martes, 1 de octubre de 2019

Carta de un niño


Hablar de niños es hablar de alegría y esperanza. La llegada de un bebé trasforma toda una casa, porque el ritmo y los hábitos deben adecuarse al recién llegado, tan chiquitito y tan absorbente. Toda la familia se implica con el nuevo miembro para disfrutar de su ternura y sentir que la vida se renueva. Los padres son los que más experimentan ese milagro de la vida y le proporcionan el bienestar y deseándole lo mejor, sueñan con su futuro próspero y brillante.

Pero, a veces, muchos de esos sueños se quedan por el camino, porque las relaciones de parejas se rompen fácilmente, unas veces por motivos justificados y otras porque se aburren juntos y los niños son las primeras víctimas. La guerra de los padres traumatiza a los hijos, y los convierten en moneda de cambio y se desata una lucha de poder y de pertenencia, sin pensar que el único que sale perjudicado es ese hijo que ‘tanto aman’. (También hay que decir que la Ley se posiciona más al lado de las madres). Ellas, enarbolando la bandera de ‘la mejor madre del mundo’ arremeten contra los padres y son capaces hasta de inventarse falsas acusaciones para hacer que sean alejados de sus hijos. Si eres una buena madre, nunca separarías a tu hijo de su padre, porque eso sería maltratar a tu hijo, la figura paterna es tan necesaria como la figura materna. Esa lucha de fuerza judicial para dejar a la otra parte sin derecho a ver a su hijo, están libradas con despecho y venganza ¿…? No se entiende que, si se han tenido tanto amor y ese hijo es fruto de puro amor, ¿por qué no piensan en los sentimientos del amor de ese amor? Cuando el amor termina queda el cariño y juntos tienen que velar por el bienestar de los hijos, ese hijo que tiene padre y madre no se le puede privar en vida del derecho a relacionarse con su padre y con su madre.

Lo natural es que los hijos vivan con sus padres, y si no, los padres siguen siendo sus padres y deben ejercer como tal, tanto colaborando en su educación como económicamente. Hay que tener en cuenta que los niños se dan cuenta de todo y se sienten manipulados y callan. Los niños tienen sentimientos y sufren en silencio, y en su silencio gritan su impotencia su pena y dolor: 

Mi querida, mamá: 
Hace unos pocos años que decidiste engendrarme porque necesitas volcar tu amor de madre. Pensaste que te hacías mayor y era el momento de cambiar tu vida, pero querías que yo naciera fruto del amor y para ello te encontraste con un hombre bueno que te enamoró y según tus palabras, “era el mejor hombre del mundo, el único que podías ser el padre de tus hijos”. Durante el embarazo te cuidabas para cuidar de mí. Pero cuando nací, se me ocurrió nacer durante la noche y les fastidié, a ti y a papá, el reparador descanso, pero estaban tan contentos porque naciera, que nada les importaba más que ver mi carita. Gracias a Dios, todo fue bien. Por fin me tenías en tus brazos y estabas feliz. 

Es una suerte tener a unos padres que se quieren y que quieren a sus hijos, y se desviven y los cuidan y protegen. Pero mis padres tienen padres que son mis abuelos, y mis abuelos también me recibieron con los brazos abiertos. En los brazos de mi abuelita me dormía rápidamente y entre todos me proporcionaban el calor de ambiente familiar. Todo parecía ir bien, pero tu carácter se volvía cada vez más irrespetuoso y eso afectaba y complicaba las relaciones familiares. Dos años y mi vida ya estaba abocada a un calvario. Ya lo que era hermoso dejó de serlo y me vi privado de vivir bajo el mismo techo con mi padre y mi madre, y empezó mi peregrinar, mientras la desconfianza y las acusaciones entre mis padres iban de mal en peor, y tan a peor, que me alejaron de mi padre y de sus padres, mis abuelos. 

Qué pena que los buenos sentimientos se transformen en resentimientos. La falta de respeto echa por la borda la convivencia y las relaciones se rompe como cristales. Tú, mamá, con tu actitud desafiante te enfrentabas a todos y a los abuelos que te ayudaban los tratabas sin ningún respeto, un trato inapropiado para la educación y las enseñanzas que te han transmitido. Tú has tenido el ejemplo de tu madre y has visto cómo ella ha tratado a sus padres, mis bisabuelos, con cariño y respeto, cuidando, ayudando, admirando y agradeciendo. No sé de dónde aprendiste tus malos modos y manera para con ellos. No quisiera ser como tú, no quisiera llamarte nunca bruja ni tener mal comportamiento contigo, porque me parece indigno de un hijo, por eso mamá, no sigas tratando mal a tus padres, ni les sigas acusando falsamente de malas acciones que nunca han cometido, no hagas que me pueda sentir avergonzado de ti, porque yo creceré y conoceré la verdad de todo. 

Cada persona tiene su forma de ser, unas bien encaminadas y otras no tanto, pero la familia está para ayudarse sin pedir nada a cambio, y eso hay que saber valorarlo. Pero, tú mamá has ido muy lejos, acusas falsamente a tus padres, sobre todo a tu madre de barbaridades que nunca sucedieron y por vengarte de ellos, porque no te dicen a todo que sí, me has alejado de mis abuelos; me has condenado a vivir sin mis abuelos, con los que me crie y me los has arrebatado de mi vida sin importarte mis sentimientos. 

Estoy afligido y me siento muy dolido, la pena y la tristeza me aprieta el corazón. Tú no quieres ver más allá de tu sinrazón y te importa poco lo que yo sienta. No digas que soy feliz porque me has robado a toda mi familia. Yo necesito tener cerca a mis abuelos, tíos y primos como tú los tuviste. Necesito desarrollarme equilibradamente con sentimientos y emociones sanas, no haciendo lo que tú, alejándome y ocultándome de la familia, con esa actitud me estás negando lo que me pertenece. 

Mamá, tú no piensas en mí, tú no sabes querer, tú solo te quieres a ti misma, eres egoísta y no miras más que tu ombligo, yo te importo poco, no vayas de ‘madraza’ que yo necesito una madre, una madre que me quiera me cuide y me enseñe valores de respeto y agradecimiento. Mis sentimientos son frágiles, te pido por favor que estés pendiente de mis necesidades, yo necesito de todos y tú también. Vas por la vida llena de rabia porque no sabes canalizar tus frustraciones y aunque no lo creas, descargas en mí tus desatinos. 

Cuando sea mayor y quiera saber la verdad del porqué me faltaron mis abuelos a mi lado, no me gustaría descubrir que has sido tú la causante de esa ausencia. Me llenaría de tristeza descubrir que mi madre ha creado una historia paralela llena de mentiras, engaños y manipulación para salir con la suya; me sentiría defraudado y decepcionado de mi madre. Me gustaría descubrir que mi madre se equivoca, como humana, pero que sabe recapacitar y rectificar porque tiene un corazón noble, generoso y solidario, y ojalá yo me pueda contagiar de esa grandeza como persona. 

No vivas dejando heridas, vive dejando aroma. En la vida no triunfa el que más daño hace, sino aquél que lleva la paz en el corazón. Sé que la vida no es fácil y lucharé por conseguir un lugar en la sociedad a la que pueda mirar de frente sin avergonzarme de actitudes inapropiadas. 

Soy un regalo especial de Dios, por favor atesórame como Él quiso que lo hicieras, respetando, dándome principios y valores con los cuales vivir, y enseñándome amorosamente. Un niño tiene derecho a vivir en un hogar con sus padres, padres que me engendraron para sellar su gran amor. Yo seré pequeño solo por un corto tiempo. Necesito aprender del ejemplo de mis padres, de sus principios y valores, de su alegría y armonía, de su paciencia y eficiencia para explicarme las cosas maravillosas de este mundo, porque mis ojos no lo han explorado todavía. Mis sentimientos son frágiles, les pido por favor que estén pendiente de mis necesidades vitales, no me hagan lo que no les gustaría que le hicieran. Trátenme como les gustaría ser tratados. Necesito de unos padres sanos que me lleven por el buen camino y me ofrezcan su apoyo y me digan ‘no’ cuando no está bien y me indiquen qué es lo mejor para mí sin perjudicar a nadie. Dame ejemplos de vida espiritual, para que pueda conocer a Dios, para que en el futuro pueda disfrutar y compartir el amor familiar con mi prójimo. Siempre les estaré agradecido por todo lo bueno que me han inculcado para crecer dignamente como persona.

La relaciones de pareja se resquebrajan, no porque haya terminado el amor, sino porque se pisotea el cariño. No quisiera ser la diana de uno contra el otro. Díganme con palabras y actitudes que puedo seguir amándolos a los dos y ayúdenme a mantener una relación estrecha con ambos. No me pongan de testigo, de árbitro ni de mensajero en sus peleas y conflictos, no me utilicen. Todo lo que hagan para perjudicarse mutuamente me lastimará personalmente a mí. No peleen a ver cuál se queda conmigo, porque no soy de ninguno, pero los necesito a los dos. Recuerden que estar conmigo es un derecho, no un privilegio que tienen ambos y que tengo yo. No me pongan en situaciones en que tenga que escoger con quién irme, para mí es una tortura porque siento que si elijo a uno le estoy faltando al otro y yo los quiero y los necesito a los dos. No me pidan que sirva de espía ni que les cuente cómo vive o qué hago con mi otro padre. Me siento desleal para con él y no quiero ser un soplón. No me utilicen como instrumento de su venganza, contándome todo lo "malo" que fue mi padre/madre. Lo único que con seguridad lograrán es que me llene de resentimientos contra quien trata de deteriorarme una imagen que necesito mantener muy en alto. El entendimiento lleva a la reconciliación. Me gustaría que las relaciones familiares se recompongan, y para que las heridas sanen y aflore el cariño debe reinar el respeto, la sinceridad y la verdad. Los buenos sentimientos manan de un corazón noble y generoso. No hay nada como vivir llevando la paz en el corazón.

Recuerden que, aunque la separación pueda constituir para ustedes una oportunidad para terminar con un matrimonio desdichado o para establecer una nueva relación, para mí constituye la pérdida de la única oportunidad que tengo para criarme al lado de las personas que más amo y necesito: mi padre y mi madre, y también necesito de sus padres, mis abuelos, y lo mejor que pueden hacer por mí, ahora que ya no se aman, es respetarse mutuamente y dejarme disfrutar de todos.

Mamá, déjate llevar por lo que necesito, no luches. Soy parte de tu cuerpo y estoy de tu lado. No vine a pelear ni a hacerte las cosas difíciles, vine a mostrarte lo que eres: de lo que eres capaz, soy la luz que alumbrará tus rinconcitos oscuros y te ayudaré a conocerte mejor. Soy parte de tu cuerpo, siénteme, haz lo que tu instinto diga, no escuche ni creas, créeme a mí porque tú y papá, que un día se amaron, me crearon y quisiera seguir mirándome en los ojos de mi padre y de mi madre, y aprendiendo y madurando con mi padre y con mi madre. Quiero descubrir que con respeto y cariño la vida se hace más placentera, y quiero vivir para disfrutar de la vida y de mi padre y de mi madre, y de mis abuelos y de toda la familia. 

Les doy las gracias por comprender como me siento. Un hijo que quiere a su madre y a su padre, y quiere contar con los dos en su vida. Me duele el corazón y éste no sana con risas sino con caricias. Todo lo que necesito es la garantía de que, aunque estén separados, ninguno de los dos me abandonará. 

Cuando sea mayor y comprenda todo lo que me ha sucedido en la vida me gustaría poder decir agradecido: "Madre, te bendigo porque supiste hacer de tu hijo un hombre libre de rencor y enteramente humano".

Fotografía: DarkWorkX

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