Mi dulce Señor:
que te descubra hoy y todos los días
en las enfermedades de las personas
y que al servirlas, te sirva a ti también;
Que te reconozca también
cuando te escondas bajo el disfraz
de aquellos que son fácilmente irritables,
exigentes e irrazonables, y que diga:
“Jesús lleno de paciencia, qué dulce es servirte”.
Señor, dame esa fe que deseas
y mi trabajo nunca será molesto.
Encontraré siempre la felicidad en soportar los humores
y en cumplir los deseos de los pobres que sufren.
Abre nuestros ojos y nuestros oídos.
Señor, abre nuestros ojos,
que te reconozcamos en nuestros hermanos y hermanas.
Señor, abre nuestros oídos,
que escuchemos las llamadas de aquellos que tienen hambre;
de los que tienen frío,
de los que tienen miedo,
y de los oprimidos.
Oh, Señor,
abre nuestros corazones.
Que nos amemos los unos a los otros como tú nos amas.
Renueva en nosotros tu Espíritu, Señor,
danos la libertad y la unidad.
Madre Teresa de Calcuta
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