sábado, 1 de enero de 2022

Lo que tenga que ser será


 

No te preocupes. Tú eres más fuerte que tus miedos. Tus fuerzas son mayores que tus dudas. Aunque tu mente está confundida, tu corazón siempre sabe la respuesta. Con el tiempo, lo que hoy es difícil, mañana será una conquista. Esfuérzate por lo que realmente te llene el alma. Y ten la virtud de saber esperar, porque, lo que tenga que ser, que sea, y lo que no, por algo será.

Lo que tenga que ser será a su tiempo y en su momento. Merece la pena darle una vuelta porque es una expresión ambivalente, sirve para aquél que no se quiere esforzar o responsabilizarse, como para aquél que acepta que hay cosas que escapan a nuestro control y en momentos de incertidumbre necesitamos confiar, confiar plenamente.

Hay un momento justo para cada cosa, por lo que no debemos apresurarnos ni agobiarnos por conseguirlo. Si somos pacientes, podemos estar seguros de que lograremos lo que deseamos. El destino es incierto y a veces simplemente los vientos no soplan a nuestro favor ni nuestras velas están por la labor de izarse a pesar de nuestro empeño.

Dicen que las mejores cosas no se planean, que simplemente suceden y que es mejor no presionar al tiempo. Porque realmente si algo debe pasar, sucederá de todas maneras. Y si no debe hacerlo, pues no lo hará. Así de simple.

Por eso de vez en cuando es bueno no planear ni esperar, dejar de exigir razones por las que seguir avanzando por un camino que no vemos muy claro y bajarnos del mundo de las expectativas y de las programaciones. Y a veces, por salud, es mejor tomar distancias.

El hecho de que las cosas sean más sencillas de lo que en origen nos planteamos nos abre un gran abanico de posibilidades para disfrutar de la vida desde otra perspectiva mucho más relajada y armoniosa para nuestro bienestar.

Todo pasa, todo llega, todo se transforma, dice la psicóloga Raquel Aldana. Probablemente todos estaremos de acuerdo en que somos producto de nuestras circunstancias y de nuestros deseos. Sin embargo, a veces estos resultan incompatibles o, al menos, nos cuesta digerir las consecuencias que acarrean. Esto genera preocupaciones que hacen que nos sintamos angustiados y, como se suele decir, amargan nuestra existencia. En ocasiones como esta, es bueno que echemos mano de un famoso proverbio árabe que encierra en sí mismo una lógica aplastante: Si tiene solución, ¿por qué te preocupas? Y si no la tiene, ¿por qué te preocupas?

Lo cierto es que sí, parece obvio que no deberíamos preocuparnos de aquello que no podemos resolver, pero dejarse llevar y mantener la calma en ciertos momentos puede ser prácticamente imposible. Por eso deberíamos aprender que hay ciertas cosas que se escapan de nuestro control y hay que dejar que la vida fluya, aceptando, aunque no entendamos los por qué de ciertos acontecimientos.

No somos la coraza, somos la respiración, el latido. Somos aquello que digerimos, las piedras con las que tropezamos, los rasguños que no curamos y los finales trágicos de nuestra vida. No somos todo sonrisas, alegrías o verdades, también somos mentiras (las que nos cuentan y las que nos contamos), somos las críticas y las lágrimas que no lloramos, somos los jirones de las embestidas, somos el desgaste del camino.

Así que para abarcar con nuestras riendas todo lo que nos compone lo tenemos más que complicado. Pero esto no significa que tengamos que desconfiar de la felicidad o, simplemente, de las casualidades de la vida.

No se trata de creer o no creer en el destino, sino de dejar que las circunstancias nos sorprendan y así abrir las ventanas del relax emocional para que nos ayuden a reavivar nuestros sentimientos.

De vez en cuando es necesario huir de nosotros mismos y de nuestras expectativas. O sea, 'parar el tiempo' para tomar perspectiva, contar hasta diez y rellenar de oxígeno nuestros pulmones. Esto nos ayudará a no perder trenes y a no arrepentirnos de aquello que hemos perdido, pero aceptando que según se desarrollen las circunstancias hay que ir actuando, y cuando tenga que ser punto y final, que lo sea, pero respetemos los puntos suspensivos, las comas y los puntos y aparte.

Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte y que es precisamente ese impulso el que te ayuda a recorrer kilómetros y kilómetros de caminos de piedras con los pies descalzos.  La verdad es que la clave está en estrujar los errores y en disfrutar de los vientos de cambio, pero los errores de los demás no son tus errores, aunque los errores familiares te pueden hacer sufrir, sé fuerte, aguanta, que el que cae tiene la oportunidad de levantarse. Confía en que todo tiene un recorrido y un final, y la verdad siempre aflora y el tiempo pone a cada uno en su sitio, y Dios no abandona a quienes acuden en su auxilio.

Recuerda que hay que activar la ilusión y la esperanza para que las fuerzas no decaigan. No dejes que la vida pase mirando cómo se consumen las pilas de tu reloj, no retrocedas en el tiempo, dales continuidad a los aconteceres de la vida. No intentes planear cada milímetro de tu recorrido, a veces simplemente necesitas desenfocar el visor y dejarte llevar por las casualidades que envuelve el ahora y el ayer para encontrar el sentido a las vivencias y experiencias que atesoras.

Los tiempos del tiempo se suceden, un año se despide y otro abre la puerta.  Llegado un Año Nuevo, la tradición manda recibirlo ‘con el pie derecho’ al ritmo de las doce campanadas del reloj, comiendo en Nochevieja una a una las doce uvas de la suerte, para que el futuro, que siempre soñamos mejor que lo que conocemos, nos sea favorable, pues,  alzando la copa brindemos con alegría para que los sueños se realicen y se cumplan todos los deseos.

Colosenses 3:9-10: Cuando eres capaz de despojarte de lo viejo y liberarte del pasado, es momento de no mentir. Vivir una vida en plenitud, con lo que eres y deseas para seguir renovado en la vida. Usando un conocimiento previo verdadero y fiel.

Como cristianos entramos ilusionados en el Nuevo Año, cargados de esperanza ilusionante y una fe firme y fuerte. Nosotros peregrinos en esta tierra, siempre tendremos que estar saliendo del pasado – sin renunciar a él y a sus valores-, buscando la felicidad, esa felicidad saciante, caminando como nómadas errantes sin hallar reposo, pues nuestros anhelos rebasan las fronteras de los años y de toda la vida terrena. El cansancio, el desgaste físico, las seguridades dejadas atrás, la distancia recorrida, la lejanía de la rutina cotidiana, la incursión en lo inexplicable que se nos hace extraño, son elementos que hacen mella y nos van introduciendo en la dinámica de ir despojándonos de todo aquello que nos ata y nos pesa, y para liberarnos del desanimo que paraliza y avanzar livianos, es necesario que sacudamos las cargas que no nos pertenecen, porque cada cual debe cargar con sus propias posibilidades y calamidades, pero frente a la desolación y el desánimo, siempre nos queda la esperanza.

Belén, siempre es para los hombres de buena voluntad, el lugar del contagio de esa esperanza. Siempre un niño trae un canto de esperanza a la vida, y en Belén nos ha nacido un Niño, en cuya sonrisa podemos vislumbrar el proyecto de Dios para nuestro futuro. Es un niño que empieza a caminar con nosotros en este peregrinaje de los años de una vida perecedera, hacía la Vida verdadera. Esta presencia debe disipar todos los temores que nos embargan. Pues como decía san Pablo: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?… ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? … Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Lo que tenga que ser será… No frenes la ilusión de caminante. Lo hermoso de un nuevo año, es que con él nacen miles de oportunidades. Es una oportunidad para disfrutar y para empezar con nuevos propósitos y llevar a cabo los proyectos siempre pendientes por realizar. Por cada día del nuevo año un nuevo sueño por el que luchar. Que en este nuevo año la rutina se convierta en sorpresa, las lágrimas en sonrisas y la tristeza en alegría. Y pase lo que pase, Dios será nuestro refugio y nuestra esperanza.

Dijo un sabio: Que llegue quien tenga que llegar, que se vaya quien se tenga que ir, que duela lo que tenga que doler, que pase lo que tenga que pasar.

¡FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO! ¡FELIZ 2022!


Fotografía: Internet 


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