Le pregunté a la vida, qué necesitaría hacer para que ésta me durara muchos años.
―Solo víveme ―me contestó.
―Pero todo lo que se usa se acaba ―le respondí.
―Y lo que no usas caduca ―replicó―. Así que
disfrútame sin pensar cuanto dure, víveme sin pensar en el tiempo, gózame
porque solo una vez pasaré por tu existencia.
Y tras una pausa siguió diciéndome.
―Soy solo momentos, a veces miel, otras, limón amargo...
Camina, no corras, deléitate en el recorrido, baila bajo las
bendiciones que caen en forma de lluvia desde el cielo. Da gracias cada día por
la suerte de existir, las ganas de esperar, la fuerza de resistir, pero sobre
todo la humildad de agradecer. No siempre tienes que ser fuerte, también se
vale respirar las debilidades. Lucha, valora, se feliz con lo que tienes y no
sufras por lo que te falta, la felicidad no tiene receta, cada uno la prepara
con sus propios ingredientes. Se realista al escribir tus prioridades, porque
quizá no tengas tiempo de pasar la lista a limpio. Sigue aprendiendo de ti
misma, que el aprender es infinito ―y concluyó diciendo―. Deja ya de
preocuparte tanto, el pensar no te quita las penas del mañana, solo te quita la
alegría de tu hoy.
«La vida es un camino... Vivir es caminarlo».
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