¿Qué es el Trastorno obsesivo compulsivo? El Trastorno obsesivo-compulsivo, denominado popularmente como TOC por sus siglas, es un trastorno caracterizado por pensamientos obsesivos y por acciones compulsivas como limpiar, verificar, ordenar, acumular, etc.
Las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos
repetitivos e indeseados que causan ansiedad y malestar a las personas con TOC.
Las obsesiones ocurren de manera invasiva, independientemente de la voluntad de
la persona y llegan a ser tan frecuentes e incapacitantes que pueden dominar
por completo la vida de quien sufre TOC, y de quienes conviven con ellos.
Ahora que tenemos que reconocer que con la pandemia todos nos hemos vuelto un poco maniáticos. El terror a contagiarnos por el Covid-19 ha puesto a prueba nuestro control y el miedo nos ha dominado por momentos y la psicosis colectiva es palpable, menos mal que no hemos podido relajar un poquito, aunque aún no podemos bajar la guardia.
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se caracteriza por un
patrón de pensamientos y miedos no deseados e incontrolables —las obsesiones—
que se acompañan de ansiedad y provocan comportamientos repetitivos o
compulsiones. Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades
diarias y causan un gran sufrimiento emocional. Su intensidad puede ser leve,
moderada o grave, suele ser un trastorno crónico y empeorar en periodos de
estrés: especialmente si la causa del estrés es un aumento de la
responsabilidad personal. Por ejemplo, experiencias como cargar con una mayor
responsabilidad en el trabajo o tener descendencia, etc., pueden venir seguidas
de un aumento de los síntomas. Aunque puede surgir a cualquier edad, este
trastorno suele diagnosticase a principios de la edad adulta. “De un caso a
otro pueden variar los comportamientos”, explica el doctor Salvador Somaza Peñuela,
neurocirujano en el Instituto de Neurociencias Teknon. En general,
podemos señalar las siguientes preocupaciones como posibles signos de TOC:
De limpieza… El lavado personal es la compulsión más frecuentemente asociada a la obsesión de contaminación y de asco. Las personas con este tipo de compulsiones pueden lavarse las manos con demasiada frecuencia, cada vez que tocan algo se lavan, lavarse compulsivamente las manos hasta terminar irritadas y agrietadas. Y cada vez que salen a la calle al llegar el ritual de zapatos, bolsas, el no tocar nada ni sentarse hasta no pasar por la ducha. Todo lo llevan a lo excesivo en apariencia, y en el ritual aparentan calmar su obsesión, por eso están todo el día pasando servilletas o toallitas por todo, sus excesos maniáticos les lleva a gastar excesivamente, porque creen que por gastar productos, limpian. Creen que gastar mucho champú en el pelo queda más limpio, que por llenar la boca de pasta limpia mejor los dientes y es al contrario; mucho champú necesita de mucha agua y ahoga el brillo del pelo, mucha pasta de dientes no permite el correcto cepillado, porque la pasta impide el contacto del cepillo con los dientes, pero lo peor es, que no se les puede decir nada. Esta conducta típicamente ocurre después del contacto con otras personas, y a todo lo que entra a la casa le pasan una toallita como objeto contaminado.
Las compulsiones mentales son pensamientos o actos mentales que, como las conductas observables, son realizadas para neutralizar o reducir la ansiedad provocada por la obsesión. Es común repetir palabras, frases o números con el fin de aliviar la angustia, y se confunden frecuentemente con las obsesiones porque son conductas encubiertas en lugar de motoras; la diferencia fundamental es que las obsesiones generan ansiedad y las compulsiones la reducen o previenen.
Para luchar contra el trastorno obsesivo compulsivo.
Además de los tratamientos convencionales —como la psicoterapia y fármacos—, nuevos métodos como la
estimulación cerebral profunda también puede ayudar a tratar los casos más
severos de TOC.
Aunque, en mayor o menor medida, todos podemos manifestar
antes o después alguno de estos síntomas, debemos preocuparnos cuando
interfieren en las actividades de la vida diaria y causan un gran sufrimiento
emocional. En cuanto al origen, continúa el especialista, “no está claro, pero
las teorías apuntan tres posibles causas: cambios en la bioquímica del
organismo o de las funciones cerebrales, factores genéticos y factores de
riesgo como enfermedades infecciosas, acontecimientos estresantes de la vida o
trastornos de ansiedad”. De todas formas, lo más probable es que no haya una
sola causa del TOC, sino que la aparición del trastorno sea multifactorial.
Así, a las alteraciones genéticas se suman otras alteraciones en un
neurotransmisor, la serotonina, que también se encuentra alterado en la
depresión y la ansiedad. De ahí que la mayoría de los fármacos prescritos hasta
el momento utilicen como diana de tratamiento este neurotransmisor.
Decir que, para el diagnóstico del TOC,
habitualmente se emplean los criterios establecidos a nivel psiquiátrico para
los trastornos mentales, lo que implica una evaluación psicológica sobre
pensamientos, sentimientos, síntomas y patrones de conducta. Aunque no hay
ninguna prueba de laboratorio que pueda dar un diagnóstico de TOC preciso,
también se realiza un examen físico y análisis de sangre de rutina para evaluar
la condición general del paciente. En cuanto al tratamiento, incluye la
psicoterapia, terapia farmacológica o una combinación de ambas.
Psicoterapia: “La de tipo cognitivo-conductual es la terapia
psicológica de elección más habitual para tratar el TOC”. También se puede
plantear la terapia de exposición con prevención de la respuesta (EPR), que
implica una exposición gradual a los miedos de forma controlada para aprender a
controlar obsesiones y compulsiones.
Terapia farmacológica: “La pauta puede incluir antidepresivos y es muy importante mantener el tratamiento, aunque mejoren
los síntomas, y seguir la pauta de revisiones periódicas programadas con el
especialista”.
Sin embargo, aproximadamente un 10% de los pacientes con TOC
tienen formas crónicas muy incapacitantes de la enfermedad, resistentes a las
terapias conservadoras actuales, lo que conlleva un deterioro significativo
para su calidad de vida. Para ellos, puede ser de utilidad la estimulación cerebral
profunda (ECP) o ‘deep brain stimulation’.
Una nueva alternativa: “Se trata de un tratamiento quirúrgico
que consiste en implantar un aparato similar a un marcapasos en puntos
específicos del cerebro. Seleccionando estos puntos, se han conseguido beneficios
terapéuticos para enfermedades resistentes al tratamiento, el dolor crónico, la
enfermedad de Parkinson, el temblor esencial o la distonía. Básicamente, lo que
se consigue es cambiar la actividad cerebral de una manera controlada, y sus
efectos son reversibles. La experiencia ha llevado a expandir el uso de la ECP
a otras áreas. Tal es el caso del uso cada vez mayor en el tratamiento del TOC
resistente a tratamiento médico”. Veinte años después de su primer uso en un
paciente con TOC, los resultados confirman que la ECP es un tratamiento
prometedor para los pacientes con formas graves y resistentes del trastorno. La
máxima reducción de los síntomas se alcanza en la mayoría de los pacientes que
responden al tratamiento en los primeros 12-14 meses tras la implantación. Los
informes indican una tendencia consistente a que esta mejora temprana se
mantenga a medio y largo plazo para la mayoría de los pacientes.
“Aproximadamente, un 50% de los pacientes tienen una respuesta buena y
sostenida a la ECP, un 23% responden en forma parcial aliviando la
sintomatología del TOC y un 27% no responden”. Además, según explica el Dr.
Somaza, “un reciente estudio, que analiza a través de una revisión sistemática
la experiencia mundial de los últimos 20 años, ha mostrado que existe una
mejoría significativa de los síntomas depresivos y de la funcionalidad global,
normalmente en paralelo a una mejora de los síntomas obsesivos. En relación con
los efectos adversos de la ECP, estos son leves y transitorios y mejoran tras
ajustar los parámetros de estimulación”. Fuentes varias.
Fotografía: Internet
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