martes, 11 de enero de 2022

El gran valor del tiempo

 

Cuentan que un viajero cruzando el desierto vio a un nómada pensativo sentado al pie de una palmera, junto a sus camellos cargados. El viajero supuso que era un mercader que se dirigía a alguna ciudad vecina a vender objetos de valor: joyas, perfumes y tapices...

Y, como llevaba demasiado tiempo sin hablar con alguien, se acercó al mercader pensativo y le dijo:

—Buen amigo, ¡salud! pareces muy preocupado. ¿Puedo ayudarte en algo?

—¡Ay! —respondió el mercader—. Me encuentro muy afligido porque acabo de perder la joya más valiosa de todas…

—Bueno, la perdida de una joya seguro que no es gran cosa para ti. Llevas gran cantidad de ellas en tus camellos y seguro que no te costará reponerla.

—¿Reponerla? —exclamó el mercader— ¡Si fuera tan sencillo! No conoces el valor de mi pérdida…

—¿Cuál es la joya que has perdido? — preguntó el viajero. 

Una joya como ninguna otra, que no volverá hacerse jamás. Se encontraba tallada en un pedazo de piedra de la vida y realizada en el taller del tiempo. Sus adornos eran veinticuatro piezas brillantes, agrupados a su alrededor sesenta más pequeños… Es imposible que se llegue a reproducir otra joya con similares características.

—Sí, que debía ser preciosa… —expresó el viajero—. Pero, teniendo dinero ¿no podrías hacerte otra igual?

Sí que era una joya única e irrepetible: “La joya perdida era un día… Y un día que se pierde, no vuelve a encontrarse”.

Reflexionemos… ¿Qué es un día para ti? ¿Qué significa tu tiempo? Un minuto es suficiente para dejar una huella imborrable en el corazón de otra persona. Elegir a conciencia lo que quieres hacer y disfrutar de lo que acontece. Lo importante es ser consciente del momento presente y aprovecharlo con las personas que quieres y te quieren. Confía en la buena gente, gente con valores éticos y morales.

Mientras que el dinero, aunque se pierda, puede recuperarse; pero el tiempo perdido no vuelve. Por eso, no desperdicies ni gastes el tiempo en lamentarte por no haberlo sabido aprovechar. A partir de ahora, aprovéchalo y valóralo como unos de los bienes más preciados que existen.

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