miércoles, 4 de marzo de 2020

Rodéate de buena gente


Camina con los soñadores, los creyentes, los valientes, los alegres, los planificadores, los hacedores, las personas exitosas con la cabeza en las nubes y los pies en el suelo. Wilfred Peterson. 

Rodéate de gente que te quiere, gente sincera, leales, honestas… Es muy importante rodearse de personas de las que puedas aprender. Sabemos que las buenas relaciones entre familiares y amigos es lo que hace feliz a las personas, y ese bienestar ayuda a evitar el deterioro mental y físico. En el estudio de las relaciones se analiza como predictor de una vida larga y feliz, más allá de genes o clase social. Para andar el camino de la vida, permítete solamente personas que te quieran, apoyen y acompañen. Los enemigos y los envidiosos déjalos para otra vida, es decir para nunca jamás. 

Debemos rodearnos de personas que derrochen amabilidad, sinceridad, honestidad y franqueza. Gente que como tú valoran la honestidad y la honradez del espíritu. Solo tienes esta vida para vivirla. Tú escoges los principios e ideales con los que te identificas para guiarte como persona de bien, y por los cuales irás con la cabeza alta y la mirada clara y serena. 

En cuanto a las relaciones de pareja, hay quien se puede preguntar que, si las personas tenemos un imán para atraer a ese tipo de persona que trata de estropear la vida de los demás. Creo que no tenemos un imán. Lo que tenemos es mucha facilidad para caer en las redes de quien nos adula y de ceder a la química sin valorar con cabeza si esa persona nos conviene o no, si su escala de valores coincide con la nuestra o no. Y lo mismo nos ocurre con la elección de amigos o con la familia que tenemos alrededor. 

Las personas nos necesitamos. Somos seres sociales. Estar rodeados de otras personas nos ha ayudado a sobrevivir. Así que los demás son necesarios en nuestras vidas. Sí, por muy independiente que tú seas. Pero no siempre tenemos alrededor a personas que nos hacen bien, que suman, que nos aportan. A veces, después de pasar una tarde con amigos, uno tiene la sensación de que se han llevado toda tu energía. Otras veces, después de largos años de amistad, las personas te terminan defraudando o te fallan en asuntos que jamás pensarías que podrían fallarte. 

La psicología no tiene una prueba para evaluar quién va a sumar en nuestras vidas, ni quien va a fallarnos o a quitarnos la energía. Pero sí que podemos establecer unos criterios que pueden ayudarnos a rodearnos de personas buenas. 

Lo bonito de la bondad, la benevolencia y de ser una persona honesta, es que los valores no fallan. Si quieres tener un grupo cálido con el que te sientas a gusto, con el que disfrutar y te insufle ánimo y energía, debes valorar ciertos aspectos que distingue al interesado del que te aprecia de verdad, ese que se interesa por ti y te dedica tiempo y ternura. 

Hay familiares y amigos que, interesadamente te busca o llama, solo cuando necesitan algo para ellos. Pero cuando tú los necesitas siempre tienen mucho trabajo o están liados. Los amigos y familiares que te quieren sin recelo y sin envidias son aquellos que cuando la vida te va bien lo celebran contigo. Apoyar a alguien cuando está mal es sencillo. La comparativa te hace verte como un privilegiado y por pura caridad, nos sale consolar a quién se encuentra en desventaja. Pero dar ánimo y celebrar los éxitos de quién le va bien a veces genera rechazo y envidia, porque las personas tienden a compararse y a pensar que por qué no podría ser ellos los afortunados. 

A veces no basta con compartir palabras de aliento y ánimo, y a veces también necesitamos que alguien nos ofrezca ayuda y nos eche una mano. O salir a tomar algo, o simplemente contarnos nuestras inquietudes y proyectos. 

La afinidad de compartir la misma escala de valores, aquello que tú defiendes, es lo que tú has decidido que está bien. Si te rodeas de personas que se identifican con tus valores te sentirás bien. Si, por el contrario, te rodeas de personas que no entienden la generosidad, la benevolencia, la entrega, el esfuerzo, de la misma manera que tú, lo normal es que vivas en un continuo conflicto, tengas discusiones con ellos y más desacuerdos que acuerdos. Así es difícil tener complicidad. 

Hay personas que creen merecerlo todo. Merecer tu tiempo, tus invitaciones, tu ayuda y se olvidan de dar las gracias. Ser agradecido es una manera de dar valor a lo que hacemos por los demás y de dar valor a la propia persona. 

Nos gusta contar con personas en las que podemos confiar. Las personas confiables guardan tu intimidad y no la comparten, por muy atractivo que sea tu secreto. Tampoco comparten la intimidad de otros. Hay personas que con tal de ser protagonistas de una conversación son capaces de hablar de los problemas y de la vida de los demás. 

Rodearte de gente buena con las que disfrutar de la vida, es parte de nuestra salud emocional. Estas personas que nos sacan una sonrisa, nos apoyan de forma sincera, nos atienden, nos ayudan, son imprescindibles en nuestra vida. Son luz y calor. 

Decía, Edmund Lee: Rodéate de los soñadores y los hacedores, los creyentes y los pensadores, pero, sobre todo, rodéate de aquellos que ven la grandeza dentro de ti, incluso cuando no la ves tú mismo.

Fotografía: And2602

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