lunes, 13 de julio de 2015

La gente que me gusta

Primero que todo me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, que sabe lo que hay que hacer y lo que es más conveniente.
Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus actuaciones. La que no deja las soluciones al azar, la que sabe reconocer y resolver con honestidad y valentía sus errores.
Me gusta la gente leal con su gente y consigo misma, la que se ajusta a razones y no se dejan llevar por mezquindades, que no pierde de vista que somos humanos y que podemos equivocarnos y con gesto sincero y humilde afronta sus fallos.
Me gusta la gente que sabe que la mentira tiene las patas muy cortas y si se equivoca sabe pedir disculpas, porque lo más reconfortante y gratificante de las cosas bien hechas, es la alegría de sentir en el espíritu la calma y la paz que sosiega.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonados a las decisiones de la gente mentirosa y chantajista.
Me gusta la gente de criterio. La que no traga entero. La que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivoca y las que, al aceptar sus errores rectifican y se esfuerzan por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente capaz de decir lo que piensa y criticarme de frente, a estos los llamo mis amigos de verdad. Los que ponen una cara por delante y otra por detrás no son de fiar, y de los falsos e hipócritas hay que alejarse.
Me gusta la gente fiel y sincera. La que sin vivir en el pasado tiene memoria para no cometer los mismos errores, y para que sea freno en la soberbia inflada de su ego.
Esta gente me gusta y merece la pena tenerlas al lado. Con gente como esta me comprometo a lo que sea. Con haber encontrado a esa gente en mi camino me doy por recompensada.

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