Más allá de los reconocidos sentidos del tacto, vista, oído, olfato y gusto, existe un sexto sentido fundamental para nuestra salud: la interocepción. Este sentido nos conecta con el estado interno de nuestro cuerpo, regulando funciones vitales como el hambre, la sed, la temperatura corporal y el ritmo cardíaco. A pesar de su importancia para mantener nuestro equilibrio físico y mental, la interocepción ha sido tradicionalmente poco explorada. La capacidad de sentir y responder a señales internas no solo garantiza el funcionamiento óptimo de nuestros sistemas corporales, sino que también juega un rol crucial en nuestro bienestar psicológico. La interocepción influye en la toma de decisiones, la habilidad social y la estabilidad emocional.
El sexto sentido, también llamado, propiocepción,
complementa a los cinco ya conocidos y los relaciona con el Sistema Nervioso
Central. El sexto sentido, según la ciencia, es el encargado de brindarle
información al cerebro sobre qué están realizando los otros cinco.
El sexto sentido, se dice que es la voz de la intuición que nos guía en la vida. Este sentido es descrito como una intuición o la sensación de saber algo sin recurrir al conocimiento almacenado, por tanto, es una capacidad natural del ser humano para intuir lo que pudiera pasar. Hablamos de esa voz interior que nos llega desde la lucidez de esas corazonadas a las que no todos dan validez. Sin embargo, las ideas “sentidas” tienen, a veces, mucho más valor que las ideas “pensadas”, porque son el reflejo de nuestro auténtico ser.
Ahora bien, pero…, ¿podemos fiarnos realmente de nuestro
sexto sentido? La respuesta es sencilla: hay que darle el valor que merece.
Porque no estamos hablando en absoluto de “percepciones extrasensoriales” ni de
“precognición”. Las intuiciones son ideas que nos regala el cerebro casi sin
saber cómo. El sexto sentido, en realidad, es una delicada búsqueda por
nuestros océanos inconscientes para hallar una respuesta adecuada en un
instante de necesidad, dice el experto.
“En el mar, como en el amor, suele ser mejor seguir una
corazonada que obedecer a una biblioteca”. John R. Hale.
A veces, al conocer a una persona, hay una voz interna que
nos indica que no es de fiar. Cuando hemos de tomar una decisión sobre algo,
aún después de meditarla, elegimos la opción que habíamos sentido desde el
principio. El sexto sentido siempre está ahí, presente pero oculto. Discreto,
pero guiando, modelando muchas de nuestras reacciones, de los caminos que
tomamos en la vida.
Lejos de ver esta dimensión como algo poco fiable, vale la
pena tener en cuenta la trascendencia que está tomando a día de hoy. Disponer
de una buena inteligencia intuitiva es permitirnos profundizar más en nosotros
mismos para adaptarnos mucho mejor a nuestro entorno. De este modo, seremos más
eficaces en nuestros trabajos y más felices en nuestras relaciones. Te
explicamos por qué.
El sexto sentido y su privilegiado “rincón” en el cerebro. Sabemos
que el cerebro funciona con base en datos y a informaciones que conecta entre
sí. Ahora bien, nuestro cerebro no lo sabe todo, y muchas veces, está obligado
a improvisar. De hecho, lo hace gran parte del tiempo. Lo hace teniendo en
cuenta nuestras experiencias, todo lo que hemos visto, sentido e interpretado
para, de este modo, gestar una intuición.
No obstante, hay que tenerlo claro: el sexto sentido es un
fabuloso sistema de supervivencia. Es, por decirlo de algún modo, como un
«sistema de alarma». Cuando algo no va bien o cuando necesitamos reaccionar de
un modo rápido y efectivo, se activa este fascinante circuito interior. Esta
brújula. Gracias a esos «regalos» en forma de corazonadas conseguimos ajustar
el rumbo de nuestro comportamiento para poner en marcha una respuesta más
efectiva.
En los últimos años, este tema ha suscitado un gran interés.
Hasta el punto de que conocemos ya la región exacta en la que se desarrolla el
sexto sentido. Científicos de la «Washington University de St. Louis», nos
explican que se ubica en la corteza cingulada anterior del cerebro, una región
situada estratégicamente entre los dos hemisferios. Es más, según los expertos,
esta área se conectaría con nuestra «mente inconsciente» para advertirnos de
ciertos peligros. Es sin duda un aspecto fascinante.
«Una corazonada es la creatividad tratando de decirte algo». Frank Capra.
En 1930, cuando un periodista le preguntó a Albert Einstein
sobre si creía verdaderamente en su teoría sobre la relatividad, este respondió
que «la única cosa realmente valiosa es la intuición». Tenía plena seguridad de
que sus estudios eran ciertos, lo «intuía».
Einstein, su personalidad y esa confianza auténtica en su
trabajo es un gran ejemplo del sexto sentido. A veces, no necesitamos ver y
tocar una cosa para creer en ella. Nadie nos tiene que demostrar, por ejemplo, que
el camino que tomamos es el acertado si así lo sentimos. Tampoco hemos
consultado una biblioteca entera, para saber que amamos y que somos amados: Nos
lo dice el corazón, la intuición...
Hemos de saber en primer lugar que el sexto sentido puede
entrenarse y trabajarse día a día. Existe una creencia popular que vincula al sexto sentido con
el “más allá”, con esa capacidad de percibir aquello que no se conoce o que, de
igual forma, no se encuentra en el “plano real”. Sin embargo, esta idea no es
correcta, según la ciencia.
Cada persona experimenta la intuición de manera diferente. Para algunos, puede manifestarse como una imagen; para otros, como una sensación física (el clásico ‘instinto’), sin embargo, otros identifican una respuesta más emocional. Por la parte emocional, también podemos intuir en un gesto en una mirada el aprecio y el desprecio, cuando alguien te quiere mal, intuyes que te puede hacer daño, y te hace daño, entonces te das cuenta que tu intuición no se equivocó. También puedes tener la sensación de que algo va a pasar y pasa, esa premonición es la que se vinculan con ser 'adivino'. Las premoniciones sí que son inquietantes, por ejemplo: presentir que un familiar se va a morir y muere, eso quita el sueño. Lo mejor es dejar que las cosas sucedan y verlas cuando han sucedido...
La intuición debería ser la brújula emocional, pero es
importante saber distinguir entre emociones e ideas preconcebidas. Asumir una
perspectiva vital basada en ciertas estrategias nos llevará sin duda por
caminos más liberadores, más satisfactorios. Porque al fin y al cabo el
intelecto siempre tiene la razón, pero la intuición rara vez se equivoca.
Fotografía: Internet
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