– ¡Mamá, ya no aguanto más a la vecina! Quiero matarla, pero tengo miedo que me descubran. ¿Puedes ayudarme con eso?
La madre le responde:
– Claro que sí mi amor, pero hay una condición… Tendrás que hacer las paces con ella para que después nadie desconfíe de ti cuando ella muera. Tendrás que cuidarla muy bien, ser gentil, agradecida, paciente, cariñosa, menos egoísta, retribuir siempre, escucharla más… ¿Ves este polvito? Todos los días pondrás un poco en su comida; así morirá poquito a poco.
Pasados 30 días y la hija preocupada le dice a la madre:
– Mamá, no quiero que la vecina muera: somos amigas y la quiero... ¿Y ahora? ¿Cómo hago para cortar el efecto del veneno?
La madre entonces le responde:
– ¡No te preocupes! Lo que te di fue polvito de arroz. Ella no morirá, porque el veneno estaba en ti.
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