martes, 23 de marzo de 2021

El sembrador

 


El mensaje de la parábola del sembrador es uno de los más populares que tiene la Biblia. También es donde el Señor Jesús narra una historia simbólica para enseñar las verdades espirituales del Evangelio.

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como Él solía enseñar: “Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno”. Y añadió: “El que tiene oídos para oír, oiga” Mateo 13:9.

Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: “A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen”. 

Jesús usó la parábola del sembrador para explicar las diferentes formas en cómo una persona recibe el mensaje de la palabra de Dios. Para empezar, en el mensaje de la parábola del Sembrador, el Señor nos enseña como la semilla de la palabra al ser plantada en el corazón del hombre tiene efectos diferentes en cada persona. Lo más relevante en esta parábola, es cómo se enfatiza en los cuatro tipos de terrenos que simboliza el corazón del hombre en quien fue sembrada la palabra.

El sembrador siembra la buena semilla en el corazón del hombre, pero el corazón del hombre no siempre recibe o acepta la buena semilla. Ni en un corazón duro ni lleno de piedras o de espino puede enraizar ninguna semilla. Solo en la buena tierra germina la semilla, en ese corazón generoso que persevera produce buena cosecha.

Esto es aplicable a la familia. Buenos padres, buenos cristianos que educan en valores a todos sus hijos por igual, con sus vivencias y ejemplo transmiten enseñanzas de vida, pero los hijos con sus malas actitudes no reflejan las enseñanzas de sus padres, y los padres decepcionados sufren al ver a sus hijos enredados entre espinos alejados de una vida ejemplar.

Así se explica que las buenas enseñanzas no siempre den los esperados frutos, todo depende de quienes la reciben; la receptividad de mente y espíritu.  Los tipos de terrenos que representan el corazón del hombre:

Los de corazón duro… La semilla junto al camino:

"Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven". Lucas 8:12.

"Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron". Mt. 13:4.

Explicación dada por Jesús: "Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino". Mt. 13:19.

Los de corazón poco profundo… La semilla sobre pedregales:

"Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Éstos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba". Lucas 8:13.

"Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó". Mt. 13:5-6.

Explicación dada por Jesús: "Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza". Mt. 13:20-21.

Los de corazón a medias… La semilla entre espinos:

"La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran". Lucas 8:14.

"Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron". Mt. 13:7.

Explicación dada por Jesús: "El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa". Mt. 13:22.

Los de buen corazón… La semilla en buena tierra:

"Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y como perseveran, producen una buena cosecha". Lucas 8:15.

"Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga". Mt. 13:8.

Este tipo de personas la Biblia las describe en Lucas 8:15, como las de "corazón bueno y recto". Y no solo eso, también dice que son las que "retienen la palabra y dan fruto con perseverancia". Por lo tanto, los requisitos para que la palabra diera fruto en este tipo de creyentes fueron, un corazón sencillo y una mente abierta para comprender la palabra de Dios, aferrándose fuertemente a ella.

Por este motivo, una de las muchas referencias que hallamos en la Palabra, es cada vez que los fariseos escuchaban al Señor, su religión y sus tradiciones impedían y chocaban con la doctrina de Cristo. De igual manera ocurre hoy en día cuando muchos no aceptan la palabra del Señor y colocando su religión por encima de Dios. Por lo cual, el corazón de estas personas estaba endurecido y la Biblia menciona cuando Esteban dijo: "¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo". Hechos 7:51.

Este tipo de personas que describe las escrituras es de corazón poco profundo, al igual que una roca con una fina capa de tierra encima. Por lo tanto, no puede echar raíz porque solo ha experimentado un gozo emocional momentáneo, pero no un arrepentimiento verdadero. Ya que, primeramente, cuando se realiza la obra redentora de Cristo en nuestras vidas, lo que se produce en nosotros es contrición, arrepentimiento y humildad, no un gozo efímero y pasajero.

En este ejemplo, el corazón es a medias y no ha sido rendido totalmente a Dios. Por lo tanto, debemos tener cuidado porque los afanes van a llegar, pero con respecto a esto la Palabra de Dios nos alienta diciendo: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias". Flp. 4:6. Por esta razón, debemos orar a Dios para que nos ayude a detectar los espinos y cortarlos, porque estos estancan la vida del creyente, haciendo que, al tener la mirada puesta en los afanes y las cosas externas no cultivemos frutos para Dios.

En conclusión, en "los oidores junto al camino" y "los oyentes en pedregales", vemos que las causas son internas, "la dureza del hombre y la superficialidad de la carne". Mientras que los "oyentes en tierra espinosa", las trampas son externas, "la codicia de otras cosas" y "los placeres de la vida".

El sembrador pone todo su cariño y energía para que su siembra brote y crezca sana, pero qué pena cuando su esfuerzo y cuidado no logra que la semilla dé el fruto esperado. Su tristeza no podrá evitar las lágrimas. Nuestros padres son sembradores de esperanza salvadora, con sus vivencias y ejemplo siembran enseñanzas y nos inculcan valores éticos y morales para que vayamos por la vida con rectitud, sinceridad, humildad y alegría. Debe ser muy doloroso para unos padres comprobar, que al crecer sus hijos sus enseñanzas han caído en saco roto y sus corazones están enredados entre zarzas.  

Los padres siembran la mejor semilla, son los primeros y principales educadores de sus hijos. Todos tenemos en nuestra memoria grandes recuerdos sobre las enseñanzas que nuestros padres nos dieron cuando éramos niños y también cuando ya no éramos tan niños. Cuando las recordamos nos damos cuenta que muchas de esas lecciones no se limitaron a “buenas palabras”, sino que sobre todo fueron lecciones que nos transmitieron por medio del ejemplo, y eso nunca se olvida… Mamá, papá, de ustedes aprendí a ir siempre con la verdad, a valorar, respetar, ayudar, agradecer:

Cuando creían que yo no les estaba viendo... Los escuché dar gracias y rezar, y supe que hay un Dios al que siempre puedo acudir y aprendí a confiar en Él.

Cuando creían que yo no les estaba viendo... Los vi preocupados por mí y me sentí amada y protegida.

Cuando creían que yo no les estaba viendo... Vi lágrimas en sus ojos y aprendí que algunas veces las cosas duelen, y llorar alivia las penas.

Cuando creían que yo no les estaba viendo... Los vi preparar un plato de comida y llevarlo a un hermano enfermo y aprendí que todos debemos cuidar unos de otros.

Cuando creían que yo no estaba viendo... Los vi ayudar a la gente, y aprendí que los que tienen deben ayudar a los que no tienen.

Cuando creían que yo no les estaba viendo... Aprendí de ustedes las lecciones de vida que necesitaba: cómo ser una buena persona.

Entonces los miré y les dije: Gracias por todas las cosas que les vi hacer cuando creían que yo no los estaba mirando. Pero, ustedes sí sabían que yo me interesaba por aprender; yo si los miraba para aprender, y de ustedes aprendí todo lo bueno que hay en mí…


Fotografía: Internet

 

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