Escribo por las mujeres que ríen sin que manifiesten que tienen miedo, que llevan su triste corazón destruido porque tristemente el mundo se les ha venido abajo.
Escribo para que las valientes que lloran a escondidas mordiendo la almohada cada noche, porque sus palabras no son escuchadas, ni su llanto es comprendido.
Por las que batallan con las exigencias de todos los días.
Por esas que luchan por ser independientes, buenas madres, buenas esposas, buenas trabajadoras, y por verse bellas frente al espejo, todo al mismo tiempo.
Por las que han dejado todo por ir detrás de un amor que al final termino en nada.
Por las que renuncian a sus sueños por entregarse a los sueños de sus hijos o de sus parejas.
Por las que desean no ser vistas como objetos inútiles y luchan por demostrar sus capacidades, pero el mundo les cierra las puertas.
Por las que caminan erguidas en la calle, saludando con tranquilidad, cuando por dentro quisieran gritar que el mundo les duele.
Que el mundo las mata.
Escribo por las mujeres que nadie ve llorar, pero traen un río de llanto en el alma.
Por las de vida perfecta, marido perfecto, hijos perfectos que no son más que pura fachada.
Por las que están rotas y les falta alguien.
Por las que se están muriendo, queriendo morirse, pero siguen levantándose todos los días a sonreír para los demás.
Por las mujeres fuertes que tienen el alma rota y el espíritu quebrantado sin fuerzas.
Por las que han perdido toda esperanza, por las que se sienten derrotadas sin poder decirlo.
Por aquellas que vieron su vida pasar por la ventana.
Y por todas ellas que atizaron el viejo tren que al final de todo las dejo abandonadas.
Por las que quieren dejar de llorar, pero no pueden.
Escribo por ellas, y escribo por mí, que escribo para no llorar...
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