Distanciamiento afectivo en la familia, ¿por qué ocurre? Falta
de comprensión, valores diferentes, palabras que no se olvidan... La distancia
entre algunos miembros de la familia puede deberse a distintas causas. Este es,
además, un hecho que se da con más frecuencia de la que pensamos.
El distanciamiento afectivo en la familia no sucede de un día
para otro. Por lo general se macera poco a poco, al acumular un exceso de
decepciones, rencores callados ante determinados comportamientos, palabras
dichas o silencios que enfriaron emociones. Sea como sea, todas estas dinámicas
pueden darse en cualquier miembro de la unidad familiar y dejar heridas
perecederas, dice la psicóloga Valeria Sabater.
Padres e hijos, hermanos, tíos, primos, abuelos… En toda
familia hay desavenencias. Es muy posible que tú y yo hayamos vivido esta
realidad con más de un miembro cercano. De hecho la distancia física y sobre
todo emocional, desgraciadamente, se da más de lo deseable. Son muchos los
hogares que cuentan con algún familiar que ya no viene de visita, que no se felicitan en días de aniversarios ni se llaman por teléfono para saber qué tal va
todo.
Para muchos, es ley natural. No es fácil llevarse bien con
todos los que integran un árbol familiar. Sin embargo, esta situación resulta
un poco más problemática cuando surge entre padres e hijos. Así, y aunque
tengamos claro que los lazos de sangre no aseguran el afecto ni son una
imposición para mantener ese vínculo, dicha situación puede vivirse con cierta
tristeza por alguna de las partes.
Cada uno sabe sus cosas y Dios la de todos. Y ¿qué causas
pueden llevar al distanciamiento? El distanciamiento afectivo en la familia es
un tema bastante descuidado en la literatura de investigación. Disponemos, por
ejemplo, del trabajo realizado por el neuropsiquiatra Richard Conti, de la Universidad
Kean de Nueva Jersey. Algo que nos revela es que estas situaciones se dan con
bastante frecuencia y que se dan en mayor grado entre primos, tíos y sobrinos.
Sin embargo, donde surge mayor sensación de angustia y desgaste psicológico es
en la familia nuclear (padres, hijos, hermanos).
Cada vez se habla un poco más sobre el tema. Y se hace
también porque vemos figuras públicas que dan el paso, que hablan sobre ello y nos hacen ver que alejarse de las respectivas familias es algo común. Sabemos
de desavenencias familiares de reyes, princesas, actores, cantantes, etc.
Visto desde fuera nos puede resultar triste y hasta
incomprensible. Sin embargo, las dinámicas que se tejen en un hogar y entre un
grupo de personas llegan a ser muy complejas. Salvador Minuchin, médico
psiquiatra y destacado terapeuta familiar, decía que “crecer y madurar es
aprender a separarse”. No obstante, hay separaciones que se dan de manera
dolorosa y hasta distorsionada creando heridas para siempre.
Para comprender dichas situaciones cabría preguntarse: ¿Cómo
concibes la vida? ¿Qué esperas de ti? ¿Cuáles son tus valores? A menudo, cuando
nos respondemos a estas cuestiones descubrimos que nuestros familiares
mantienen ideas opuestas a las nuestras, sin embargo, esto no debería
ser ningún problema. Las mejores familias no son aquellas que coinciden en
todo, sino las que, a pesar de las diferencias existentes, se respetan.
Esto último no es algo que se dé muy a menudo. El origen de
muchos distanciamientos surge por el choque de valores y expectativas
irreconciliables. Hay padres que sitúan en sus hijos unas elevadas expectativas
e hijos que no encajan en las visiones particulares de los progenitores.
El bienestar y la armonía del hogar se nutre de cariño,
alegría y respeto: los padres cuidan y educan a sus hijos y los hijos aprenden
y respetan a sus padres. Pero en un hogar pueden conjugarse infinitas dinámicas
insalubres, muchas de ellas ocasionadas por estilos y maneras de proceder que chocan
y desgastan las relaciones: madres emocionalmente frías, padres autoritarios,
hijos déspotas y egoístas, hijos con una comunicación violenta y comportamiento
impulsivo, hermanos que te ven como rival y te traicionan y levantan falsos testimonios para desprestigiar tu personalidad. Lo peor que puede suceder en una familia, es que arraiguen los
celos y la envidia entre hermanos, eso hace saltar por los aires la paz y la armonía
familiar… Hay caracteres intratables que destruyen la convivencia, pero muchas
veces en esos comportamientos se esconden patologías y trastornos psicológicos
no diagnosticados.
Esa variedad de caracteres va creando poso, abriendo heridas
que no cicatrizan y haciendo de la convivencia algo insufrible. Cuando los
hijos no respetan a sus padres y les obligan a mediar y posicionarse en sus
conflictos y los culpan de sus errores, poco a poco se va creando un
distanciamiento afectivo en la familia que se hace patente y evidente.
En estas circunstancias, los hijos dejan el hogar y
espacian las visitas y el contacto hasta que llega un momento en el que ese
vínculo se desgasta para siempre. A menudo, se puede experimentar alivio por
esa distancia, por no tener que verse en situaciones dolorosas y problemáticas.
No obstante, en ciertas ocasiones, a pesar del silencio en la comunicación, sigue
pesando la sombra de la tristeza y la decepción por no saber encauzar la
situación.
También suele darse otro hecho. Cuando fallece alguno de los
progenitores también puede enfriarse el trato entre hermanos. La pérdida de la
figura más querida supone, en muchos casos, un impacto bastante complejo. La
casa de los padres suele ser el punto de encuentro donde se reúnen los
hermanos, y una vez fallecen, por lo general, cada hermano va por su lado
sumido en las vicisitudes del día a día; lo común se vuelve particular.
Tal y como podemos ver, son muchos los desencadenantes de la
ruptura de la relación entre los miembros de un hogar. No obstante, cabe
señalar que hay distancia que están justificada: caracteres irascibles, conflictos insalvables,
sufrimientos, violencia intrafamiliar… Ahora bien, a pesar de que ese
alejamiento sea en ocasiones necesario, la sociedad sigue viendo este hecho con
malos ojos.
Hoy en día las políticas del gobierno parecen ir destinadas a restar valor a la institución familiar, pero la familia es y será el pilar fundamental de la sociedad. La familia se sigue concibiendo como una institución sagrada, donde triunfa el amor y reina la armonía y la alegría de ser parte de una unidad; otra cosa es, que las
rivalidades, celos, envidias, intolerancia y falta de respeto, desencadene desavenencias y abra heridas, recelos, rencores, ira, venganza… En estas
circunstancias, la familia puede ser el escenario y el origen de sufrimiento e infelicidad.
Pero no perdamos la esperanza, tengamos fe de que un día se
valorará la grandeza de la familia en el engranaje de esta sociedad desencantada,
que buscando la felicidad, no ve que ésta nace en el seno de sus raíces.
Fotografía: Internet
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