tanta soledad. Respuesta: sólo en la soledad y en la oración "se sabe a qué sabe Dios". Hermosa y profunda respuesta.

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