Mientras alguien paseaba por el zoológico, se detuvo confundido al darse cuenta de que a los elefantes sólo los retenían con una delgada cuerda atada a una de sus patas delanteras. Era obvio que los elefantes podían romper la soga que los ataba en cualquier momento pero, sin embargo, por alguna razón no lo hacían.
Se acercó a un entrenador en busca de respuestas y éste le dijo:
—Bueno, cuando son muy pequeños, usamos una soga del mismo tamaño para atarlos y, a esa edad, es más que suficiente para retenerlos. A medida que crecen —prosiguió el entrenador—, siguen creyendo que no pueden escapar; creen que la soga aún los retiene, así que nunca intentan liberarse.
La persona quedó boquiabierta. Los elefantes podían liberarse de sus ataduras en cualquier momento, pero porque creían que no podían, ni siquiera lo intentaban y eso era suficiente para mantenerlos paralizados.
Al igual que los elefantes, nosotros solemos sostener firmemente la idea de que no podemos hacer algo simplemente porque hemos fallado una o dos veces.
A este efecto negativo de algo se le conoce como ‘Efecto Pigmalión’: cuando alguien cree que no es capaz de lograr cierto objetivo, su autoestima disminuye y, en consecuencia, se acobarda y deja de intentarlo porque no se cree capaz de lograrlo.
Pero una persona que tiene fe en sí misma o en su destino, tiene la autoestima alta y cuando fracasa, no se da por vencido y lo intentará de nuevo. El que quiere lograr sus aspiraciones no se puede rendir; el «no puedo» no existe.
No te des por vencido tan facilmente.
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