El acelerado ritmo de la sociedad actual es exigente y vertiginoso, todo va acelerado y con urgencias, y vivir en un mundo competitivo en estado de prisas y corriendo lleva al agotamiento anímico y emocional. Llega un momento en el que sientes que te falta el aire y ya no puedes más, y el desánimo te puede llevar a un espiral de abatimiento y abandono. Y, a veces, cuando nos sentimos sin ánimos de nada, (cosa que nos sucede a todos en algún periodo de nuestra vida) puede ser, que buscando una salida rápida acudamos a un libro de autoayuda. Pero, tenemos que ser realistas, un libro de autoayuda no es la solución, porque cada libro lleva plasmada la impronta de una persona y sus propias teorías de lo que puede ser y que a veces no es, y tenemos que tener en cuenta que cada problema es un caso aparte. Por supuesto que las palabras de aliento pueden ser una ayuda, pero no es el empujón que te pone frente a la puerta de salida.
En los libros de autoayuda puedes encontrar filosofía de vida para activar tu positividad, pero, si te encuentras en un callejón sin salida no te indica la puerta. Cada persona es un caso diferente y necesita de una solución personalizada y los libros de autoayuda marcan unas pautas generalizadas. Tú no tienes la culpa de estar deprimido, pero no puedes ponerte en manos de los escritores de autoayuda. Según los expertos en estos temas, los pensamientos positivos o las ideas autoindulgentes como receta para salir de estados depresivos son un engaño y en muchas ocasiones, contraproducentes.
Un lector relataba desesperado su historia y su fracaso al no conseguir salir del círculo que está atrapado, desde hacía un año, a pesar de los libros de autoayuda: Decía que se encontraba mal, sin ganas de levantarse de la cama, sin ganas de hablar, sin ganas de salir a la calle. Se sentía tan triste que a veces lloraba sin saber por qué. Siendo consciente de su situación e intentado salir de ese estado, había leído muchos libros de autoayuda, pensando que las frases motivadoras eran suficiente para que el optimismo activara la fuerza de voluntad, de la que dependía para salir de la espiral en la que se encontraba metido. Creía que ser optimista y usar frases motivadoras le iba a funcionar. Pero no lo conseguía y cada vez estaba peor y se sentía culpable por no conseguir animarme y se preguntaba: «¿Qué hago mal, por qué no logro remontar motivándome y siendo positivo?»
A todos nos encantaría que se cumpliera una especie de 'Ley de Atracción' y que repitiendo mensajes optimistas todo nos saliera bien. Tú no haces nada mal: los crueles son los escritores de libros de autoayuda que venden la falsa idea de que basta utilizar mensajes positivos para salir de las crisis psicológicas graves. Los que te han contado eso saben que es mentira. De hecho, a ellos no les funciona, ni siquiera predican con el ejemplo: sus métodos no les hacen más felices. Escritores de autoayuda «arrepentidos» como Michelle Goodman, están empezando a denunciar la discrepancia entre las promesas de felicidad que hacen en sus libros y la triste realidad de su vida cotidiana.
La idea de que «pensar en positivo» cura depresiones es simple pensamiento mágico. El psicólogo Giorgio Nardone, por ejemplo, lo denuncia en su libro 'Psicotrampas'. A todos nos encantaría que se cumpliera esa especie de 'Ley de Atracción' y que repitiendo mensajes optimistas todo nos saliera bien. Con esa esperanza los hombres del paleolítico pintaron mamuts y bisontes esperando encontrárselos a la salida de la cueva. Era una idea tierna, pero jamás funcionó. No fallas tú, falla el método… No te sientas culpable porque no te funcione una táctica ineficaz. Nardone presenta datos de un fenómeno que muchos terapeutas conocen por experiencia: cuando una persona deprimida intenta pensar de forma optimista la mayoría de las veces acentúa su estado melancólico. Hay una razón para ello; en los momentos de bajón, solemos funcionar por comparación con el resto de seres humanos. Tratar de pensar de forma positiva y no lograrlo cuando creemos que otras personas lo han conseguido, usando esa táctica, nos entristece. Cuando estamos mal nos agobia nuestra imposibilidad de acceder al 'país del bienestar'. Por eso es importante que investigues y veas que no es culpa tuya, que es el método el que falla.
Deja de compararte con los que en este momento están felices, o que tú crees que están felices. Como decía mi madre, la vida no es igual para todos. La falacia de estos libros está en que confunden causas y efectos. Nos dicen que nos fijemos en los pensamientos eufóricos que caracterizan a las personas que están bien. Y nos intentan hacer creer que ahora se sienten satisfechos gracias a que en los malos momentos estuvieron alegres y esperanzados. Es una hipótesis 'comenubes' falsa: no solemos tener suerte porque mostramos buen estado de ánimo, sino que más bien mostramos buen estado de ánimo porque ahora tenemos suerte. No empieces la casa por el tejado: creer que el optimismo iluso va a hacer que las cosas te vayan bien es como pensar que comprar yates de lujo te va a llevar a hacerte rico. Cambia a la vez tu vida y tu estado de ánimo; después serás feliz.
La melancolía, la rabia, el temor, el cinismo y el comportamiento retador son fenómenos que nos ayudan a cambiar lo que no funciona. Acéptalo, tienes que pasar por emociones desagradables para poder cambiar tu mundo a mejor. La ensayista Barbara Ehrenreich en su obra 'Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo' es una de los pensadores que han reivindicado el potencial de estos necesarios sentimientos «negativos». A todo esto, ¿no te parece inquietante que en los libros de autoayuda se denomine así a las emociones rebeldes que transforman la realidad? Ehrenreich nos recuerda en su libro que la melancolía, la rabia, el temor, el cinismo y el comportamiento retador son fenómenos psicológicos que nos ayudan a cambiar lo que no funciona en nuestras vidas. La negatividad es siempre el principio del cambio. No podemos saltarnos los pasos previos e ir directamente al final feliz, digan lo que digan los autores que estás leyendo.
Enfádate con lo que te está amargando la vida: la cólera es más antidepresiva que la tristeza. La depresión es ira interiorizada. Cuando no somos capaces de enfrentarnos a los que pisan nuestros derechos, nos cabreamos con nosotros mismos y entramos en síndrome de indefensión. Gabriele Oettingen, profesora de Psicología de la Universidad de Nueva York, muestra en sus investigaciones que pensar en positivo y evitar el desasosiego por nuestra situación lleva a las personas a sentirse mejor en el presente, pero también les hace perder motivación para cambiar sus malas circunstancias. La razón es que si disfrutamos de una experiencia que estamos deseando como si ya la hubiéramos conseguido, desaparecen la desazón y el entusiasmo necesario para lograr nuestro objetivo.
Sentimientos transitorios… Alégrate de no conseguir engañarte a ti mismo, solo demuestra que no eres un iluso. Hace unos años, los psicólogos W.Q. Perunovic, J. Wood y J. W. Lee, realizaron un experimento en el que pedían a un grupo de personas intentar interiorizar una frase clásica del positivismo naif: «Soy una persona encantadora». Después evaluaron el estado anímico de los participantes. Y comprobaron que las personas que empezaron el experimento con baja autoestima acabaron sintiéndose mucho peor que al principio. A las personas inseguras que atraviesan momentos difíciles de la vida el pensamiento 'comenubes' les hace sentirse más indefensos. Las alabanzas irreales nos suenan a compasión y nos entristecen, da igual que las hagan los demás o que nos las repitamos nosotros mismos.
Enfádate con lo que te amarga… Sé realista y quítale dramatismo a tus sentimientos, son transitorios. Tus emociones fueron adaptativas, pero la carga de desesperanza que les da la depresión las ha hecho limitadoras. Crees que vas a estar así siempre y no es cierto. El terapeuta Aaron Beck (entre otros psicólogos) nos revela que el sentimiento depresivo se basa en creencias catastróficas irracionales. La enfermedad te hace pensar negativamente acerca de ti mismo («No valgo para nada»), de lo que te rodea («Nadie me quiere de verdad») y del futuro («Me voy a quedar así para siempre»). Estas elucubraciones no son ciertas, vienen de errores cognitivos que dispara la depresión, te centras solo en lo malo y maximizas sus efectos. Anticipas acontecimientos negativos que no han sucedido y muchas veces no ocurrirán pero te hacen caer en el nihilismo, clasificas todo en blanco o negro sin ver los grises… Analiza estos errores de pensamiento y verás que, poco a poco, tus respuestas son menos melodramáticas. Lo que sientes son reacciones normales ante una circunstancia determinada: la depresión. No te pasa nada extraño, tu salud mental no peligra. Eres una persona sana que está atravesando un mal momento.
La depresión funciona como un «círculo vicioso», romperlo por cualquier parte es el principio de la curación. Ponte en manos de un profesional. Deja de preocuparte, ocúpate. Vuelve, poco a poco, a manejar tu propia vida. Procura estar activo, aunque te falte motivación para comenzar actividades. Cuida los aspectos de tu vida que estén en tus manos: higiene y orden, búsqueda de placeres sencillos, ritmos de sueño y alimentación, etc. Existen varias técnicas de eficacia probada que sí te ayudarán a dejar atrás ese «perro negro», así le llamaba a la depresión Winston Churchill, una de las muchas personas famosas (Miguel Ángel, Monet, Lincoln, Bertrand Russell, Steve Jobs, Uma Thurman…) que superaron el problema y siguieron adelante con sus vidas.
Pero si te empeñas en leer algo sobre este tema que te ayude a salir del círculo vicioso del «Optimismo Iluso» te recomiendo el libro del psicólogo Eparquio Delgado 'Los libros de autoayuda ¡Vaya timo!'.
Yo digo que no somos ni lo que pensamos ni lo que comemos, pero alguien dijo que: «Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos. Con nuestros pensamientos construimos el mundo». Piensa que: «Solo te puedes cambiar a ti mismo pero a veces eso lo cambia todo».
Fotografía: Dave Poore.
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