sábado, 28 de marzo de 2020

Indulgencia plenaria


Lo primero que tenemos que saber es, que los hombres somos pecadores. Pecado (del latín peccātum) es la transgresión voluntaria y con conocimiento de un precepto moral o religioso. Pero, los cristianos sabemos que nacemos con el pecado original, heredado de nuestros primeros padres: Adán y Eva. Y a través del Sacramento del Bautismos recuperamos la Gracia Santificante. 

El pecado se limpia por medio del Sacramento de la Penitencia, lo que es lo mismo, de la Confesión, pero hay situaciones excepcionales como en la que estamos inmersos, para que se pueda dar el perdón a través de Indulgencia… 

¿Qué son las indulgencias plenarias en su concepto bíblico? Las indulgencias en general están relacionadas con la confesión, los pecados, la redención y la comunión de los santos. Indulgencias plenarias: borran todo resto de pecado dejando el alma dispuesta para entrar inmediatamente en el cielo. 

Las indulgencias siempre son aplicables a las almas de los difuntos, pero no son aplicables a otras personas vivas en la tierra. Lo de las indulgencias, es más amplio, pueden ser parciales o plenarias, pueden obtenerse para uno mismo o para el alma de un difunto. No se puede ganar una para otra persona viva. 

Para ganar la indulgencia plenaria hay que cumplir tres condiciones: confesión de los pecados, recibir la Sagrada Comunión y orar por las intenciones del Papa. Pero, con motivo de la tragedia que está viviendo la humanidad, muriendo por miles diarios, el Papa Francisco, ayer 27 de marzo a las 6:00 p.m., impartió la bendición ‘Urbi et Orbi’ para la ciudad de Roma y para todo el mundo, ante una Plaza de San Pedro vacía de gente debido a la pandemia del coronavirus, pero que ha sido una oportunidad para los fieles obtener la indulgencia plenaria a través de los medios de comunicación. 

Presidió con un momento de oración en el atrio de la Basílica de San Pedro, en soledad, pero nos invitó a todos a participar espiritualmente uniéndonos a sus oraciones. Leyó la Palabra de Dios, elevando las súplicas al Señor, luego, la adoración del Santísimo Sacramento, y al término, la bendición ‘Urbi et Orbi’, a la cual se añadía la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria. Se trataba de una bendición ‘Urbi et Orbi’ extraordinaria, pues esta los pontífices suelen impartirla solo el 25 de diciembre y el Domingo de Pascua. 

Pero, debido a la emergencia del coronavirus, la Penitenciaria Apostólica publicó el 20 de marzo un decreto para conceder “el don de Indulgencias especiales a los fieles que sufren la enfermedad de COVID-19, comúnmente conocida como coronavirus, así como a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, en cualquier calidad, los cuidan. 

Tras recordar la preocupación de la Iglesia por cuidar a los enfermos, la Penitenciaría Apostólica, ex auctoritate Summi Pontificis, concedió el don de las Indulgencias de acuerdo con la siguiente disposición: 

Se concede la Indulgencia plenaria a los fieles enfermos de coronavirus, sujetos a cuarentena por orden de la autoridad sanitaria en los hospitales o en sus propias casas si, con espíritu desprendido de cualquier pecado, se unen espiritualmente a través de los medios de comunicación a la celebración de la Santa Misa, al rezo del Santo Rosario, o del himno Akàthistos a la Madre di Dios, a la práctica piadosa del Vía Crucis, o del Oficio de la Paràklisis a la Madre de Dios o a otras oraciones de las respectivas tradiciones orientales, u otras formas de devoción, o si al menos rezan el Credo, el Padrenuestro y una piadosa invocación a la Santísima Virgen María, ofreciendo esta prueba con espíritu de fe en Dios y de caridad hacia los hermanos, con la voluntad de cumplir las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración según las intenciones del Santo Padre), apenas les sea posible. Los agentes sanitarios, los familiares y todos aquellos que, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, exponiéndose al riesgo de contagio, cuidan de los enfermos de Coronavirus según las palabras del divino Redentor: "Nadie tiene mayor amor que éste: dar la vida por sus amigos" (Jn 15,13), obtendrán el mismo don de la Indulgencia Plenaria en las mismas condiciones. 

Además, la Penitenciaría Apostólica concede, en las mismas condiciones, la Indulgencia Plenaria con ocasión de la actual epidemia mundial, también a aquellos fieles que ofrezcan la visita al Santísimo Sacramento, o la Adoración Eucarística, o la lectura de la Sagrada Escritura durante al menos media hora, o el rezo del Santo Rosario, o del himno Akàthistos a la Madre di Dios, o el ejercicio piadoso del Vía Crucis, o el rezo de la corona de la Divina Misericordia, o el Oficio de la Paràklisis a la Madre de Dios u otras formas de las respectivas tradiciones orientales de pertenencia, para implorar a Dios Todopoderoso el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos. Que así sea. 

Vivimos tiempos difíciles. Entramos en una época muy complicada para la sociedad, en todos los terrenos; sanitarios, empresarial... Esta crisis sanitaria ha traído muchas desgracias particulares que afectan a nivel Estatal y, pasado este tiempo tenebroso y escalofriante le toca al Estado enhebrar nuevamente los hilos para entrelazarlos y encauzar el entramado que active y ponga en circulación todo el tejido social, aunque no va a hacer fácil y creo que ya nada será igual. 

Aunque el covid-19 es un mal global, hablo de España que me toca y afecta como española. Cada día las cifras de muertes y contagiados no paran de subir, esto es como una pesadilla que no se puede creer y quieres abrir los ojos y despertar para que desaparezca esta temible situación. 

Quédate en casa, quiero volver a verte. Son muchos los mensajes que circulan dando apoyo, ánimo, fuerzas y esperanza. Hay que ser solidarios y compresivos. Hay que hacer una pausa, respirar hondo porque esta situación, duele, duele un montón, pero va a pasar, y cuando sane, más fuerte vas a brillar, más alto vas a volar, más libre vas a soñar. Y vas a entender, que algunas historias terminan, para que otras mejores puedan empezar. Sabemos que en la adversidad despertamos cualidades, que en la comodidad hubieran permanecido dormidas. Todo es temporal, sé fuerte, nada es permanente, vence tus temores, todo mejorará, pues la vida te brinda nuevos amaneceres, nuevas promesas, y recuerda que no hay tormenta que dure para siempre, porque siempre hay una luz de esperanza que nos permite pensar en un mejor mañana. No pienses que no vas a poder, he visto flores romper el asfalto. Si ayer lloraste, hoy reirás. Si ayer tropezaste, hoy te levantarás. Si ayer fuiste débil, hoy serás fuerte. Si ayer perdiste, hoy ganarás. Si ayer no fue un buen día, hoy lo será... 

En situaciones como la que estamos viviendo necesitamos más que nunca del contacto físico, de la mirada y de la palabra, pues eso es que lo lógico y normal, por cuestión de supervivencia tenemos que evitarlo poniendo distancia, lo que sí podemos hacer es, enviar todo el amor, la fuerza y la energía para que llegue a tanta gente que en soledad están sufriendo los embates de esta enfermedad mortal. Tengamos como almohada la fe, como cobijo el amor y como cama la esperanza… Resistiremos.

Fotografía: Internet

No hay comentarios :

Publicar un comentario