domingo, 13 de octubre de 2019

Agradecer


Si un hombre no está agradecido por lo que tiene, es probable que no sea agradecido por lo que tendrá. Frank A. Clark. 

El agradecimiento es una actitud de reconocimiento por algo que se ha recibido, un beneficio, un gesto o un favor. La gratitud es una emoción positiva estudiada por la psicología tradicional, que expresa aprecio a otra persona de quien se recibió ayuda. Agradecimiento no implica devolver el favor con otro similar, sino recordar el acto de generosidad de la otra persona. La gratitud pondera la amabilidad del gesto del otro, más que la utilidad misma del favor o servicio recibido. 

La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes. José Martí.

El agradecimiento o el ser agradecido implica apreciar en cada instante lo que otros hacen por nosotros, ser conscientes de su actitud y ayuda creando un compromiso de confianza y reciprocidad con ellos. Agradecimiento implica estar dispuestos a responder con idéntica actitud cuando se requiera nuestra ayuda. Cuando aumenta la confianza en el vínculo se crea el compañerismo, la amistad, el compartir emociones, dificultades, problemas donde fluye la ayuda recíproca. La gratitud es un sentimiento que se experimenta cuando se recibe apoyo en una circunstancia difícil, lo que lleva a corresponder con una acción de gratitud. Puede expresarse con una simple declaración oral de agradecimiento, una sonrisa, un gracias por determinada situación, una nota conceptuosa con manifestaciones de aprecio por su apoyo, una llamada telefónica, un obsequio, un apretón de manos, un abrazo cálido, un beso afectuoso. El agradecimiento refiere en el mundo cristiano directamente a Dios, creador de todas las cosas, y dueño de la llave que abre todas las puertas. Es frecuente entre los fieles una charla íntima con Dios, agradeciéndole de modo informal por haber concedido alguna súplica, alguna petición o resuelto un problema. El agradecimiento es un valor que nos distingue como personas, ya que todos necesitamos de los demás. Si bien no somos generosos para obtener una recompensa, ella llega sola cuando elegimos el camino correcto, el camino del bien. Reconocer al prójimo (que es mi “próximo”), pensar en él y en su felicidad nos devuelve felicidad a nosotros mismos. 

Un solo pensamiento de gratitud hacia el cielo, es la oración más perfecta. Gotthold E. Lessing. 

Ser agradecidos es más que una norma de cortesía. El agradecimiento es una forma de cruzar fronteras para llegar a un plano más emocional, personal e incluso espiritual. ¿Por qué no agradecer a la vida por formar parte de ella? ¿Por qué no reconocer a los demás por lo que son y por esas facetas por las cuales le queremos? Y más aún… ¿Por qué no agradecernos a nosotros mismos por nuestra entereza, valentía y superación? 

Lo sabemos, en ocasiones no es nada fácil adentrarnos en el llamado “conocimiento del corazón”, ese que nos dejó intuir el mismo Lao Tse con la frase que da título a este artículo. Las personas vivimos casi cada día ancladas a este cerebro que nos guía por el camino más objetivo y racional, ahí donde habitan algunos rencores, algunas frustraciones… 

El agradecimiento es la memoria del corazón. Lao Tse. 

Todos deberíamos conocer los pilares del agradecimiento. El sencillo acto de ser agradecidos, supone ya un modo de liberación personal. Es reconocer, es actuar con humildad y sin artificios, aprendiendo a valorar lo que de verdad es importante en la vida, deberíamos ahondar más en el valor y el poder del agradecimiento...

Apertura emocional. ¿Por qué hay tantas personas a las que les cuesta dar las gracias? Cuando hacemos cualquier cosa por alguien no esperamos “obligatoriamente” ese gracias que marca la cortesía y la buena educación. Lo que de verdad buscamos es ser reconocidos, buscamos que se comprenda que nos hemos preocupado, que hemos invertido no solo tiempo, sino también parte de nuestras emociones. 

Aquellos que tienen la capacidad de ser agradecidos, son los que tienen la capacidad de alcanzar la grandeza. Steve Maraboli. 

Las personas que no practican el agradecimiento suelen presentar las siguientes características: 

Negación emocional, evitan abrirse a los demás y actúan a menudo de modo desafiante o de forma autosuficiente cuando en realidad, carecen de una buena autoestima y son bastante frágiles en su interior. 

Actúan con cierto egoísmo, practican la ingratitud y en ocasiones, hasta la soberbia. El no reconocer a los demás, supone también no reconocerse a ellos mismos, por tanto, son personas que carecen de habilidades emocionales. Para practicar el agradecimiento, debemos ser capaces de abrirnos emocionalmente. Solo así podremos obtener conocimiento de nosotros mismos y los demás, a través de un corazón activo, fuerte y sincero. 

La gratitud y el reconocimiento son los mejores regalos del ser humano. Pocos valores son tan poderosos como reconocer a nuestros semejantes mediante la gratitud. Es una forma universal de conocimiento y de unión, de unir vínculos. “Yo te reconozco a ti por lo que eres, por tus virtudes, por tu forma de ser, y te doy las gracias por formar parte de mi vida enriqueciéndola con tu presencia”. 

Ser agradecido no es estar en deuda… Hay quien piensa que el simple hecho de recibir algo y de tener que dar las gracias, supone de inmediato quedar en deuda con esa persona que ha hecho una cosa determinada por nosotros. Si en tu interior queda esa sensación, la de esa obligatoriedad por devolver un favor, no estaremos practicando un agradecimiento libre, sincero y espontáneo. 

El agradecimiento es una actitud que no exige obligaciones, es una forma de ser que trasciende todos nuestros actos. Si tú haces algo por tu hermano, o por tu amiga, no marcas una “x” en tu agenda, esperando que ese favor se devuelva un día u otro. Lo haces porque quieres y “porque reconoces” a esa persona como parte de ti, lo has hecho libremente y sin esperar nada a cambio. 

Ahora bien, no esperaremos la vuelta de ese detalle, pero lo que sí deseamos es que se nos reconozca. Establecemos un lazo donde unos y otros formamos una misma entidad. Es casi como lo que nos trasmite la palabra “Namasté” (yo te saludo y te doy las gracias, te reconozco a ti como divinidad, que, a la vez, forma parte de mí). 

La importancia del agradecimiento personal… Nos pasamos media vida agradeciendo cosas a los demás: la dedicación de nuestra familia, el altruismo de nuestros amigos, el cariño de nuestra pareja o el reconocimiento a esas personas que entran y salen de nuestra vida enriqueciéndola con sus pequeños actos. 

Ahora bien, ¿te has detenido en alguna ocasión a agradecerte algo a ti mismo? ¿Piensas que es una actitud egoísta y algo desafinada? En absoluto. No importa que seas religioso, escéptico o espiritual, el autorreconocimiento no transige ninguna norma, sino que es un pilar básico con el cual, reforzar tu autoestima. 

¿Qué tal si a partir de ahora actuamos de un modo más humilde y valoramos las cosas más sencillas de nuestra vida? Agradece a esa brisa fresca que te alivia en verano, a esa buena decisión que tomaste hace poco, da las gracias por tener a tu familia, a esa mascota que te dedica un amor eterno. 

Yo a la vida le agradezco tanto... Para mí cada día es un regalo inesperado... Agradezco por vivir, por dónde vivo, por lo que vivo... Agradezco por ser hija de mis padres... Agradezco por todas la gente que he encontrado en mi camino... Agradezco hasta por la gota que rebosa el vaso y te enseña a valorar y te ayuda a descubrir lo que se oculta tras lo inexplicable, y esas gotas que se escapan hace que aflore lo sincero y verdadero... Hay que dar las gracias simplemente por existir, por estar bien, por comprender que no somos más que estrellas fugaces que vienen y van, y que solo buscan vivir la vida con la máxima plenitud. ¿Por qué no? 

Seamos agradecidos con las personas que nos hacen felices; ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer nuestra alma. Marcel Proust.

Fotografía: wagnercvilela

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