miércoles, 4 de octubre de 2023

De qué depende...

 

La felicidad depende de la paz interior, la cual depende de la bondad. En un ser bondadoso, no hay lugar para el enfado, los celos, la envidia o la inseguridad. Una mente en calma y con confianza en uno mismo, son las bases para las relaciones pacíficas con los demás, porque cambiar el mundo para mejor comienza con los individuos creando paz interior con ellos mismos.

La ira es nuestro auténtico enemigo ya que se haya en nuestra mente. La ira no cambia nunca su naturaleza, siempre hiere y destruye. Y lo que es peor, aniquila nuestras propias fuerzas y energías. Cometemos errores cuando las ira invade nuestras emociones, porque nos conducen a cometer malas acciones.

Cuando las personas se enfadan pierden toda la percepción de la felicidad. Con su mal carácter van como culpando a los demás de su enfado, y aunque sean bien parecidos y aparentemente pacíficos, sus caras se vuelven lívidas y feas. La ira trastorna su bienestar físico y perturba su descanso, también destruye sus sueños e ilusiones y los agota física y moralmente. Esas personas ahuyentan la calma y la felicidad, no son capaces de valorar y agradecer lo que reciben, no aprecian a las personas que les ayudaron y que merecen su confianza y gratitud

Cuando un individuo posee la base espiritual necesaria, no se dejará vencer por la ira ni por la tentación de la apariencia y la locura de poseer. Sabrá encontrar el justo equilibrio sin exigir demasiado. El peligro constante es abrir la puerta a la soberbia, uno de nuestros más encarnizados enemigos, y ahí reside el verdadero beneficio de tener un espíritu en calma. Aunque haya religiones diferentes, lo importante es que todas coincidan en su objetivo principal: ayudar a ser buenas personas y estar en paz con los demás.

A través de la paz interior se puede conseguir la paz en el entorno y en el mundo. Aquí la responsabilidad individual es bastante clara, ya que la atmósfera de paz debe ser creada dentro de uno mismo, y allá dónde vas la paz reinará. 

Tengamos la seguridad que al final siempre prevalecerá la verdad y el amor entre los hombres por sobre la violencia y la opresión. Ese es lo ideal de la humanidad; vivir la vida viviendo en paz.

 

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