sábado, 6 de junio de 2020

La traición


¿Sabes lo más triste de la traición? Que nunca viene de un enemigo. No existe nada más doloroso para el alma que la traición. Siempre surge de las personas que queremos y confiamos. Es una de las experiencias más dolorosas que podemos experimentar. No importa si la traición es por parte de un hermano, de un familiar, o de un amigo. Cuando quiebran nuestra confianza se abre una herida tan grande que tarda años en sanar y en algunas ocasiones, esas heridas nunca se cierran.

A veces nos decepcionamos, e incluso nosotros decepcionamos a alguien con nuestro comportamiento. Pero esos pequeños errores son comprensibles, ya que se dan sin premeditación y sin intención de dañar. Pero la traición es una acción destinada a hacer daño, no es una acción inocente porque existe una intencionalidad de dañar, así lo explica el psicólogo Daniel Molina.

La traición daña y duele como nada en este mundo. Nos marca para siempre. Son actos deliberados fruto de la envidia del rencor y del egoísmo de la persona que ejerce esos actos. La persona traidora rompe la confianza de la persona querida con tal de obtener algún tipo de beneficio, y es consciente que está fallando a su palabra y al compromiso que tenía con la persona que ha traicionado. ¿Cuál es el beneficio? el de la sanguijuela, desacreditar a su rival con calumnias para usurpar su valía. 

Existen diversos tipos de traición. Podemos incluso traicionarnos a nosotros mismos, como a las personas que queremos, fruto del egoísmo para conseguir un bien, aunque sea momentáneo y haciendo un posible daño intencionado. Cuando hablamos de traición siempre se nos presenta mentalmente la traición sentimental o amoroso, pero no es la única traición que existe. Sin embargo, todas las formas de traición tienen en común dos factores: El primero es la ruptura con un compromiso establecido, tanto implícitamente como explícitamente. Y segundo, la ruptura de la confianza de la otra persona. 

Quien es traicionado experimenta el dolor más profundo que esconde el engaño. Se siente humillado y decepcionado. No se ha tenido en cuenta ni sus sentimientos ni sus pensamientos. La otra persona ha decidido por ella. No hay nada más doloroso que sentirse un objeto en manos de una persona sin escrúpulos morales, porque el que traiciona 'va a matar'. 

Esas personas que por conseguir aquello que anhelan y quieren, capaces de manipular y traicionar a los demás, son personas sin ninguna moral. Podrían definirse como malévolos fantasiosos, con mente retorcida que chantajean emocionalmente para conseguir aquello que se proponen. Gente tenebrosa con una falta total de empatía pero que utiliza el encanto para manipular al prójimo para satisfacer sus deseos. Con una mano te ahogan y la otra la alza con un abanico para que vean que te dan aire. Dan miedo. Si tienen que traicionar a los demás para conseguir sus propósitos, lo harán sin ningún tipo de remordimientos. 

Las personas necesitan crear vínculos afectivos y de confianza con los demás. El compromiso son declaraciones de intenciones para afianzar la confianza con las personas que queremos. Y de esos se aprovecha ese tipo de personas incapaces de tener en cuenta los sentimientos de los demás y buscan sus propios objetivos, aunque tengan que romper esos vínculos afectivos y la confianza de las personas que utiliza. 

Las promesas pueden ser por declaración o porque va implícitas en el vínculo natural. Los hermanos llevan implícito la promesa del compromiso de la sangre; yo a mí hermano lo defiendo, lo ayudo y lo protejo porque es mi hermano y la sangre me compromete. Las promesas se realizan con intención de cumplirlas y buscar la felicidad de la otra persona. Hay quién las utiliza para manipular a los demás y llevar a cabo su maldad. Cuando las promesas se convierten en un arma de manipulación, las relaciones acaban rompiéndose, ya que se trasforma en una verdadera traición. 

Debido a debilidades personales, somos capaces de actuar de forma contraria a lo que somos, y nos comportamos de modo totalmente opuesto a nuestro código ético. Somos personas y por tanto, somos imperfectos. Podemos errar y fallar, pero actuar conscientemente de forma contraria a nuestra ética es traicionarnos de una manera rotunda. En esa traición perdemos parte de nuestra esencia, ya que hemos sido capaces de romper nuestra moral y nuestros principios para conseguir algo que deseábamos por encima de todo, pisotear a un hermano para destacar yo. 

Si lo pensamos bien, en toda traición que podamos realizar somos las primeras víctimas. Porque da igual si nuestra traición es a una persona querida, o a nosotros mismos. En todo acto de ese tipo algo muere en nosotros. Por ese motivo, debemos mantenernos siempre fieles a nosotros en primer término, y luego a los demás. No podemos perder nuestra esencia por un placer o deseo de venganza temporal. 

Cuando una persona ha confiado en sus hermanas con las que ha compartido parte de su vida, es porque ha creído que el cariño de la sangre es infalible, pero cuando descubres la traición experimentas una ruptura de los cimientos que conforman tu vida. La desesperación, la humillación, la frustración, el dolor, la angustia, etc. La intensidad del dolor es proporcional a la duración de la traición, y a veces se dilata en el tiempo. 

Normalmente, cuando existe una traición las heridas se desgarran, y lo peor es que el traidor cuando se ve descubierto, te injuria, nunca reconoce su traición, porque además de traidor es destructor de la verdad, por eso los traicionados quedamos expuestos a la desesperanza y al vacío. Nos rompemos por dentro y costará años volver a reconstruirnos. Hay quién jamás lo consigue. Todo dependerá de los recursos emocionales, familiares y sociales. Si la persona traicionada tiene fe, fortaleza mental y emocional, o cuenta con los suficientes apoyos de los que creen en ella y la quieren, logrará salir del pozo donde se encuentra con tiempo y esfuerzo. 

Tras cualquier traición, queda destruida la confianza. La confianza se reconstruye con los hechos y no con las palabras. Cuando uno pide perdón, ese perdón debe ser activo, no puede ser simples palabras que quedan aparcadas, debe estar acompañado con acciones. Y todo ello requiere tiempo, mucho tiempo para pasar página y continuar donde la relación se rompió. 

Y ¿cómo superar una traición? La primera herida que deja la traición es la desconfianza. Una vez traicionada, la persona puede empezar a desconfiar de todas las personas que le rodean. El dolor es tan intenso que no quiere volver a caer en él y tomará todas las precauciones posibles para alejarse de ello. Para mitigar ese dolor, y no caer en la desconfianza más absoluta debemos: Entender qué ha pasado. Es importante conocer las circunstancias en las que se produjo la traición. Debemos evaluar si existió una intención deliberada por traicionarnos o no por parte de la otra persona, porque las intenciones siempre cuentan. 

No debemos culpabilizarnos. Somos las víctimas de una traición y nada hemos tenido que ver. La otra persona ha sido quién ha decidido comportarse tal y como lo hizo. Así que no tenemos que flagelarnos, y no asumir responsabilidades que le corresponde a la otra persona. Haz las paces contigo mismo. 

Aceptar la traición. Sí, ha ocurrido. Hemos sido traicionados. Ahora nos toca a nosotros decidir qué hacer con ella. Podemos perdonar o no. Dejar que nos dañe más o no, etc. Una vez que hemos sido traicionados debemos buscar qué queremos hacer con ese dolor. Es decir, o tratarlo o cargar siempre con él. 

Darnos tiempo. Cuando hemos sido traicionados, debemos darnos un tiempo para gestionar todo ese impacto emocional que hemos sufrido. El tiempo nos hará ver todo desde otras perspectivas, y encontrar de ese modo, las mejores salidas. 

Realizar un balance de lo ocurrido. Todos podemos fallar alguna vez. No debemos olvidar ese hecho. Lo importantes valorar la intencionalidad de la traición, y qué vamos hacer. De igual modo hay que valorar que nos ha aportado esa persona a nuestra vida, y si podemos perdonarla o no. 

Siempre opta por el perdón. Cuando digo esto, no quiero decir que sigas con la persona que te ha traicionado como si nada, ni que te olvides de lo sucedido, sino que tomes la decisión que tomes, la hagas bajo el perdón. La vida es demasiado corta para vivir con rencor. Así que, aunque no quieras seguir al lado de esa persona, perdónala y sigue tu camino. No te mereces vivir bajo el yugo de la rabia y el rencor. 

Aunque la traición siempre duela y sea un trago muy amargo, no tenemos que dejar que ello nos traumatice. No tenemos que cargar con ese dolor para siempre. No nos merecemos eso. Si alguien ha optado por obrar mal, es su decisión, la nuestra debe ser salir de ello. Sólo podremos recuperarnos de una traición con fuerza de voluntad, apoyo, tiempo...  

No odies al traidor, míralo como perdedor de una de las facultades más bellas que la raza humana posee: la lealtad. 

Fotografía: Internet

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