sábado, 15 de enero de 2022

Mal genio

 


"Genio y figura hasta la sepultura". El mal carácter genético, dicen algunos especialistas, pero también aseguran ser herencia de la personalidad. Las personas que tienen mal carácter o mal genio siempre tienen un motivo para estar malhumorados, y eso es lo preocupante.

Todos los seres humanos tenemos impulsos, pero también tenemos la forma de controlarlos.  Las reacciones emocionales se pueden regular.  En el cerebro operan mecanismos de control que, aunque son muy complejos, fisiológicamente hablando, se pueden comprender de la siguiente manera: "todo pensamiento genera una emoción a la cual siempre le seguirá una acción".

Así pues, si una persona descontrolada interpreta (piensa) que algo no va bien en su vida, tanto en las relaciones personales o en asuntos de trabajo y no sabe cómo gestionarlo, sentirá una emoción de frustración, rabia o tristeza que se verá reflejada en conductas como: gritos, portazos o una crisis de llanto incontrolable. Pero también es posible formar hábitos saludables, filtros, así como otros recursos de la mente para el autocontrol y no actuar sin una reflexión previa... Educación y autodominio son claves para favorecer la sana convivencia.

Las manifestaciones continuas de mal genio suponen una falta de control o autodominio. Lo sufren aquellas personas que aún no han aprendido a manejar la rabia y la ira o a tolerar las frustraciones. Es normal tener esos sentimientos, lo que no es tan normal es que personas adultas hagan continuas manifestaciones externas de su ira, rabia o frustración y descarguen sin control. Alardeando de una razón de su sinrazón, gritan e insultan gesticulando exageradamente, vomitan todo lo que sienten sin ningún dominio de la situación y sin respeto hacia los demás.

Las personas hemos aprendido unas normas de convivencia a través de la educación, hemos ido aprendiendo a controlar nuestras emociones o a no exteriorizarlas. Desde la infancia nos enseñan que gritar cuando estamos enfadados, hablar a voces, insultar, etc. no son conductas educadas.

Por tanto, controlar el mal genio forma parte de un proceso de maduración personal que consiste en poder enfadarse sin perder el control de sí mismo, evitando la exageración y teniendo presente el respeto a los demás.

Diferentes caracteres. Hay personas que por naturaleza tienen un carácter tranquilo y apacible y otras que por el contrario son más nerviosas y suelen irritarse con facilidad. Dentro de estas últimas, podemos diferenciar entre las que luchan por modelar su carácter y sienten arrepentimiento cuando han provocado una pelea o discusión fuera de tono, y las que no suelen arrepentirse de sus actos, sino que los justifican y no sienten vergüenza de su actitud, pudiendo incluso llegar a ser realmente agresivos verbalmente.

Una característica de las personas que tratan de dominar el mal genio es que tras una discusión en la que ha habido gritos y malas formas, tienen un sentimiento de frustración y lo que realmente les desespera es no haber podido dominar las emociones ni haber controlado la situación. Sufren lo que coloquialmente denominamos "un pronto", pero no son verdaderamente agresivas. Estas personas, mediante el autocontrol pueden con el tiempo evitar estas reacciones, ya que tienen una voluntad positiva en este sentido.

En el otro grupo encontramos a aquellas personas que no sólo no se arrepienten de sus airadas reacciones, sino que en muchos casos incluso se jactan de ello, porque 'les puede las injusticias'... Piensan que con su actitud nadie se atreve a preguntarles el por qué de sus injustificadas reacciones, y por ello siempre encuentran razones para justificar sus exabruptos, culpando a los demás de provocadores y ellos se ven en la obligación de defenderse.

En estos casos estamos ante un problema más profundo, en muchas ocasiones suelen mezclar soberbia y mala educación y pueden hacer la vida insoportable a los que le rodean, provocando en muchas ocasiones situaciones desagradables para la convivencia. Estas personas no ven más allá de su cerrazón, por eso se hace difícil que estas personas corrijan su actitud. No quieren ver sus errores, porque argumentan que su mal genio es fruto del mal de los demás, que son los que los sacan de sus casillas.

Muchas personas utilizan su mal genio como una amenaza para lograr su objetivo. No permitas que logre su propósito porque perciba en ti temor por su forma de actuar ante cualquier situación o discusión. Si debes tratar con una persona que habitualmente sufre de mal genio y ha comenzado a exaltarse, no discutas con ella. No le des la razón por temor ni te enfrentes a su nivel, deja que se le pase y cuando esté calmada habla de lo ocurrido, siempre que tenga ratos de raciocinio, dice la psicóloga Trinidad Aparicio Pérez.

Intento controlar mi mal genio, pero hay gente que no colabora.

No se puede aprender de un error que no se reconoce. Determinados errores tienen consecuencias importantes, pero dice más de la persona el no reconocerlos y el no asumirlos, que el propio error. No hay nada realmente malo en descubrirnos a nosotros mismos fallando o viéndonos hacer cosas que no eran las que pensábamos que podíamos hacer.

Lo insano y perjudicial es vivir bajo la bandera de la incongruencia. Bajo una ceguera impuesta por nosotros mismos ante el descontrol y los malos modos. Reconocer nuestros errores y poder tomar conciencia de ellos, nos va ayudar a ser esas personas íntegras que saben controlar los prontos destructivos que hieren y hacen daño, para restablecer relaciones de vital importancia para nuestra vida.

El mal genio es lo que nos mete en líos. El orgullo es lo que nos mantienen en ellos. Neil Simon.


Fotografía: Internet

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