miércoles, 6 de marzo de 2019

Vivir la Cuaresma


Hoy, Miércoles de Ceniza, comienza la Cuaresma y la Iglesia se prepara espiritualmente con actitudes propias de la cuaresma cristiana: 

Cuaresma cristocéntrica: Cristo es el centro de todo en la cuaresma. Cristo en su estado de sufrimiento y muerte a causa del mal y al servicio de nuestra conversión, de nuestro perdón, de nuestra liberación del mal. El objetivo que debemos perseguir en toda la vivencia de la cuaresma, es entrar en comunión con este Cristo, asimilar su estado de dolor y de muerte: purificarnos del mal, de nuestro propio pecado, de los fallos y defectos que merman en nosotros la verdad y la gracia, que disminuyen y frenan el amor, la alegría y la paz; solidarizarnos con el Cristo que sufre en todos los que sufren, y ayudar a éstos a que resurjan de sus sufrimientos a la paz y la alegría profunda de la resurrección de Cristo. 

Cuaresma pascual: Vivir la cuaresma es caminar hacia la pascua; pasar por la muerte de Cristo hecha en nosotros mortificación o muerte al pecado, conversión, penitencia y confesión, hasta purificar y aumentar el amor que nos hace vivir resurgiendo según la resurrección de Cristo a una vida nueva llena de esperanza, de luz, de alegría, de los frutos del amor.

Cuaresma eclesial: Cuaresma vivida en “Iglesia” para sentirnos más “Iglesia”, más comunidad de Cristo en el mundo de hoy. Hemos de hacer comunidad, familia, grupo animado por la fe y la esperanza, que se apoya con amor y se abre y se da al servicio de los demás hombres. 

Cuaresma sacramental: Los sentidos cristo-céntrico, pascual y eclesial, confluyen en los sacramentos. Los sacramentos del bautismo y confirmación, confesión y eucaristía, son núcleos vivos de la cuaresma cristiana. Debemos revisar qué conciencia tenemos de nuestro bautismo. Redescubrir el bautismo con que fuimos injertados en la muerte y la resurrección de Cristo y llenados de su Espíritu. Reajustar nuestra conducta a los dones y las exigencias del bautismo. 

La Iglesia universal unida, emprende el camino de este Nuevo Tiempo como entrada en la resurrección de Cristo a través de la participación y asimilación de sus sufrimientos y su muerte; incluye una serie de actitudes de espíritu, entre las que cada comunidad y cada creyente debe discernir las que ha de encarnar sobre todo, según el estado de su fe, la búsqueda sincera del verdadero Dios viviente, realista y profunda, hasta aceptarle en su auténtico papel en la propia vida personal, familiar, social. 

“La ‘cruz’, por más pesada que sea, no es una desgracia que hay que evitar lo más posible, sino una oportunidad para seguir a Jesús”. SS Benedicto XVI. 

¿Qué significa 'entrar en la Cuaresma'? Significa comenzar un tiempo de particular compromiso en el combate espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y a nuestro alrededor. Quiere decir mirar al mal cara a cara y disponerse a luchar contra sus efectos, sobre todo contra sus causas, hasta la causa última, que es Satanás. 

Significa no descargar el problema del mal sobre los demás, sobre la sociedad, o sobre Dios, sino que hay que reconocer las propias responsabilidades y asumirlas conscientemente. En este sentido, resuena entre los cristianos con particular urgencia la invitación de Jesús a cargar cada uno con su propia 'cruz' y a seguirle con humildad y confianza (Cf. Mateo 16, 24). La 'cruz', por más pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de una desgracia que hay que evitar lo más posible, sino una oportunidad para seguir a Jesús y de este modo alcanzar la fuerza en la lucha contra el pecado y el mal. 

Entrar en la Cuaresma significa, por tanto, renovar la decisión personal y comunitaria de afrontar el mal junto a Cristo. La Cruz es el único camino que lleva a la victoria del amor sobre el odio, de la generosidad sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia. Desde esta perspectiva, la Cuaresma es verdaderamente una ocasión de intenso compromiso ascético y espiritual fundamentado sobre la gracia de Cristo. Descubrir a Jesucristo como “salvador” efectivo, como única solución definitiva de la propia existencia, de la existencia de todos y de toda la historia. 

Este Tiempo nos sirve para conocerle mejor y aceptarlo más vivamente. “La Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. 

La observancia de la Cuaresma es por excelencia la insignia de batalla cristiana. Por ella nos probamos a nosotros mismos que no somos enemigos de la cruz de Cristo, por ella evitamos el flagelo de la justicia divina, por ella obtenemos fortaleza contra el príncipe de las tinieblas, porque nos protege la ayuda celestial. Si la humanidad se volviese negligente en la observancia de la Cuaresma, sería un perjuicio para la gloria de Dios, una vergüenza para la religión católica, y un peligro para las almas cristianas. Tampoco puede dudarse de que tal negligencia se convertiría en fuente de miseria en el mundo, de calamidad pública y de dolor privado”. SS Benedicto XIV.

Fotografía: cowins 

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