San José: Esposo de la Virgen María. Patrono de la familia, patrono de la Iglesia Universal, patrono del trabajo y
los obreros, patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria,
Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú y Vietnam.
José, nombre de origen Hebreo, significa: Dios proveerá. Las
fuentes biográficas que se refieren a San José son, exclusivamente, los pocos
pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos
sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el
ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el
matrimonio con María. La tradición popular imagina a San José en competencia
con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él
porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció
prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda
tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento
refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.
José, esposo de María, madre de Jesús. Descendiente de David, José
era el padre putativo de Jesús, a cuyo nacimiento asistió en Belén. Vivió en
Nazaret ejerciendo el oficio de carpintero y, al parecer, murió antes de que
comenzase la vida pública de Jesús. Su culto, extendido en Oriente antes del
siglo V, no llegó a Occidente hasta la Edad Media. En 1870 fue proclamado
patrón de la Iglesia universal; es también patrono de los carpinteros y de los
moribundos.
Dentro del cristianismo, San José encarna las virtudes de la
honestidad, el amor al trabajo y la fe inquebrantable en Dios. Los hechos
relativos a la vida de San José aparecen en los Evangelios, sobre todo en los
de San Mateo y San Lucas. Descendiente de la casa del rey David, José se casó
con María, pero, antes de que cohabitasen, supo que María había concebido un
hijo.
San José, «como era realmente bueno y no quería denunciarla,
determinó repudiarla en secreto» (Mateo 1:19). Sin embargo, un ángel se le
apareció en sueños y le reveló que el hijo que María tenía en su seno había
sido concebido por obra del Espíritu Santo.
Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a
quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Como se sabe, en los
pueblos antiguos poner un nombre a una persona o a una cosa significaba
adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20).
Tras el nacimiento de Jesús en Belén, San José, avisado de
nuevo por un ángel, tomó a Jesús y a la Virgen María y los condujo a Egipto
para huir de la furia del rey de Judea, Herodes el Grande. A la muerte del
monarca, y después de una nueva revelación del ángel, San José retornó a su
país; pero, por temor al sucesor de Herodes, la familia no se estableció en
Belén, sino en Nazaret de Galilea. Allí San José ejerció su oficio de
carpintero.
Los evangelios citan por última vez a San José en el episodio
(narrado por San Lucas) en el que Jesús se perdió durante una visita a
Jerusalén, y fue hallado por sus padres en el templo, discutiendo con los
doctores. Nada cierto se sabe acerca de la muerte de San José, aunque por la
narración evangélica parece probable que fuera antes de que Jesús iniciara su
vida pública.
El culto a San José comenzó posiblemente entre las
comunidades cristianas de Egipto. En Occidente fueron los servitas, una orden
mendicante, quienes en el siglo XIV comenzaron a festejar el 19 de marzo como
la fecha de la muerte de San José, y esta devoción tendría luego impulsores
como el papa Sixto IV y la mística española Santa Teresa de Jesús. El papa Pío
IX lo declaró patrono de la Iglesia universal el año 1870. Casi cien años
después, en 1955, Pío XII instituyó la fiesta de San José Obrero el 1 de mayo.
El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio,
aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad
de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”.
Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática
situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del
santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un
hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él
“tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el
Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes
pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de
Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a
la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de
la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.
Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de
José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a
José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José
vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de
Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del
Redentor.
Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte.
Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V
declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la
reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la
Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo
su nombre en el canon de la misa. (P. Ángel Amo)
Hoy 19 de marzo, día de San José se celebra el Día del Padre, ya que San José era el padre de Jesús, por lo que esta celebración tiene un origen religioso; aunque es celebrado tanto por creyentes como por agnósticos.
Papá, hoy sé que estás mirándome y como un ángel me cuidas y proteges. ¡Te extraño tanto, papá! Ojalá pudieras bajar un momento y abrazarme. Sé que el deseo no se puede realizar, pero te siento presente y percibo tu abrazo... ¡Te quiero papá!
Fotografía: Internet
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