jueves, 19 de marzo de 2020

Honrar a los padres


Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra. Efesios 6:2-3 

¿Qué significa Honrar a nuestros Padres? Es simplemente darles el respeto, el lugar y la dignidad que se merecen, tan solo por ser nuestros Padres.

Honra a tus Padres, con respeto y agradecimiento, con buenas palabras y buenas acciones, con tu presencia, con un regalo, con una llamada de teléfono, con tu tiempo, con tu manera de vivir. Hónralos en todo tiempo no solo el día del Padre. No los maldigas ni con el pensamiento, porque eso traerá maldición a tu vida. No seas mal nacido, honrar a tu padre y a tu madre con palabras respetuosas y acciones que resultan de una actitud de estima por su posición. Venerar, apreciar, y valorar, no solo por mérito sino también por rango. 

Que Dios nos de sabiduría para ser los mejores Hijos que podemos ser y los mejores Padres que nuestros Hijos necesitan. Dios nos exhorta a honrar al padre y a la madre. Él valora el honrar a los padres lo suficiente como para incluirlo dentro de los 10 Mandamientos (Éxodo 20:12) y nuevamente en el Nuevo Testamento: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:1-3). Honrar a los padres es el único mandamiento en las Escrituras que promete una larga vida como recompensa. Los que honran a sus padres son bendecidos (Jeremías 35:18-19). En contraste, aquellos con una “mente depravada”, como aquellos que se caracterizan por su falta de piedad, se caracterizan por la desobediencia a los padres.  

Salomón, el hombre más sabio, instó a los hijos a respetar a sus padres (Proverbios 1:8; 13:1; 30:17). Aunque ya no estemos directamente bajo su autoridad, no podemos ignorar el mandamiento de Dios de honrar a nuestros padres. Aún Jesús, el Hijo de Dios, se sometió a sus Padres terrenales (Lucas 2:51) y a su Padre celestial. (Mateo 26:39). Siguiendo el ejemplo de Cristo, como cristianos, debemos tratar a nuestros padres de la manera en que con reverencia nos acercamos a nuestro Padre celestial. (Hebreos 12:9; Malaquías 1:6) 

Obviamente, se nos ordena honrar a nuestros padres, pero ¿cómo? Honrarlos tanto con nuestras acciones como con nuestras actitudes (Marcos 7:6). Honrar sus deseos no expresados, como los hablados. “El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones”. (Proverbios 13:1). 

En Mateo 15:3-9, Jesús les recuerda a los fariseos el mandamiento de Dios de honrar a su padre y a su madre. Ellos estaban obedeciendo la letra de la ley, pero habían añadido sus propias tradiciones que esencialmente la anulaban. Mientras que honraban a sus padres de palabra con sus hechos los reprobaban. Honrar es más que solo palabras. La palabra “honor” en este pasaje es un verbo y como tal, exige una acción correcta. 

Debemos de honrar a nuestros padres de pensamientos, palabras y acciones. Para un niño pequeño obedecer a sus padres va de la mano con honrarlos. Eso incluye escucharlos, prestarles atención y saber reconocer su autoridad. Y cuando crezcan, la obediencia que aprendieron cuando niños les servirá para honrar a las autoridades y a los mayores. 

El honor genera honor. Dios no honrará a aquellos que no obedezcan su mandamiento de honrar a sus padres. El honor es un camino seguro para nuestro propósito en la vida: glorificar a Dios. “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor” (Colosenses 3:20). 

Es un honor honrar a los padres, eso nos dignifica como hijos. Aunque hoy no puedo abrazar a mi padre, vive por siempre en mi corazón y reaviva mi memoria y habita en mis recuerdos. Sus enseñanzas me ayudan a enfrentar la vida y su ejemplo me estimula a seguir avanzando, aunque reciba golpes de los de mi sangre. 

La noche que llegué al mundo, fueron sus manos las que me bañaron y me arroparon a medida que iba creciendo. A través del tiempo transcurrido, desde una feliz noche de invierno oliendo ya a primavera, en un aposento de una casa rodeada por montañas, junto a un camino trillado por el devenir de los afanes, hasta la otoñal tarde en que nos fundimos en un abrazo sin saber que era el último, mi padre me enseñó los grandes valores que sostienen a una gran persona. Conservo de mi padre hermosos recuerdos; guardo en mi memoria los valores vivenciales transmitidos día a día, y pongo en valor las tribulaciones que pasó por su numerosa prole, por ello estaré siempre agradecida. 

Papá, aunque no te puedo ver físicamente, nunca te olvido y un día como hoy te recuerdo con alegría y agradecimiento. Sé que por mucho que te quiera, nunca podré pagarte ese cariño tan grande y el amor que sentiste por mí. 

Sabes qué, cuando te extraño salgo afuera y miro a las estrellas porque sé que, junto a mamá, ahí en ese cielo velan por mí y me sonríen. 

Gracias, Papá, por haber existido y por ser la luz de mi vida. Gracias por tu ejemplo, tu dedicación, tus enseñanzas, por tu entrega y cariño, sé que me distes todo lo que tenías.

En este día puedo decir con orgullo que tuve el mejor padre del mundo, al que le rindo homenaje hoy y siempre. !Felicidades Papá!

Fotografía: tretletech

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