miércoles, 10 de marzo de 2021

Es un soplo la vida

 


¿Qué es la vida? Nos da la sensación de que la vida es un soplo, un suspiro, porque comprobamos que a medida que cumplimos años el tiempo se nos pasa más rápido…

Según los expertos, la percepción que tenemos del tiempo varía en función de muchos factores: Las emociones, las enfermedades, la edad, lo placenteras o tediosas que sean las actividades con que llenamos el tiempo, la cantidad de acciones que realizas en un día, las maldades que cargues en tu conciencia, los rencores que guardes en tu corazón, la ilusión en los sueños por cumplir, son algunos de los elementos que ayudan a modular esta noción del tiempo fugaz.

En realidad, el tiempo es el mismo para todos, pero la forma en qué lo percibimos varía en función de muchos elementos. El profesor de Psicología de la Universitat de Girona, Manuel de Gracia, afirma que las emociones pueden ser “poderosas moduladoras de la percepción del tiempo”. Y pone como ejemplo una de las frases que el Nobel de Física Albert Einstein utilizaba para explicar a los profanos que el tiempo era relativo: “Una hora sentada con una chica guapa en un banco del parque pasa como un minuto, pero un minuto sentado sobre una estufa caliente parece una hora”.

Tenemos que agradecer la oportunidad de cumplir años, pues gracias a ellos cada día  podemos hacer lo que nos gusta, cumplir sueños, disfrutar de los placeres compartiendo lindos momentos con aquellas personas que más queremos, con la mirada en el horizonte, el pensamiento en el cielo y el corazón en lo que nos rodea.

Soy una persona fuerte porque conozco mis debilidades. Bella porque soy consciente de mis defectos. Valiente porque he atravesado mis miedos. Savia porque he aprendido de mis errores. Feliz porque conocí la tristeza.

La felicidad no está en vivir sino en saber vivir. No te lamentes de envejecer, envejecer es un regalo, es un privilegio negado a muchos. Sumar canas, arrancar hojas en el calendario y cumplir años debería ser siempre un motivo de alegría. De alegría por la vida y por todo lo que te ha dado. Y es que vivir tiene la peculiaridad de que va de la mano con el tiempo que hace que en nuestro rostro aparezcan arrugas y que de vez en cuando tengamos achaques. Pero todo eso es el reflejo de la vida, algo de lo que nos podemos sentir muy orgullosos.

Es inevitable, las arrugas nos recuerdan dónde han estado las sonrisas, son bonito reflejo de la edad contada por el tiempo que nos hacen darnos cuenta de lo efímera y fugaz que es la vida. Cumplir años es motivo de alegría, quizás haya quién se entristezca por tener la oportunidad de cumplir años, por miedo de que al envejecer perdamos lozanía y capacidades, porque se piensa en la vejez como un castigo de manera peyorativa y humillante, o porque al cumplir años nos hace mirar hacia atrás y plantearnos qué hemos hecho durante nuestra vida. No será agradable mirar atrás y ver en el camino las lágrimas que hiciste derramar, y escuchar el quejido de dolor por el daño que ocasionaste.

Doy gracias por cada año cumplido. Debemos agradecer a la vida la oportunidad de permanecer y de tener la capacidad y la conciencia de disfrutarla viviéndola. ¿Qué sentido tiene lamentarnos y quejarnos por tener posibilidades? Aunque es verdad que daríamos lo que fuese por tener a aquellos que perdimos a nuestro lado. ¿Por qué no le ponemos ganas a la vida y dejamos de disimular nuestro caminar?

Cumplir años debería ser un motivo de alegría. Cada día significan 1440 minutos de nuevas opciones, de maravillosos pensamientos, de cientos de matices en nuestros sentimientos. Cada segundo nos hace más capaces de experimentar y de aprovechar todas las opciones que nos brinda nuestro alrededor.

Cada año es una medalla, una oportunidad para atesorar recuerdos, para hacer nuestros los instantes, para respirar con fuerza y orgullo. Mientras viva cumplo sueños, sea el tiempo que me quede, segundos, minutos, horas, días, meses, años…

¿Qué cuántos años tengo? Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos y las ilusiones se convierten en esperanza. No necesito marcar con un número mis sueños logrados o las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas y mis anhelos apagados… Mis años valen mucho más que eso.

Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz como el atardecer en la playa.

Tengo los años en los que al mirar hacia atrás veo mi camino aún floreciendo, porque no sembré odios ni rencores, siempre caminé sonriendo, y a aquellos que me desprecian les seguiré sonriendo.

Tengo los años necesarios para vivir libre y sin miedos y hacer lo que quiero y siento. Quiero seguir sin temor por mi sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos. Lo que importa es la edad vivida a conciencia, la edad que vibra con mis días felices junto a quienes me han querido y quiero.

Vivir no es ver pasar los días, es sentir el latido del aliento. Vivimos, aprendemos, amamos, sonreímos y a veces la vida nos golpea duro, pero aun así tratamos de sobrevivir. Entre la niñez y la vejez hay un instante llamado vida. No me lamento de envejecer. La vida es un regalo que no todos tienen el privilegio de disfrutar. Es un frasco de suspiros, de tropiezos, de aprendizajes, de placeres y de sufrimientos, por eso en sí misma es maravillosa, porque a cada paso crezco, aprendo y todo lo agradezco.

Y también por eso es imprescindible aprovechar cada momento, hacerlo nuestro para  sentirnos afortunados. Acumular juventud es un arte que consiste en hacer que importe la vida de los años más que los años de vida. En definitiva, hacer que nuestra existencia tenga sentido, porque ha valido la pena haber hecho el camino.

No resulta tan esencial si sumamos canas, arrugas o si nuestro cuerpo nos pide tregua cada mañana. Lo que verdaderamente es relevante es crecer porque al fin y al cabo, cumplir años es inevitable, pero envejecer es opcional.

Hay que vivir el presente, aprender del pasado y mirar hacia el futuro. Lo que más envejece no es el tiempo, sino muchas veces la cobardía. La cobardía de no saber aceptar lo que fue y la de no saber reconciliarse con los hechos. No por formar un grupo para tergiversar la realidad y consensuar los mismos argumentos para librarse frente a la sociedad, se van a librar del juicio de Dios. Hay que fijar los ojos hacia adelante en lo que puedes hacer, no hacia atrás en lo que no puedes cambiar. Pero si tomas conciencia de que has podido hacer daño (y quién hace daño es consciente de ello),  no demores en reconocer tu error, libérate de tu carga, sincérate y habrás ganado el cielo.

La vida es un soplo un suspiro. Mi historia es vivir, soy poco a poco, día a día. Vivo la buena vida con fe, amor y alegría. Decidí vivir conservando mis ilusiones, ver lo positivo, dejar atrás lo que no merece la pena y apartarme de quienes me hacen daño. Decidí avanzar mi senda con las personas que quieran caminar conmigo, porque nos une un corazón, un sentimiento, un destino… 

Los años pasan rápido. Es como la niebla que nos envuelve y se va. Vuelan sin que nos demos cuenta. Se deslizan como agua del río, veloces como golondrinas. Transcurren con más rapidez que el viento. Nuestra vida es como un sueño del que despiertas al amanecer y al amanecer de cada día renazco, porque un nuevo día te sorprende, abres los ojos y expandes el alma para sentir cada palpito que alienta tu ser.

«La vida es un soplo. Todo acaba. Me dicen que después que yo muera, otras personas verán mi obra. Pero esas personas también morirán. Y vendrán otras, que también se irán. La inmortalidad es una fantasía, una manera de olvidar la realidad. Lo que importa, mientras estamos aquí, es la vida, la gente. Abrazar a los amigos, vivir feliz. Cambiar el mundo. Y nada más”. Oscar Niemeyer

Yo, cada año que pasa, soy más feliz... Feliz porque aprendí de mis padres a respetar y a ir con la verdad... Feliz porque no he pretendido vivir la vida de nadie, sino la mía...

Tengo los años que me quedan por vivir, porque los que ya viví, ya no los tengo. Galileo Galilei.

Pase lo que pase, me veréis erguida,

celebrando los días sin ningún motivo,

dándome un abrazo con todas mis fuerzas,

ganando sonriente trance del destino.

Pase lo que pase, seguiré adelante,

si se acaba el mundo, pintaré un camino,

y voy al encuentro de mis queridos padres

y entre sus brazos encontraré abrigo.


Fotografía: Internet

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