Recordaba sobre el viejo canasto de carbón, que... Cuando era pequeño vivía junto a mi familia en una pequeña granja entre las montañas. Mi abuelo solía sentarnos, a mis hermanos y a mí, alrededor de la mesa para leer una porción de la Biblia.
Aunque, en realidad me gustaba escuchar y leer textos de la Biblia, sentía que no podía recordar todo lo que estudiaba. El abuelo nos explicaba el significado de algunos versos complicados, pero aún así yo sentía que era en vano, pues con los días yo olvidaba lo que habíamos leído anteriormente.
Cierto día estábamos leyendo la Biblia alrededor de la chimenea. El abuelo tomaba carbón de un viejo canasto y lo añadía, poco a poco, al fuego.
—Abuelo —dije yo— a veces siento que leemos la Biblia en vano.
—¿Por qué piensas eso? —Me preguntó.
—Es que no puedo recordar cada párrafo que leemos, soy muy olvidadizo —le expliqué.
El abuelo guardó silencio por un rato. Pensé que me estaba dando la razón y no encontró nada que responder.
Luego me dijo:
—Hazme un favor, toma el canasto del carbón y ve a traerme agua al río.
Yo obedecí, pero el agua se había caído por completo antes de que pudiera regresar a casa.
Recuerdo que mi abuelo se rio y me dijo:
—Debes correr para que el agua no caiga por completo.
Lo volví a intentar y esta vez corrí tal como me lo había pedido, pero el agua volvió a caerse toda.
—Es imposible, mejor llevaré otro recipiente —le dije.
—No quiero que lleves otro recipiente, solo trata de correr más rápido —me dijo, como si estuviera seguro de que lo lograría.
Yo sabía que era en vano, pero volví a intentarlo solo para demostrarle que no se podía por más rápido que corriera.
—Ves que es inútil —dije.
—¿Por qué dices que es inútil? Mira dentro del canasto, ¿ves algo diferente? —preguntó.
Yo miré adentro y no vi alguna diferencia. Al ver mi confusión, el abuelo me dijo:
—¿Notas que ahora está limpio?
Volví a mirar y en efecto el viejo canasto ya no tenía ninguna mancha de carbón y hasta parecía nuevo.
—Eso pasa cuando lees la Biblia, —me dijo.— Aunque crees que es inútil porque no retienes nada, es importante leerla constantemente porque limpia por dentro nuestra mente, nuestra alma y nuestros pensamientos.
Nunca olvidaré esa lección... No olvides leer la Biblia y orar constantemente pues te ayudará a mantener tu mente limpia y tus pensamientos sanos para enfrentar los desafíos diarios de la vida.
La exposición de tus palabras nos alumbra y hace entender a los simples. Salmo 130
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