miércoles, 1 de noviembre de 2017

Nadie más muerto que el olvidado

Familiares y flores en un cementerio.

«Nadie más muerto que el olvidado»: El Día de Todos los Santos en España. Esta celebración de la muerte se celebra cada año el 1 de noviembre.

Festividad de la Iglesia. En los inicios del cristianismo, muchos de los nuevos practicantes fueron perseguidos y torturados por el imperio romano. Así, la Iglesia primitiva conmemoró la muerte de estos mártires en su fecha de defunción. Con el paso del tiempo, llegaron a ser tantos los mártires que no se podía mantener una fecha para cada uno, por lo que se decidió agrupar las celebraciones en un solo día y en cada región se designó una fecha diferente para recordar estos Santos. Fue hasta el año 610 d.C. que el papa Bonifacio IV consagro un panteón en Roma y le asignó una fecha de aniversario en honor a la Virgen y todos los mártires, siendo esta el 13 de mayo.

A través de casi tres siglos se fue instituyendo la celebración para recordar a los mártires y santos de la Iglesia, seleccionando el 1 de noviembre como la fecha para conmemorarla durante el papado de Gregorio III y un día después se estableció el día homenaje a todos los difuntos. Esta fecha coincidió con una fiesta de origen celta practicada en Europa hasta antes de la imposición del cristianismo: Al llegar el otoño, en el hemisferio norte, se conmemoraba el fin de la temporada de cosecha y el inicio de la temporada oscura o Hollow eve, “alabanzas al diablo”. Más tarde, esta celebración tomó el nombre de Halloween. Últimamente está calando en nuestra sociedad y hasta en los colegios la han acogido con entusiasmo, pero si nos interesáramos por el origen de estas fiestas, nos quedaríamos sin aliento; es verdaderamente terrorífico y satánico todo lo que la rodea, sin embargo, estamos adentrando en ella a inocentes niños sin conocer la verdadera historia, lo que se representa y lo que se escenifica.

Cada año, el 1 de noviembre, España celebra su fiesta ritual en recuerdo y honra de sus parientes fallecidos, fiesta que se conoce como el Día de Todos los Santos. En toda la nación, muchas familias, especialmente aquellas generaciones mayores que están más apegadas a las tradiciones, se reúnen en los cementerios para hacer una visita a los seres queridos que han fallecido para hacerles saber que no les han olvidado. Algunos incluso visitan el cementerio unos días antes del 1 de noviembre para limpiar las sepulturas y tenerlas preparadas para el gran día.

Cuando decimos Santos, enseguida pensamos en los Santos que han subido a los altares, y no. Santo es todo aquel que ha llegado al cielo, y al cielo han llegado millones de personas que en la tierra han sido buenos y generosos con sus semejantes. Personas solidarias que se han dedicado a ayudar a los demás, dejando familia y tierra llegan a rincones perdidos por el mundo, donde el hambre y el abandono duele mirarlo. Con la caridad de su entrega generosa llevan a la gente la esperanza en recuperar su dignidad y la alegría de sentirse queridos.

Todos, hemos tenido algún Santo cerca de nosotros. Seguramente, muchos dirán: «mi madre era una Santa», o «mi padre era un Santo», o «mi abuela o mi abuelo». Sí, mi madre era una Santa y mi padre un Santo. Como buenos cristianos me transmitieron la fe y lo mejor que tenían; vivencias basadas en los valores, testimonio de vida y enseñanzas de amor y agradecimiento. Con ese pensamiento escribí un poema: «Todos tenemos algún Santo, que nos vele desde el cielo; ¿Quién no tiene a un padre o una madre, una abuela o un abuelo?». Sí, por suerte contamos con Santos que se mueven entre nosotros, dando testimonio de vida y sembrando amor.

Lo más tradicional del 1 de noviembre es comprar flores, especialmente crisantemos, y llevarlas como regalo a los fallecidos. Es el día del año en el que se venden más flores, y los cementerios se llenan de todos los colores imaginables, dejando una estampa viva y emotiva. Los católicos se reúnen en las Iglesias para participar de la Santa Misa memorando a sus familiares y pidiendo por aquellos fallecidos que supuestamente permanecen en el purgatorio. A pesar del sentimiento de tristeza que se piensa que tiene el Día de Todos los Santos, este día no es sólo para lamentarse por los seres queridos que ya no están con nosotros. También es un día para celebrar la vida.

Es muy popular comer dulces Tradicionales del Día de Todos los Santos: De cualquier modo, el Día de Todos los Santos se puede definir mejor como el día en el que casi todas España disfruta comiendo delicias conocidas como Buñuelos de Viento y Huesos de Santo; con la excepción de Cataluña, la Comunidad Valenciana y las Islas Baleares, que optan por saborear los pasteles catalanes Panellets. También es propio de estas fechas las castañas asadas, y en Canarias, además, contamos con dulces tradicionales de este día como las truchas, empanadillas, rosquillas, las nueces y frutos pasados como uvas, higos y tunos (los santitos).

También como tradición cultural «Los Ranchos de Ánimas» recorren las casas cantando a los difuntos de cada familia, y vuelve la obra de José Zorrilla «Don Juan Tenorio» (1844). Es común representar esta obra clásica en las fechas próximas al Día de Todos los Santos; muy apropiada para la ocasión, ya que la escena más famosa del Don Juan transcurre en un cementerio en el que se producen apariciones de los muertos.

En España, la tradición católica ha marcado hasta tiempos recientes la fiesta del Día de Todos los Santos, pero en estos últimos años está arraigando entre los más jóvenes las tradiciones anglosajonas, la fiesta de Halloween. Calabazas, brujas, fantasmas, esqueletos… Estos son los ingredientes para una fiesta de Halloween apropiada, tal como la celebran en los países anglosajones, y con tal de divertirse, cualquier excusa es buena.

Para el ser humano es importante, lo que ponga en sus primeros años de vida, que quedará en ella hasta más allá de la muerte. No podemos decir que la muerte es la otra cara de la vida, la muerte va parejo con la vida, es la vida misma, pero haber quién nos lo explica cuando perdemos al ser que más queremos. Paradójicamente, decía Evangelina Sobedo: «Cuando vienes al mundo lloras. Cuando mueres, el mundo calla».

Fotografía: calafellvalo, cc.

No hay comentarios :

Publicar un comentario