domingo, 15 de octubre de 2023

El papel de la mujer en la literatura

 


“El silenciar a las mujeres en las letras priva a la sociedad de sus puntos de vista sobre la realidad”.

Ser escritora no siempre ha sido una tarea fácil ni mucho menos reconocida. Desde tiempos inmemoriales, las mujeres han formado parte de un modo u otro del mundo de la literatura y no fue hasta el siglo XIV cuando una mujer, Christine de Pizan, pudo ganarse la vida escribiendo de forma profesional.

La literatura es, al mismo tiempo, un arte (el arte de las palabras), una disciplina académica (y ahí va vinculada a ámbitos de mucha especialización, como la teoría de la literatura) y, sobre todo y para muchas personas, un placer y algo integrado en lo cotidiano. Por tanto, muchas veces resulta complicado separar la mera conversación a pie de calle, sin mayores pretensiones científicas y aplicando mucho (o poco) sentido común, del análisis técnico, filológico y académico que requiere de un aprendizaje previo y de unas capacidades que se adquieren con el tiempo y la práctica (y, por tanto, no están al alcance de todos a priori).

Hablar sobre el papel de las mujeres en la literatura es algo apasionante. La presencia de las mujeres en la literatura varía según la época que se decida analizar. Al comienzo, las autoras estaban ocultas bajo seudónimos o recluidas en sus hogares. Con el avance del tiempo, y del movimiento feminista, se logró visibilizarlas y así, dar paso a obras fundamentales para el arte literario y a una escritura diversa, alejada de una visión divisoria de géneros.

Si nos remontamos a la Antigüedad, ya nos encontramos con unas mujeres relegadas, que sin embargo tuvieron un papel determinante en la propagación del cristianismo, como fue el caso de Egeria. Aunque escribiera en latín y sería un anacronismo hablar de España en el siglo IV, se la puede considerar la patrona de las autoras hispánicas. Nacida en Gallaecia, provincia romana correspondiente al noroeste de la península ibérica, los datos sobre su vida son escasos y discutidos, pero lo excepcional de su trayectoria, el peregrinaje a Tierra Santa que recogió en Itinerarium ad Loca Sancta, ha despertado el interés de múltiples estudiosos y lectores, atraídos por una obra original y un personaje misterioso y muy adelantado a su época.

En el siglo XIX, la opresión masculina sobre las figuras femeninas era una fuerza invisible. A veces tomaba forma en nombres de varones inexistentes que les quitaban el crédito de su trabajo y, otras, en un sometimiento constante que las mantenía ocultas y encerradas.

Con la llegada del nuevo siglo, se produjo una revolución. Alejada de la rebeldía en silencio de las grandes mujeres del siglo XIX, el siglo XX trajo literatura con nombres femeninos. Además de superar el deber de esconder su identidad, a partir de 1900 las escritoras se dedicaron a obras que se centraron en temas como la desigualdad de género y la violencia machista. De esta forma, sentaron las bases fundamentales para el movimiento feminista, que empezaba a universalizarse.

La Edad Media fue una época absolutamente machista. La religión cristiana dominaba a la sociedad y consideraba a la mujer inferior al hombre. Ellas no eran libres para pensar o expresarse de manera escrita. Algunas mujeres que desafiaron a la sociedad de su tiempo fueron: Las trovadoras: eran mujeres que escribían poemas donde hablaban del amor. Solo las mujeres nobles podían ser trovadoras.

En los siglos XVI y XVII había menos influencia religiosa y nació el concepto de humanismo y de razonamiento. Pero había menos mujeres que podían escribir, por la presencia de la inquisición. En España tenemos el ejemplo de Santa Teresa de Jesús, que escribió muchas obras a favor del feminismo y defendió los derechos intelectuales de las mujeres.

Desde el siglo XV las mujeres asistían a eventos culturales con sus maridos como las tertulias, que eran reuniones donde hablaba de literatura, las mujeres ya participaban más activamente en el mundo literario y empezaron a leer libros que les gustaban. La literatura empezó a ser más popular, pero aún no era aceptada completamente. Las mujeres solo podían escribir sobre temas didácticos, pero no sobre temas morales. La primera mujer que decidió escribir sobre temas morales fue Emilia Pardo Bazán, que fue muy criticada por los hombres de su época, además fue una de las primeras mujeres feministas que decidió vivir su vida de forma independiente.

Mujeres bajo seudónimo. Históricamente, una mujer no podía superar intelectualmente a un hombre. Otra dificultad añadida a la hora de que muchos editores se decidieran a publicar sus libros e incluso a que lectores quisieran comprarlos. De ahí el uso de tantos seudónimos masculinos para ocultar su identidad femenina. Entre ellas, las hermanas Brönte cambiaron sus nombres –Charlotte, Emily y Anne- por otros masculinos. Precisamente Emily Brönte es la autora de la famosísima novela Cumbres Borrascosas, su única novela. También la autora de la célebre novela Mujercitas, adaptada al cine bajo el mismo nombre, cambió su nombre como Luisa May Alcott por A.M. Barnard para muchos de sus escritos. Y los seudónimos llegan incluso hasta el siglo XX, con una de las autoras más famosas gracias a su saga de novelas Harry Potter, J. K. Rowling, quien ocultó su nombre femenino (Joanne) por sus siglas, pero también llegó a utilizar el nombre de Robert Galbraith para El canto del cuco (2013). Tras recibir una buena crítica por esa novela, acabó reconociendo su autoría. A pesar de tener que escribir bajo pseudónimo, el tiempo las ha colocado en un lugar privilegiado dentro de la gran literatura universal.

“El alma, ¿no es la misma que la de los hombres? […] Yo aseguro que, si entendierais que también había en nosotras valor y fortaleza, no os burlaríais como os burláis”. Las palabras de la escritora María de Zayas (1590-¿1661?) siguen, 400 años después, de plena vigencia en defensa de la dignidad de la mujer.

Durante gran parte de la historia, las mujeres escritoras han sido vistas por la cultura dominante como una anomalía, casos excepcionales que desde las posiciones más recalcitrantes se tomaban como aberraciones que debían ser silenciadas. Poco estudiadas, cuando no despreciadas, hasta muy recientemente apenas se ha prestado atención a la creatividad femenina.

A pesar de querer silenciarlas, las mujeres han conseguido tener la misma importancia en la literatura que los hombres. Aunque todavía siguen sufriendo discriminación en muchos lugares del mundo simplemente por expresar públicamente sus pensamientos de mujer en la escritura.

No necesitamos magia para cambiar el mundo porque ya tenemos ese poder en nuestro interior: tenemos el poder de imaginar un mundo mejor. JK Rowling.


Fotografía: Internet

 

No hay comentarios :

Publicar un comentario