"Genio y figura hasta la sepultura". El mal carácter genético, dicen algunos especialistas, pero
también aseguran ser herencia de la personalidad. Las personas que tienen mal
carácter o mal genio siempre tienen un motivo para estar malhumorados, y eso es
lo preocupante.
Todos los seres humanos tenemos impulsos, pero también
tenemos la forma de controlarlos. Las
reacciones emocionales se pueden regular.
En el cerebro operan mecanismos de control que, aunque son muy
complejos, fisiológicamente hablando, se pueden comprender de la siguiente manera: "todo pensamiento genera una emoción a la cual siempre le seguirá una acción".
Así pues, si una persona descontrolada interpreta (piensa)
que algo no va bien en su vida, tanto en las relaciones personales o en asuntos
de trabajo y no sabe cómo gestionarlo, sentirá una emoción de frustración,
rabia o tristeza que se verá reflejada en conductas como: gritos, portazos o
una crisis de llanto incontrolable. Pero también es posible formar hábitos
saludables, filtros, así como otros recursos de la mente para el autocontrol y no
actuar sin una reflexión previa... Educación y autodominio son claves para
favorecer la sana convivencia.
Las manifestaciones continuas de mal genio suponen una falta de control o autodominio. Lo sufren aquellas personas que aún no han aprendido a manejar la rabia y la ira o a tolerar las frustraciones. Es normal tener esos sentimientos, lo que no es tan normal es que personas adultas hagan continuas manifestaciones externas de su ira, rabia o frustración y descarguen sin control. Alardeando de una razón de su sinrazón, gritan e insultan gesticulando exageradamente, vomitan todo lo que sienten sin ningún dominio de la situación y sin respeto hacia los demás.
Las personas hemos aprendido unas normas de convivencia a
través de la educación, hemos ido aprendiendo a controlar nuestras emociones o
a no exteriorizarlas. Desde la infancia nos enseñan que gritar cuando estamos
enfadados, hablar a voces, insultar, etc. no son conductas educadas.
Por tanto, controlar el mal genio forma parte de un proceso
de maduración personal que consiste en poder enfadarse sin perder el control de
sí mismo, evitando la exageración y teniendo presente el respeto a los demás.
Diferentes caracteres. Hay personas que por naturaleza tienen
un carácter tranquilo y apacible y otras que por el contrario son más nerviosas
y suelen irritarse con facilidad. Dentro de estas últimas, podemos diferenciar
entre las que luchan por modelar su carácter y sienten arrepentimiento cuando
han provocado una pelea o discusión fuera de tono, y las que no suelen
arrepentirse de sus actos, sino que los justifican y no sienten vergüenza de su
actitud, pudiendo incluso llegar a ser realmente agresivos verbalmente.
Una característica de las personas que tratan de dominar el
mal genio es que tras una discusión en la que ha habido gritos y malas formas,
tienen un sentimiento de frustración y lo que realmente les desespera es no
haber podido dominar las emociones ni haber controlado la situación. Sufren lo
que coloquialmente denominamos "un pronto", pero no son
verdaderamente agresivas. Estas personas, mediante el autocontrol pueden con el
tiempo evitar estas reacciones, ya que tienen una voluntad positiva en este
sentido.
En el otro grupo encontramos a aquellas personas que no sólo
no se arrepienten de sus airadas reacciones, sino que en muchos casos incluso
se jactan de ello, porque 'les puede las injusticias'... Piensan que con su actitud nadie se atreve a preguntarles el por qué de sus injustificadas reacciones, y por ello siempre encuentran
razones para justificar sus exabruptos, culpando a los demás de provocadores y ellos
se ven en la obligación de defenderse.
En estos casos estamos ante un problema más profundo, en
muchas ocasiones suelen mezclar soberbia y mala educación y pueden hacer la
vida insoportable a los que le rodean, provocando en muchas ocasiones
situaciones desagradables para la convivencia. Estas personas no ven más allá de su cerrazón, por eso se hace difícil que estas personas corrijan su
actitud. No quieren ver sus errores, porque argumentan
que su mal genio es fruto del mal de los demás, que son los que los sacan de
sus casillas.
Muchas personas utilizan su mal genio como una amenaza para lograr su objetivo. No permitas que logre su propósito porque perciba en ti temor por su forma de actuar ante cualquier situación o discusión. Si debes tratar con una persona que habitualmente sufre de mal genio y ha comenzado a exaltarse, no discutas con ella. No le des la razón por temor ni te enfrentes a su nivel, deja que se le pase y cuando esté calmada habla de lo ocurrido, siempre que tenga ratos de raciocinio, dice la psicóloga Trinidad Aparicio Pérez.
Intento controlar mi mal genio, pero hay gente que no colabora.
No se puede aprender de un error que no se reconoce. Determinados
errores tienen consecuencias importantes, pero dice más de la persona el no
reconocerlos y el no asumirlos, que el propio error. No hay nada realmente malo
en descubrirnos a nosotros mismos fallando o viéndonos hacer cosas que no eran
las que pensábamos que podíamos hacer.
Lo insano y perjudicial es vivir bajo la bandera de la
incongruencia. Bajo una ceguera impuesta por nosotros mismos ante el descontrol y los malos modos.
Reconocer nuestros errores y poder tomar conciencia de ellos, nos va ayudar a
ser esas personas íntegras que saben controlar los prontos destructivos que
hieren y hacen daño, para restablecer relaciones de vital importancia para
nuestra vida.
El mal genio es lo que nos mete en líos. El orgullo es lo que
nos mantienen en ellos. Neil Simon.
Fotografía: Internet
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