miércoles, 2 de julio de 2014

Cargar con la cruz

En la vida cada cual carga a sus espaldas su propia cruz y en muchos momentos, esa misma cruz nos sirve de ayuda.
Esto era uno que siempre se estaba quejando:
—Señor, estoy cansado, mi cruz es muy pesada, ¡te ruego que la cortes un poco! —Y el Señor le cortó un trozo.
Al tiempo volvía a quejarse de arrastrar su pesada cruz, y pedía al Señor que se la recortara otro poco más. El Señor volvió a complacerlo. Su cruz en comparación con las demás se notaba más pequeña.
Todos avanzaban resignados con su larga y pesada cruz pero él no dejaba de quejarse, y su cruz de tanto cortarle pedazos, ya ni le llegaba al suelo.
De pronto, el camino se ve interrumpido por un desfiladero, todos utilizaron su larga y pesada cruz como pasarela para cruzar al otro lado del camino, pero el pobre quejica no pudo pasar, porque su cruz era tan corta que su largo no cubría el precipicio, y no pudo atravesarlo.

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