sábado, 14 de octubre de 2023

Saber convivir


 

El valor de la convivencia: la armonía social que necesita el mundo…

Se define como la acción de convivir, vivir en compañía de otros. Esto quiere decir, que tenemos una convivencia en nuestra casa con nuestra familia, en la escuela y en nuestro trabajo con los amigos y compañeros, convivimos cuando vamos al parque, al supermercado, al teatro, al fútbol y hasta cuando tomamos el transporte público.

Saber ser y saber convivir… Saber convivir es ese componente esencial que debería venir de fábrica en nuestra mente y corazón. Solo así daríamos forma a escenarios sociales más empáticos, preparados a su vez para poder llegar acuerdos, solucionar problemas en armonía y avanzar como grupo.

La convivencia es ese pilar sobre el que debería sustentarse cualquier aspecto de nuestra vida. Como figuras sociales que somos no hay prioridad más esencial que la de lograr esa coexistencia pacífica, efectiva y dotada de armonía en la cual garantizar no solo nuestra supervivencia como grupo, sino también nuestro bienestar y capacidad de progresar.

Señala el psiquiatra Enrique Rojas "que la convivencia es básicamente saber compartir, ser partícipe de la existencia ajena y lograr, a su vez, que el otro se involucre en la nuestra". Como bien sabemos, esto casi nunca es fácil de lograr en todos los casos. Si ya resulta complicado lograrlo en la unidad familiar, podemos entender el desafío que supone conquistar este fin a nivel social y entre países. Todo es cuestión de buena voluntad.

Se necesita algo más que compromisos, que buenas palabras y acuerdos firmados en cumbres internacionales a favor de la paz. Lo que se necesita en materia de convivencia son voluntades y ahí, en ese aspecto, todos somos importantes. Porque las grandes revoluciones no se logran movilizando montañas, sino cambiando de lugar las piedras que las conforman. Los auténticos cambios son silenciosos, pequeños, pero cotidianos y es ahí donde nos podemos involucrar cada uno de nosotros.

Señalaba Lawrence Kohlberg en su teoría del desarrollo moral que la etapa más decisiva del niño llegaba a partir de los 10 años con la conocida como etapa autónoma. Ese es el momento en que nos damos cuenta de que más allá de las normas impuestas de una sociedad, están las necesidades humanas. Solo entonces tomamos conciencia del valor de las acciones individuales, del altruismo, de la compasión…

Los pilares que sostienen la convivencia no parte solo de la necesidad de respetarnos los unos a los otros y de vivir en paz. De hecho, va mucho más allá de estas dimensiones. Es esencial, a su vez, añadir cierto activismo y una actuación real y comprometida que se vea en casi cualquier escenario de nuestro día a día. No solo las grandes naciones deben saber convivir entre ellas reduciendo conflictos y diferencias, también en las relaciones cercanas de nuestra cotidianidad. La culpa de que se tambaleen los pilares de la convivencia familiar la tiene la maldad: envidias, soberbia, rencores, venganza y todos sus derivados que acaba con la paz individual, y esa misma lacra es el lastre de la convivencia universal y eso repercute en la paz mundial.

El valor de saber convivir vertebra cada área de nuestra existencia. Es esencial para ser feliz en pareja y para formar una familia y criar a los hijos. La convivencia debe estar patente en cualquier finca de vecinos, oficina de trabajo, así como en cualquier umbral que crucemos en el que haya personas.

La convivencia es la responsabilidad de conocer y comprender al otro, viéndonos a su vez, reflejados en los demás. En esta dinámica social hay grandes dosis de empatía, de sentimientos y de tolerancia.

La convivencia nunca será posible si no logramos apreciar al otro, a esa persona que, como yo, tiene sus puntos de vista, sus orígenes, sus valores y necesidades. Todos somos diferentes e iguales a la vez, todos somos dignos de aprecio, respeto y de la oportunidad de construir la vida que deseemos. Algo así exige sin duda de mayor compasión y solidaridad entre nosotros.

La convivencia y el valor de avanzar unidos por unos mismos propósitos. Para convivir en un escenario cambiante, lleno de incertidumbres y amenazas, los seres humanos han tenido que actuar en grupo a lo largo de nuestra historia. Es así como sobrevivimos como especie y así como deberemos hacerlo en momentos de dificultad. Para conseguir tal elevado fin, es esencial dejar a un lado las diferencias, los egoísmos e intereses particulares.

No nos olvidemos del cuidado de nuestro planeta, el hogar que nos acoge. Pero sería casi imposible hablar del valor de la convivencia si no tuviéramos en cuenta el contexto, el hogar que nos acoge y que hace posible que cada uno de nosotros estemos aquí. Todos comprendemos la relevancia de atender aspectos como la paz, la igualdad social, la no discriminación, la no violencia en cualquiera de sus formas…

Bien, un aspecto capital que es imposible dejar de lado en estos momentos es la necesidad de atender, cuidar y proteger a nuestra madre tierra y sus ecosistemas. Si la vida es equilibrio y el equilibrio lo trae la armonía de saber convivir entre nosotros, es urgente también que atendamos al hogar que nos tiene hospedados tanto a nosotros como a las próximas generaciones.

La sana convivencia nos permite vivir desde los valores y desarrollarnos como personas, pudiendo convivir con los otros, nos permite expresarnos con los demás, damos a conocer cuáles son nuestros valores y costumbres, pues, nuestro comportamiento en nuestra mejor carta de presentación.

Los valores son cualidades que benefician a todos por igual, ya que se dan en la medida en la que se obtienen y se obtienen en la medida en la que se dan. Entre los valores que más se destacan encontramos: la libertad, la honestidad, la responsabilidad, la igualdad, la disciplina, la puntualidad, la lealtad, la humildad, la tolerancia, el respeto y el diálogo; la solidaridad, la justicia, la equidad, la fidelidad, la prudencia, la perseverancia, la integridad; aunque existe una diversidad no menos importante, todos forman la columna vertebral para regir las acciones de los individuos dentro de la sociedad.

La convivencia está en peligro. Reflexionemos en cada uno de estos aspectos entendiendo, sobre todo, que la convivencia empieza en casa, en los escenarios más próximos a nosotros. Todos somos importantes en ese engranaje social, emocional y existencial y eso se refleja a nivel mundial. Y, la situación caótica que hoy refleja el mundo, habla de la pérdida de humanidad de una sociedad enferma, liderada por enfermos cuyo afán es demostrar su poder destruyendo vidas inocentes... 

El reflejo de nuestro mundo actual es deplorable e inhumano. La lucha de poder de los tiranos afecta a la convivencia y al bienestar de la sociedad, y el desencanto y la desesperanza se apodera de la sociedad y el convivir se ve alterado por la apatía y la incertidumbre, y la sensación de peligro te invade, y la congoja y la frustración van minando nuestro estado de ánimo. Sí, en manos de los gobernantes actuales, la humanidad está en peligro. Este no era el plan del Creador...


 Fotografía: Internet

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