La verdad con amor corrige los corazones, sin amor te hace herir de muerte.
La justicia con amor te hace justo, sin amor te hacen implacable.
La amabilidad con amor te hace agradecido, sin amor te hace hipócrita.
La riqueza con amor te enseña a repartir, sin amor te hace avaro.
La belleza con amor te hace agraciado, sin amor te hace ridículo.
La sencillez con amor te hace crecer, sin amor te envilece.
La religión con amor te enseña a repartir esperanza, pero sin amor te convierte en un fanático.
La inteligencia con amor te hace servicial, sin amor te hace cruel y perverso.
La cruz con amor da sentido a tu existencia, sin amor se convierte en una tortura sin razón.
La autoridad con amor te hace amable, sin amor te hace tirano.
La amistad con amor te hace generoso, sin amor te hace interesado.
La alegría con amor te hace altruista, sin amor te hace egoísta.
La libertad con amor te hace más libre, sin amor te convierte en un déspota despiadado.
Tus éxitos con amor te hacen crecer, sin amor te hacen orgulloso.
La política con amor busca el bien del pueblo, sin amor te hace un ególatra.
Tus enseñanzas con amor te hacen admirable, sin amor te hacen arrogante.
La ley de Dios con amor, te muestra el camino de la vida, sin amor te esclaviza.
La vida sin amor, no tiene sentido… y Dios mismo es el Amor.
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martes, 31 de marzo de 2015
lunes, 30 de marzo de 2015
¿Sabes cuánto vales en realidad?
Juan, con el rostro abatido de pesar se reúne con su amiga Ana en un bar a tomar café.
Deprimido descargó en ella sus angustias: que si el trabajo, que si el dinero, que si la relación con su pareja, que si su vocación. Todo parecía estar mal en su vida.
La amiga introdujo la mano en su cartera, sacó un billete de 50 dólares y le dijo:
—Juan, ¿quieres este billete?
Él, un poco confundido le contestó:
—Claro Ana, son 50 dólares ¿quién no los querría?
Entonces Ana tomó el billete en uno de sus puños y lo arrugó hasta hacerlo un pequeña bola, y mostrando la estrujada pelotita verde a Juan volvió a preguntarle:
—Y ahora, ¿lo quieres?
—Ana, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 50 dólares, claro que los tomaré si me lo entregas.
Entonces Ana desdobló el arrugado billete, lo tiró al suelo y lo restregó con su pie, levantándolo luego sucio y manchado…
—¿Lo sigues queriendo Juan?
—Mira Ana, sigo sin entender que pretendes, pero ese es un billete de 50 dólares y mientras no lo rompas conserva su valor.
—Entonces Juan, debes saber que aunque a veces algo no salga como quieres, aunque la vida te arrugue o pisotee, sigues siendo tan valioso como siempre lo hayas sido. Lo que debes preguntarte es ‘¿cuánto vales?’ en realidad y no ‘lo golpeado’ que puedas estar en un momento determinado.
Juan se quedó mirando a Ana sin decir palabra alguna mientras el impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro.
Ana puso el arrugado billete en su lado en la mesa y con una sonrisa cómplice agregó:
—Toma, guárdalo para que te acuerdes de esta enseñanza cuando te sientas mal, pero me debes un billete nuevo de 50 dólares, para poder usar con el próximo amigo que lo necesite.
viernes, 27 de marzo de 2015
La señal
El único sobreviviente de un naufragio llegó a la playa de una diminuta y deshabitada isla. Pidió fervientemente a Dios ser rescatado, y cada día escudriñaba el horizonte buscando ayuda, pero no parecía llegar.
Cansado, finalmente optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y almacenar sus pocas pertenencias.
Pero un día, tras merodear por la isla en busca de alimento regresó a su cabaña y la encontró envuelta en llamas y el humo ascendiendo hasta el mismo cielo.
Lo peor había ocurrido, lo ha perdido todo. Lleno de tristeza y rabia gritó:
—Dios, ¿cómo pudiste hacerme esto?
Lamentándose se abandonó en la arena y se quedó dormido. Sin embargo, al día siguiente fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Habían venido a rescatarlo.
—¡¿Cómo supieron que estaba aquí?! —preguntó el desesperanzado hombre a sus salvadores.
—Vimos su señal de humo y acudimos en su ayuda.
Pero un día, tras merodear por la isla en busca de alimento regresó a su cabaña y la encontró envuelta en llamas y el humo ascendiendo hasta el mismo cielo.
Lo peor había ocurrido, lo ha perdido todo. Lleno de tristeza y rabia gritó:
—Dios, ¿cómo pudiste hacerme esto?
Lamentándose se abandonó en la arena y se quedó dormido. Sin embargo, al día siguiente fue despertado por el sonido de un barco que se acercaba a la isla. Habían venido a rescatarlo.
—¡¿Cómo supieron que estaba aquí?! —preguntó el desesperanzado hombre a sus salvadores.
—Vimos su señal de humo y acudimos en su ayuda.
jueves, 26 de marzo de 2015
El tonto y la moneda
Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de más valor.
Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
—Lo sé señor, no soy tan tonto…, vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.
El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente.
Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de más valor.
Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
—Lo sé señor, no soy tan tonto…, vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.
El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Carta de un bebé a su mamá
Mamá:
Aunque tú no quisiste que yo naciera no puedo dejar de decirte, mamá. Te escribo desde el cielo para explicarte lo feliz que yo era desde que comencé a vivir en tu vientre. Yo quería nacer y deseaba conocerte, anhelando recibir tu cariño para crecer siendo un niño feliz y alegre.
Soñaba con ir a la escuela y ser un hombre importante para que te sintieras orgullosa de mí. Yo creía que cuando cumpliera los nueve meses de estar junto a tu corazón y naciera, todos se iban a alegrar en casa con mi llegada…, pero tú no pensabas igual que yo, tenías otros planes ¿verdad, mamá? Y un mal día cuando yo estaba contento jugando en lo más recóndito de tus divinas entrañas sentí algo extraño, algo que no sabría explicarlo, algo que me hizo temblar. Sentí que me arrancaban la vida. Quise defenderme pero la muerte con su implacable veneno y metálica arma me sorprendió, y ¡yo que pensaba que tu vientre era el nido seguro mientras esperaba a nacer para adorarte!
martes, 24 de marzo de 2015
Mamá gaviota
Hace mucho tiempo, en una playa castigada por olas gigantescas, había una gaviota desesperada. Acababa de poner sus huevos en la arena y el mar se los había arrebatado. Mamá gaviota se lanzó al mar para recuperarlos y se sumergió en él una y otra vez, pero sus intentos fueron en vano. Con el corazón roto imploró al mar:
—¡Devuélveme a mis hijos, por favor!
Pero el mar no le contestó. Cansada de suplicar el ave lanzó este desafío:
—Si me arrebatas a mis hijos, te secaré. Con mi pico iré sacando agua sin importarme cuánto tarde.
Día y noche hasta casi desfallecer persistió en su irrealizable misión. Su trágica historia conmovió el corazón de las gaviotas del lugar, y poco a poco se fueron uniendo para ayudarla hasta que formaron una enorme bandada, que iba del mar a la orilla en un frenesí sin fin.
La Gran Gaviota que estaba observándolo todo desde lo más alto del cielo decidió bajar para averiguar qué sucedía. En cuanto se enteró de la historia de mamá gaviota y sus hijos perdidos, les dijo a todas:
—Dejad que hable con mi amigo el dios del océano y él devolverá los huevos.
Y así fue. Pero desde entonces las gaviotas aprendieron una gran lección: luchando unidos podemos lograr cosas que solos jamás conseguiremos.
—¡Devuélveme a mis hijos, por favor!
Pero el mar no le contestó. Cansada de suplicar el ave lanzó este desafío:
—Si me arrebatas a mis hijos, te secaré. Con mi pico iré sacando agua sin importarme cuánto tarde.
Día y noche hasta casi desfallecer persistió en su irrealizable misión. Su trágica historia conmovió el corazón de las gaviotas del lugar, y poco a poco se fueron uniendo para ayudarla hasta que formaron una enorme bandada, que iba del mar a la orilla en un frenesí sin fin.
La Gran Gaviota que estaba observándolo todo desde lo más alto del cielo decidió bajar para averiguar qué sucedía. En cuanto se enteró de la historia de mamá gaviota y sus hijos perdidos, les dijo a todas:
—Dejad que hable con mi amigo el dios del océano y él devolverá los huevos.
Y así fue. Pero desde entonces las gaviotas aprendieron una gran lección: luchando unidos podemos lograr cosas que solos jamás conseguiremos.
lunes, 23 de marzo de 2015
El alpinista
Cuentan que un alpinista vivía obsesionado por conquistar el Aconcagua, después de años de preparación inicio su travesía. Pero quería la gloria para él solo, por tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde y más tarde… Como si la vida se le fuera en ello no se preparó para acampar sino que decidió seguir subiendo, decidido a llegar a la cima.
Oscureció. La noche cayó con gran pesadez y en la altura de la montaña ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Subiendo por un acantilado a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires.
Caía a una velocidad vertiginosa. Solo podía ver veloces manchas cada vez más oscuras que se deslizaban por la misma oscuridad y sentir la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo y en esos angustiantes momentos pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida. Pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente, sintió un tirón tan fuerte que casi lo parte en dos… ¡Sí!, como todo alpinista experimentado había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar:
—¡Ayúdame, Dios mío!
De repente una voz grave y profunda le contestó desde los cielos:
—¿Qué quieres que haga, hijo mío?
—¡Sálvame, Dios mío!
—¿Realmente crees que te pueda salvar?
—¡Por supuesto, Señor!
—Entonces, corta la cuerda que te sostiene.
Hubo un momento de silencio y quietud, pero el hombre se aferró más a la cuerda…
Al amanecer el equipo de rescate encontró muerto al alpinista. Estaba congelado agarrado fuertemente con las manos a una cuerda, a tan sólo 3 metros del suelo.
Confía siempre en Dios. Si tienes fe, nada es imposible y todo problema, con la ayuda de Dios, del esfuerzo y la perseverancia, se puede superar.
sábado, 21 de marzo de 2015
Día de la felicidad
Sonríe… Hoy es el ‘Día de la Felicidad’ y todos los medios se hacen eco de ese estado tan deseado y poco alcanzado.
Celebración: El Día Internacional de la Felicidad, el 20 de marzo, fue instituido el 28 de junio de 2012 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y se celebró por primera vez el año 2013.
La búsqueda de la felicidad es una «meta fundamental» y gracias a una iniciativa del reino de Bután, que considera este sentimiento como el más importante del Producto Interior Bruto, La Asamblea General de la ONU, en la resolución 66/281 decretaron el Día Internacional de la Felicidad, porque el mundo necesita un nuevo paradigma económico que reconozca la paridad de los tres pilares del desarrollo sostenible, el social, el económico y el medioambiental, juntos definen nuestra felicidad global. Así lo ha señalado el Secretario General, Ban Ki-moon. Esto es reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.
viernes, 20 de marzo de 2015
El milagro de la vida
Sólo entendemos el «milagro de la vida» cuando dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hizo infelices.
Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. Pero quién presta atención a su día, descubre el instante mágico, puede estar escondido en cualquier parte.
Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros.
La felicidad es a veces una bendición, pero por lo general es una conquista.
El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sueños.
Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones... pero todo es pasajero y no deja marcas.
Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.
Pobre del que tiene miedo a correr riesgos porque ése quizás no se decepcione nunca, ni tenga desilusiones, ni sufra como los que persiguen un sueño.
Pero al mirar hacia atrás —porque siempre miramos hacia atrás— oirá que el corazón le dice: «¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días?» Los enterraste en el fondo de una cueva porque tenías miedo a perderlos.
Entonces es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida. P.C.
jueves, 19 de marzo de 2015
Estrellas de mar en la playa
Cierto día caminando por la playa observé a una joven que, agachándose tomaba de la arena una estrella de mar y la arrojaba al mar. Intrigada le pregunté por qué lo hacía. Me dijo:
—Estoy lanzando estas estrellas marinas al océano, porque, como ves, la marea es baja y han quedado a la intemperie. Si no las devuelvo al agua morirán.
—Entiendo —le dije—, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas, son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¡No tiene sentido tu esfuerzo!
La joven sonrió, se inclinó y tomó nuevamente una estrella y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:
—¡Para ésta si lo tuvo!
El mensaje es claro… ¿Qué hacemos por los demás? ¿Qué hacemos por este mundo? Aunque no lo parezca, hasta el gesto más insignificante vale la pena. No importa que tan enormes sean los problemas. Si alguien te libera de la arena y te lanza al mar puede evitarte angustias y salvarte de los peligros que te acechan…
Mis queridas estrellitas, ¡la vida es para vivirla!
—Estoy lanzando estas estrellas marinas al océano, porque, como ves, la marea es baja y han quedado a la intemperie. Si no las devuelvo al agua morirán.
—Entiendo —le dije—, pero debe haber miles de estrellas de mar sobre la playa. No puedes lanzarlas a todas, son demasiadas. Y quizás no te des cuenta de que esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¡No tiene sentido tu esfuerzo!
La joven sonrió, se inclinó y tomó nuevamente una estrella y mientras la lanzaba de vuelta al mar me respondió:
—¡Para ésta si lo tuvo!
El mensaje es claro… ¿Qué hacemos por los demás? ¿Qué hacemos por este mundo? Aunque no lo parezca, hasta el gesto más insignificante vale la pena. No importa que tan enormes sean los problemas. Si alguien te libera de la arena y te lanza al mar puede evitarte angustias y salvarte de los peligros que te acechan…
Mis queridas estrellitas, ¡la vida es para vivirla!
miércoles, 18 de marzo de 2015
Vive como las flores
—Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento aborrecimiento por aquellas que son mentirosas y sufro.
—¡Pues, vive como las flores! —advirtió el maestro.
—Y ¿cómo es vivir como las flores? —preguntó el discípulo.
—Pon atención a esas flores —continuó el maestro, señalando unos lirios
que crecían en el jardín—. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse… Ejercita entonces la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien. Esto, es vivir como las flores.
martes, 17 de marzo de 2015
El tesoro escondido
El rabino Isaac tenía un sueño recurrente en el que una voz le ordenaba que viajase a la lejana Praga y que, una vez allí, empezara a cavar debajo del puente que conduce al Palacio Real hasta encontrar un tesoro. Como pasaban los meses y el sueño persistía, al final decidió hacer el largo viaje para comprobar qué había de verdad en esa revelación.
Cuando llegó a su destino constató desolado que el puente estaba constantemente vigilado por dos soldados. Cada día, desde la distancia, se pasaba largos ratos observando a los soldados y esa actitud no pasó inadvertida para el capitán de la guardia que, una mañana cuando lo vio llegar se acercó para averiguar el motivo de su presencia.
El rabino superando sus recelos, decidió confiarle su sueño. El capitán se echó a reír y también le confesó su sueño al venerable rabino:
—¿Sabe usted que si yo hiciera caso de mis sueños estaría buscando por Polonia a un tal Isaac, hijo de Ezequiel, que según mis sueños tiene un tesoro en un rincón de su cocina?
El rabino quedó impresionado y rápidamente regresó a Polonia. Llegó entusiasmado a su casa, cavó en su cocina y encontró el tesoro.
A veces, muchas veces, recorremos un largo camino en busca de la felicidad cuando realmente está muy cerca de nosotros, en nuestro interior, aunque algunos no pueden ser felices porque su interior está lleno de envidia y rencor.
Cuando llegó a su destino constató desolado que el puente estaba constantemente vigilado por dos soldados. Cada día, desde la distancia, se pasaba largos ratos observando a los soldados y esa actitud no pasó inadvertida para el capitán de la guardia que, una mañana cuando lo vio llegar se acercó para averiguar el motivo de su presencia.
El rabino superando sus recelos, decidió confiarle su sueño. El capitán se echó a reír y también le confesó su sueño al venerable rabino:
—¿Sabe usted que si yo hiciera caso de mis sueños estaría buscando por Polonia a un tal Isaac, hijo de Ezequiel, que según mis sueños tiene un tesoro en un rincón de su cocina?
El rabino quedó impresionado y rápidamente regresó a Polonia. Llegó entusiasmado a su casa, cavó en su cocina y encontró el tesoro.
A veces, muchas veces, recorremos un largo camino en busca de la felicidad cuando realmente está muy cerca de nosotros, en nuestro interior, aunque algunos no pueden ser felices porque su interior está lleno de envidia y rencor.
lunes, 16 de marzo de 2015
El herrero
La aceptación del herrero. Cuentan la historia de un herrero que después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios. Durante muchos años trabajó con ahínco y practicó la caridad pero, a pesar de toda su dedicación, nada parecía salir bien en su vida.
Muy al contrario, sus problemas y deudas se acumulaban cada vez más.
Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba con frecuencia y que se compadecía de su difícil situación le comentó:
—Es realmente muy extraño que, justamente después de convertirte en un hombre temeroso de Dios, tu vida empezara a empeorar. Yo no deseo debilitar tu fe pero es evidente que a pesar de toda tu creencia en el mundo espiritual, nada ha mejorado.
El herrero no respondió inmediatamente, él ya había pensado eso mismo muchas veces porque no entendía lo que sucedía en su vida. Sin embargo, como no quería dejar a su amigo sin respuesta, empezó a hablar y terminó encontrando la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero:
—Yo recibo en este taller el acero no trabajado y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes cómo se hace? Primero, caliento la chapa de acero con un calor infernal hasta que quede roja. Después, sin piedad le aplico varios golpes con el martillo más pesado hasta que la pieza adquiera la forma deseada. A continuación la sumerjo en un balde de agua fría y todo el taller se llena con el ruido del vapor mientras la pieza estalla y grita a causa del súbito cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta conseguir la espada perfecta, pues una vez sola no es suficiente.
El herrero hizo una larga pausa, respiró profundamente y continuó:
—A veces el acero que llega a mis manos no consigue aguantar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. Y yo sé que jamás se transformará en una buena lámina de espada. Entonces, simplemente, lo coloco en el montículo de hierro viejo que está a la entrada de mi taller.
Tras una nueva pausa el herrero concluyó:
—Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. He aceptado los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero lo único que pido es que Dios no desista hasta que yo consiga tomar la forma que espera de mí. Que lo intente de la manera que prefiera, durante el tiempo que quiera; pero que no me coloque jamás en el montículo de hierro viejo de las almas.
Muy al contrario, sus problemas y deudas se acumulaban cada vez más.
Una hermosa tarde, un amigo que lo visitaba con frecuencia y que se compadecía de su difícil situación le comentó:
—Es realmente muy extraño que, justamente después de convertirte en un hombre temeroso de Dios, tu vida empezara a empeorar. Yo no deseo debilitar tu fe pero es evidente que a pesar de toda tu creencia en el mundo espiritual, nada ha mejorado.
El herrero no respondió inmediatamente, él ya había pensado eso mismo muchas veces porque no entendía lo que sucedía en su vida. Sin embargo, como no quería dejar a su amigo sin respuesta, empezó a hablar y terminó encontrando la explicación que buscaba. He aquí lo que dijo el herrero:
—Yo recibo en este taller el acero no trabajado y debo transformarlo en espadas. ¿Sabes cómo se hace? Primero, caliento la chapa de acero con un calor infernal hasta que quede roja. Después, sin piedad le aplico varios golpes con el martillo más pesado hasta que la pieza adquiera la forma deseada. A continuación la sumerjo en un balde de agua fría y todo el taller se llena con el ruido del vapor mientras la pieza estalla y grita a causa del súbito cambio de temperatura. Tengo que repetir este proceso hasta conseguir la espada perfecta, pues una vez sola no es suficiente.
El herrero hizo una larga pausa, respiró profundamente y continuó:
—A veces el acero que llega a mis manos no consigue aguantar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. Y yo sé que jamás se transformará en una buena lámina de espada. Entonces, simplemente, lo coloco en el montículo de hierro viejo que está a la entrada de mi taller.
Tras una nueva pausa el herrero concluyó:
—Sé que Dios me está colocando en el fuego de las aflicciones. He aceptado los martillazos que la vida me da, y a veces me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero lo único que pido es que Dios no desista hasta que yo consiga tomar la forma que espera de mí. Que lo intente de la manera que prefiera, durante el tiempo que quiera; pero que no me coloque jamás en el montículo de hierro viejo de las almas.
viernes, 13 de marzo de 2015
Amar a un ser humano
Amar a un ser humano es atreverte a expresar el cariño espontáneamente a través de tu mirada, de tus gestos y sonrisas; de la caricia firme y delicada, de tu abrazo vigoroso, de tus besos, con palabras francas y sencillas. Es hacerle saber y sentir cuánto lo valoras por ser quién es, cuánto aprecias sus riqueza interior, es ver su potencial latente y colaborar para que florezca la semilla que se encuentra dormida en su interior, es hacerle sentir que su desarrollo personal te importa honestamente, es permitirle descubrir sus capacidades creativas y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que posee, es develar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro y cooperar de mutuo acuerdo para hacer de esta vida una experiencia más rica y más llena de sentido.
Amar a un ser humano es también atreverte a establecer tus propios límites y mantenerlos firmemente; es respetarte a ti mismo y no permitir que el otro transgreda aquello que consideras tus derechos personales; es tener tanta confianza en ti mismo y en el otro, que sin temor a que la relación se perjudique, te sientas en libertad de expresar tu enojo sin ofender al ser querido, y puedas manifestar lo que te molesta e incómoda sin intentar herirlo o lastimarlo. Es reconocer y respetar sus limitaciones y verlo con aprecio sin idealizarlo; es compartir y disfrutar de los acuerdos y aceptar los desacuerdos, y si llegase un día en el que evidentemente los caminos divergieran sin remedio, amar es ser capaz de despedirte en paz y en armonía de tal manera, que ambos se recuerden con gratitud por los tesoros compartidos.
Amar a un ser humano es ir más allá de su individualidad como persona; es percibirlo y valorarlo como una muestra de la humanidad entera, como una expresión humilde del Hombre, como una manifestación humilde y palpable de esa esencia trascendente e intangible llamada «ser humano», de la cuál tú formas parte; es reconocer, a través de él el milagro indescriptible de la naturaleza humana, que es tu propia naturaleza, con toda su grandeza y sus limitaciones; apreciar tanto sus facetas luminosas y radiantes de la humanidad, como sus lados oscuros y sombríos; amar a un ser humano, en realidad es amar al ser humano en su totalidad; es amar la auténtica naturaleza humana tal como es, y por tanto, amar a un ser humano es amarte a ti mismo y sentirte orgulloso de ser una nota en la sinfonía de este mundo, aunque sea la más humilde de todas las notas musicales.
jueves, 12 de marzo de 2015
La injusticia
En la cárcel era día de visitas y una madre contemplaba a su hijo con infinita tristeza. El hijo detenido injustamente, llevaba varios meses preso en una celda inmunda llena de ratas e insectos y sin ventanas, con calor agobiante y húmedo. La madre veía como su hijo iba desmejorando. Había perdido bastante peso y su piel mostraba erupciones purulentas, pero la más profunda herida era la injusticia que lo sumergía en una profunda depresión. Frente a frente con el ser que más amaba, exclamó:
—¿Por qué? ¿Por qué yo, mamá?
A lo que ella simplemente y en tono de consuelo contestó:
—Así lo quiere Dios.
Y su hijo respondió:
—¿Acaso Dios desea el mal, la injusticia y el sufrimiento de sus hijos? No madre, así no es. Si algo nos lastima profundamente es ver sufrir a nuestros hijos, como seguramente tú sufres al ver mi situación. Creo sinceramente que Dios sufre conmigo y su dolor ha de ser tan profundo, no sólo por mí, que soy solamente uno más entre millones de víctimas de la injusticia y la maldad que es obra de personas depravados y sin valores. El mal existe para que surjan guerreros que venciéndolos nos lleven a un mundo más humano y justo, creo madre que debemos pedir perdón a Dios, pues con el también cometemos la misma injusticia que han hecho conmigo. Él no tiene ninguna responsabilidad de lo que a mí me sucede, las injusticias es obra de los seres humanos, no de Dios.
El infierno existe y, está en las cárceles, en los asilos de viejos abandonados, en las leproserías, en los muladares en donde se violan a seres inocentes, en tugurios donde se drogan hasta convertirse en masas babeantes y sin razón, está en la muerte de tantos niños que denominados fetos le niegan el derecho a vivir. Está en las guerras fratricidas, en los explotadores de esclavos, en los depravados abusadores de niños y mujeres, en el maltrato entre hermanos…
Sí, el infierno existe y lo más impresionante es que lo hemos creado los propios hombres. Hombres sin escrúpulos, por egoísmo, ambiciones y codicias bastardas y como nosotros lo hemos creado, solamente a nosotros corresponde destruirlo.
El mal nos debe impulsar a la evolución, nos muestra nuestras propias equivocaciones, así el mundo ha avanzado venciendo el absurdo que los seres humanos hemos creado. ¿Por qué yo? Te pregunté hace un momento y creo que encontré la respuesta; para que esta amarga experiencia se convierta en fuerza, la adversidad en aliento, lo negativo en positivo…
Está en mí la decisión de convertirme desde ahora en un guerrero de luz para contribuir a que los infiernos desaparezcan y aportar mi vida para construir un mañana en que la justicia y la bondad sean las estrellas que conduzcan nuestro existir, entregando, al momento de morir, a Dios mi pequeña contribución en la grandeza de su creación…
Tal vez tú no te encuentras en esta cruda situación, pero con seguridad atraviesas pruebas en tu vida que te hacen sufrir, porque hay personas ponzoñosas que llenas de envidia no viven en paz, y van sembrando mentiras y levantando falsos testimonios con el fin de desprestigiar a quien cree que le hace sombra, y su obsesión es tan grande que no pararán hasta que no hayan conseguido hacer el mayor daño posible… Pero sabiendo que hay personas dañinas, depende de tu actitud para que puedas convertir la injusticia que te rodea en un motivo para continuar siendo mejor.
La circunstancia de hoy no debe determinar tu futuro, tienes la opción de decidir y convertir el daño y la injusticia que sufres en los impulsores de tu triunfo…
miércoles, 11 de marzo de 2015
Soy yo quien decide
Un columnista de un diario norteamericano acompañaba en cierta ocasión a un buen amigo a comprar el periódico. Cuando llegaron al quiosco, su amigo saludó al vendedor amablemente. El quiosquero, en lugar de devolver el saludo le respondió de mala manera y le lanzó el periódico sin casi mirarles a la cara, como si le hubiesen ofendido con algo que desconocía.
Su amigo, sin molestarse lo más mínimo, sonrió al airado quiosquero y, sin inmutarse, le deseó que pasase un buen fin de semana.
Cuando se habían alejado unos pasos, el columnista, todavía impresionado por lo que acababa de presenciar le preguntó a su buen amigo:
—Oye, ¿este hombre siempre es tan desagradable y maleducado contigo?
A lo que le respondió:
—Sí, así es.
Entonces, el periodista preguntó intrigado:
—Y tú, ¿siempre le muestras tu cara más amable a este impresentable?
—Sí, claro —respondió sin extrañeza—.
—Perdona, no puedo entender por qué actúas así. Yo le habría pagado con la misma moneda —concluyó el columnista—.
Y el amigo le respondió:
—¿Sabes qué?, no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar.
Aprendamos de esta historia y no permitamos que la conducta de los otros condicione la nuestra.
Su amigo, sin molestarse lo más mínimo, sonrió al airado quiosquero y, sin inmutarse, le deseó que pasase un buen fin de semana.
Cuando se habían alejado unos pasos, el columnista, todavía impresionado por lo que acababa de presenciar le preguntó a su buen amigo:
—Oye, ¿este hombre siempre es tan desagradable y maleducado contigo?
A lo que le respondió:
—Sí, así es.
Entonces, el periodista preguntó intrigado:
—Y tú, ¿siempre le muestras tu cara más amable a este impresentable?
—Sí, claro —respondió sin extrañeza—.
—Perdona, no puedo entender por qué actúas así. Yo le habría pagado con la misma moneda —concluyó el columnista—.
Y el amigo le respondió:
—¿Sabes qué?, no quiero que sea él quien decida cómo me he de comportar.
Aprendamos de esta historia y no permitamos que la conducta de los otros condicione la nuestra.
martes, 10 de marzo de 2015
No te detengas
Desde lo más profundo de mi corazón una voz me anima diciéndome:
Nunca te detengas y no mires atrás, aunque los años pasen volando como gaviotas en medio del mar, no te detengas.
No importa que tu piel se arrugue y tu pelo se esté emblanqueciendo, no te detengas, no mires hacia atrás.
No dejes que tus fuerzas caigan como hojas secas, ni te llenes de tristezas frente a quienes quieren verte infeliz, no te detengas ni mires hacia atrás.
Que las horas y los segundos sean días para ti. Sigue adelante con tu frente en alto y regala una sonrisa al viento y al cielo, dándole gracias por estar viva, pero no te detengas ni mires hacia atrás.
Si encuentras obstáculos en el camino tú sabes cómo sobrepasarlos porque estás viva, pero no te detengas ni mires hacia atrás.
Si tus fuerzas te flaquean y piensas que no puedes seguir, acuérdate que hay un Dios que te puede ayudar para que llegues al final, pero no te detengas y no mires hacia atrás.
Tu vida es todo lo que has vivido y si miras atrás te llena de orgullo, pero los que se hayan propuesto dañarte con el mal que llevan dentro, no lo conseguirán, porque sus mentiras no cambiará la verdad de tu recorrido vital. Mirar atrás te hará sufrir al comprobar que la maldad puede destruir una familia y su buen nombre.
No. No te detengas en dar explicaciones, que el tiempo se encargará de poner a cada uno en su sitio.
lunes, 9 de marzo de 2015
Apostando por la vida
A pesar de que se duermen mis sentidos por rutina.
A pesar de esta apatía que bosteza enmohecida.
A pesar de muchas broncas que quedaron escondidas.
A pesar de mis fracasos, mis pecados, mis caídas.
A pesar de que los sueños se desvanecen dormida.
A pesar de que me invento muchas veces la sonrisa.
A pesar de que me trague mis verdades, mis mentiras.
A pesar de mis defectos y mis pequeñas cobardías.
A pesar de mis miedos que desde mi alma silban.
A pesar de que hay pupilas que me espían a escondidas.
A pesar de mis angustias que rasguñan mis costillas.
A pesar de mi energía que se agota, se termina.
A pesar de mis años, de mis luchas y mis heridas.
A pesar de todo eso… ¡Sigo apostando a la vida!
A pesar de esta apatía que bosteza enmohecida.
A pesar de muchas broncas que quedaron escondidas.
A pesar de mis fracasos, mis pecados, mis caídas.
A pesar de que los sueños se desvanecen dormida.
A pesar de que me invento muchas veces la sonrisa.
A pesar de que me trague mis verdades, mis mentiras.
A pesar de mis defectos y mis pequeñas cobardías.
A pesar de mis miedos que desde mi alma silban.
A pesar de que hay pupilas que me espían a escondidas.
A pesar de mis angustias que rasguñan mis costillas.
A pesar de mi energía que se agota, se termina.
A pesar de mis años, de mis luchas y mis heridas.
A pesar de todo eso… ¡Sigo apostando a la vida!
domingo, 8 de marzo de 2015
Los derechos nos pertenecen por naturaleza
Tal día como hoy, 8 de marzo, a todos (la gramática no tiene género) se nos llena la boca hablando de los derechos de la mujer como si no tuviéramos derecho a que nuestros derechos se respeten y se apliquen con normalidad. La vulnerabilidad de nuestros derechos tendría que estar penado y castigado por ley, porque lo que no hay derecho es que los gobiernos democráticos permita que se discrimine a un ser humano por su sexo. No se puede consentir agravios comparativos, y por desgracia en España no hemos avanzado adecuadamente. El machismo recalcitrante se sigue imponiendo, es ahí donde se hace evidente que ‘ellos’ no han evolucionado con el paso de los siglos. Por lo que se ve, el primitivismo de ‘machito dominante’ es intrínseco al individuo, pero las mujeres tenemos todos los días para seguir defendiendo nuestra dignidad; no nos callarán.
viernes, 6 de marzo de 2015
Qué es el amor
¡Ay, el amor! Todavía nos preguntamos qué es el amor. Pasan los años y seguimos preguntando, como si el amor sólo se experimentara en el enamoramiento de pareja, y no lo hubiéramos descubierto en el día a día de nuestra vida, que está impregnada de amor incondicional.
El amor es uno de los elementos centrales de la vida. Si nos preguntan qué es enamorarse, diríamos que es sentirse vitalmente optimistas, ya que estamos envueltos en un estado emocional alegre y feliz. Enamorarse es sentirse fuertemente atraídos por la persona a la que idealizamos y atribuimos una serie de cualidades que magnificamos. Las personas nos cautivan por su manera de ser, su belleza, su inteligencia y un largo etc., y cuando somos correspondidos sentimos la necesidad de conocer a esa persona y ahondar en su vida y compartirla.
Si alguien te busca
Con frío… es porque tienes calor.
Con alegría… es porque tienes una sonrisa.
Con lágrimas… es porque tienes un pañuelo.
Con versos es… porque tienes la música.
Con dolor es… porque tienes el remedio.
Con palabras es… porque sabes escuchar.
Con hambre es… porque tienes el alimento.
Con dudas… es porque sabes el camino.
Pidiendo limosna… es porque tienes más.
Con desanimo… es porque tienes la realidad.
Desesperado… es porque tienes la serenidad.
Con entusiasmo… es porque tienes el brillo.
Con secretos… es porque tienes su confianza.
Con tumultos… es porque tienes las respuestas.
Con confianza… es porque te la has ganado.
Con miedo… es porque tienes el amor.
¡Nadie llega por accidente o casualidad a ti!
Con alegría… es porque tienes una sonrisa.
Con lágrimas… es porque tienes un pañuelo.
Con versos es… porque tienes la música.
Con dolor es… porque tienes el remedio.
Con palabras es… porque sabes escuchar.
Con hambre es… porque tienes el alimento.
Con dudas… es porque sabes el camino.
Pidiendo limosna… es porque tienes más.
Con desanimo… es porque tienes la realidad.
Desesperado… es porque tienes la serenidad.
Con entusiasmo… es porque tienes el brillo.
Con secretos… es porque tienes su confianza.
Con tumultos… es porque tienes las respuestas.
Con confianza… es porque te la has ganado.
Con miedo… es porque tienes el amor.
¡Nadie llega por accidente o casualidad a ti!
jueves, 5 de marzo de 2015
Sobre la vida
Apunta hacia la luna que aunque falles aterrizarás entre las estrellas.
Hoy es el mañana por el que te preocupabas ayer.
Más vale tu sonrisa triste que la tristeza de no verte sonreír.
Si piensas que todo el mundo está contra ti recuerda que los aviones se elevan contra el viento.
La aventura más maravillosa no es llenar de sueños nuestras vidas sino hacer de cada momento algo tan fuera de lo común que parezca un sueño a la hora de recordarlo.
Cuando la determinación de triunfar es lo suficientemente fuerte el fracaso jamás te alcanzará.
El amor aunque sea dulce siempre tiende a agriarse, pero si lo mezclas con sabiduría y madurez va a ser un amor para toda la vida.
En esta vida todo da vueltas, no hagas lo que no quieres que te hagan a ti.
Sueña lo que quieras soñar, ve a donde quieras ir, sé lo que quieras ser porque tienes tan sólo una oportunidad.
El que busca un amigo sin defectos se quedará solo toda la vida.
Si ves a alguien sin una sonrisa dale una de las tuyas.
Aquel que tiene fe encuentra el éxito en donde muchos fracasan.
Puedes llegar tan lejos como te lleven tus sueños.
La alegría comienza en el mismo momento en que cesas la búsqueda de tu propia felicidad y procuras la de otros.
La gran diferencia entre lo material y lo espiritual es que lo material tiene un valor temporal, mientras que lo espiritual tiene un valor infinito.
Hay un montón de días bellos que aún vendrán, lo pasado pasó, pero el mañana durará siempre.
miércoles, 4 de marzo de 2015
La oración del ateo
Un ateo, mientras caminaba a través de la selva iba sonriendo ante tanta belleza que había a su alrededor, y pensó:
«¡Qué milagros de la naturaleza han creado los poderes de la evolución…!»
En ese momento escuchó un murmullo cerca del río. Fue a investigar y vio que un enorme oso pardo avanzaba hacia él. El hombre empezó a correr como un rayo y cuando tuvo coraje para darse la vuelta vio que el oso lo estaba alcanzando.
Trató de retomar sus pasos, pero tropezó y cayó al suelo.
Mientras trataba de levantarse, el oso saltó sobre su pecho y levantó una pata para aporrearlo. El ateo gritó:
—!Ay, Dios mío!
El tiempo se detuvo. El oso se congeló. La selva estaba en silencio y hasta el río paralizó su curso. Una luz blanca brilló sobre el hombre y una voz resonó desde el cielo:
—Durante todos estos años has negado mi existencia y has enseñado que no existo y apoyas la idea de que todo fue creado por un accidente cósmico. ¿Esperas que te ayude en esta situación? ¿Puedes confirmarte como creyente?
El ateo miró hacia la luz y dijo:
—Sería hipócrita de mi parte si de repente te pidiese que me tratases como a un cristiano, pero, quizás podrías convertir al oso al cristianismo.
La luz se fue, el río comenzó a correr y los sonidos de la selva se reiniciaron. Entonces, el oso bajó su pata derecha, puso sus dos patas juntas, inclinó su cabeza y dijo:
—Te doy gracias, mi Dios, por el alimento que voy a recibir.
martes, 3 de marzo de 2015
La pequeña granja y la vaca
Un filósofo y su joven discípulo paseaban por los alrededores de un pueblo, cuando divisaron una pequeña granja. Tras llamar a la puerta para pedir un vaso de agua, les recibió un humilde matrimonio y sus tres hijos vestidos con pobres harapos.
Al preguntarles de qué vivían, el granjero les contó que una vaca les daba leche, con la que hacían mantequilla y queso para su autoconsumo y venta.
Lejos ya del lugar, el filósofo le ordenó a su discípulo:
—Regresa a la granja, coge la vaca y tírala por un precipicio.
—Pero si es el único sustento de la familia —respondió el joven intentando, sin éxito, salvar al animal.
Años más tarde, el joven convertido en un rico empresario, volvió al mismo lugar y quedó sorprendido al ver que la granja ahora era una lujosa mansión. Aquello le provocó un gran pesar, pero pronto descubrió que sus propietarios eran los mismos granjeros que, empujados por la necesidad habían empezado a cultivar algodón. Y lo que comenzó como una forma de escapar de la miseria, con el tiempo se convirtió en un próspero negocio.
Habitualmente, en la vida nos acomodamos a lo que nos da nuestra «vaca», y si la necesidad no nos obliga, no somos capaces de emprender cambios que ayuden a mejorar un estado de precariedad o riesgo. Debemos ser más decididos para que los temores no nos paralice y llegado el momento, no dudar en abandonar una situación y pasar a la acción.
¡Que nada frene nuestras perspectivas de futuro!
lunes, 2 de marzo de 2015
Lo prefiero hoy y no mañana
Prefiero que compartas conmigo unos pocos minutos ahora que estoy viva y no una noche entera cuando yo muera.
Prefiero que estreches suavemente mi mano ahora que estoy viva y no apoyes tu cuerpo sobre mí cuando yo muera.
Prefiero que hagas una sola llamada sincera ahora que estoy viva y no emprendas un inesperado viaje cuando yo muera.
Prefiero que elevemos al cielo una oración ahora que estoy viva y no una misa cantada y celebrada cuando yo muera.
Prefiero que me digas unas palabras de aliento ahora que estoy viva y no un desgarrador poema cuando yo muera.
Prefiero me dediques una leve plegaria ahora que estoy viva y no un político epitafio sobre mi tumba cuando yo muera.
Prefiero disfrutar de los más mínimos detalles ahora que estoy viva y no de grandes manifestaciones cuando yo muera.
Prefiero escucharte diciendo lo que sientes por mí ahora que estoy viva y no un gran lamento porque no lo dijiste a tiempo cuando yo muera.
Prefiero que sea ahora que estoy viva, tengas la humildad de reconocer que llevada por tus resentimientos has manchado mi nombre, porque seguramente cuando yo muera, hubieras preferido haber tenido el valor de confesarlo, igual que tuviste el valor de levantar falsos testimonios, porque cuando tú mueras, irremediablemente, quedarás al descubierto…
Valora a las personas que están a tu alrededor. Disfrutemos de nuestros seres queridos ahora que estamos vivos. Un día todos moriremos y el pesar por haber empañado los buenos sentimientos, con envidias y mentiras, puede que vaya con nosotros y no podamos descansar en paz…
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