Primero que todo me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, que sabe lo que hay que hacer y lo que es más conveniente.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus actuaciones. La que no deja las soluciones al azar, la que sabe reconocer y resolver con honestidad y valentía sus errores.
Me gusta la gente leal con su gente y consigo misma, la que se ajusta a razones y no se dejan llevar por mezquindades, que no pierde de vista que somos humanos y que podemos equivocarnos y con gesto sincero y humilde afronta sus fallos.
Me gusta la gente que sabe que la mentira tiene las patas muy cortas y si se equivoca sabe pedir disculpas, porque lo más reconfortante y gratificante de las cosas bien hechas, es la alegría de sentir en el espíritu la calma y la paz que sosiega.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonados a las decisiones de la gente mentirosa y chantajista.
Me gusta la gente de criterio. La que no traga entero. La que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivoca y las que, al aceptar sus errores rectifican y se esfuerzan por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de decir lo que piensa y criticarme de frente, a estos los llamo mis amigos de verdad. Los que ponen una cara por delante y otra por detrás no son de fiar, y de los falsos e hipócritas hay que alejarse.
Me gusta la gente fiel y sincera. La que sin vivir en el pasado tiene memoria para no cometer los mismos errores, y para que sea freno en la soberbia inflada de su ego.
Esta gente me gusta y merece la pena tenerlas al lado. Con gente como esta me comprometo a lo que sea. Con haber encontrado a esa gente en mi camino me doy por recompensada.
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