martes, 25 de febrero de 2020

Egos y fobias


La palabra Fobia viene el griego “Fobos” y significa pánico. Una persona, un paciente tiene una fobia cuando se le manifiesta una situación de pánico o miedo desproporcionado e incontrolable ante una situación o circunstancia que no representa ningún riego para el individuo.

La palabra miedo proviene del término latino metus. Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad. Puede decirse que el miedo resulta desagradable para quien lo padece. Esta emoción, sin embargo, también funciona como un método de supervivencia, ya que pone en alerta a las personas y a los animales frente a una amenaza. De esta manera, una cebra que siente miedo por los leones, huirá apenas advierta la presencia de su depredador. Algo similar hará un hombre que, al escuchar disparos, se pone a resguardo por miedo a resultar herido.

Las fobias pueden ser ante circunstancias y hechos concretos, como miedo a volar, a las alturas, hablar en público, serpientes, a la oscuridad, etc… También se manifiestan de manera más general en pacientes con problemas de agorafobia o miedo social. Pueden ser generadas de varias maneras, ya sean heredadas debido a que cuando éramos pequeños nuestros padres o familiares nos inculcaran un miedo especial hacia alguna circunstancia o evento y eso hizo que desarrolláramos una fobia.

También se pueden crear a través de algún evento emocional traumático, que creo una asociación negativa en el inconsciente del paciente y genera una situación de psicosis cada vez que nuestro inconsciente identifica esa situación que creo dicha fobia, causando una situación de alarma que genera un miedo incontrolable.

El ego es, para la psicología, la instancia psíquica a través de la cual el individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad. El ego, por lo tanto, es el punto de referencia de los fenómenos físicos y media entre la realidad del mundo exterior, los ideales del superyó y los instintos del ello.

Para el psicoanálisis freudiano el ello (id) está compuesto por los deseos y los impulsos. El superyó (superego), en cambio, está formado por la moral y las reglas que un sujeto respeta en la sociedad. El yo (ego), por último, es el equilibrio que permite que el hombre pueda satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales.

Aunque algunas corrientes rechazan esta división de la mente en tres personas diferenciadas, para Sigmund Freud la personalidad humana está compuesta tanto por los elementos conscientes como por los impulsos inconscientes.

El ego, que evoluciona con la edad, intenta cumplir con los deseos del ello de manera realista y conciliándolos con las exigencias del superyó. El yo, por lo tanto, cambia con el paso del tiempo y de acuerdo al mundo externo.

Freud cree que el ego trasciende el sentido de uno mismo para convertirse en un sistema de funciones psíquicas de defensa, funcionamiento intelectual, síntesis de la información y memoria, entre otras. El yo supone el primer paso del propio reconocimiento para experimentar alegría, castigo o culpabilidad.

Las personas con un gran ego necesitan ser el centro de atención, ansían reconocimiento y les preocupa muy poco los demás. Por el contrario, una saludable autoestima nos permite respetar nuestros propios deseos y también los de los demás. Andrew Matthews.

El hombre que tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo. Alain Emile Chartier.

No sé si te puedes fiar del hombre que va pertrechado de egos y fobias; creo que no es buen compañero de caminos...

Fotografía: geralt

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