Pedir perdón y perdonar permite cerrar carpetas, evitando que
se enquisten problemas y malos entendidos… Ahora que, una cosa es perdonar y otra
muy diferente es volver a confiar.
Y ¿quién no ha sido herido por las acciones o palabras de alguna persona? Cuando alguien a quien quieres te hace daño, esas heridas pueden
dejarte con sentimientos duraderos de tristeza y amargura, pero puedes aferrarte a
tu enojo y deseos de venganza, o elegir el perdón y seguir adelante.
¿Qué es el perdón? Perdonar significa diferentes cosas para diferentes personas. Pero generalmente es tratar de sanar una herida y que implica la decisión de dejar atrás el rencor y los pensamientos de venganza. Quizás siempre recuerdes el acto que te hirió o te ofendió, pero el perdón puede disminuir el poder que tiene sobre ti y te ayudará a liberarte del control de la persona que te hirió. El perdón puede, incluso, llevar a tener sentimientos de comprensión, empatía y compasión hacia la persona que te hirió.
Pero si no aprendes a perdonar, quizás seas tú quien pague el precio más alto. Al aceptar el perdón también podrás adoptar paz, esperanza, gratitud y alegría. Debemos considerar cómo perdonar puede guiarnos por el camino del bienestar físico, emocional y espiritual.
Perdonar no significa olvidar, ni encontrar excusas para el
daño que se te hizo, ni reconciliarte con la persona que te causó el daño. Perdonar para dejar atrás el rencor y la amargura por el daño causado, te da una sensación de paz que te ayuda a continuar con tu vida liberada de ataduras con esa persona dañina.
Ser herido por alguien, particularmente por una persona que
tú quieres y en quien confías, puede causar tristeza, confusión y enojo. Pero llénate
de fuerzas porque si piensas todo el tiempo en la desagradable situación la
herida duele y pueden aparecer los rencores, los deseos de venganza y la
hostilidad pueden enraizarse y eso no es bueno. Si permites que los
sentimientos negativos sustituyan a los positivos, quizás encuentres que tu
propia amargura o sentido de injusticia te abruman.
Hay personas que por naturaleza pueden perdonar más fácilmente
que otras. Pero, aunque seas una persona rencorosa, puedes aprender a perdonar.
El perdón es comprometerse a un proceso de cambio personalizado. Perdonar puede
ser un desafío, especialmente si la persona que te hirió no admite haber
actuado mal. Ten en cuenta que perdonar es un proceso, e incluso, las heridas
pequeñas deban volver a ser consideradas y perdonadas una y otra vez.
¿El perdón puede ser garantía de reconciliación? Si el suceso que te hirió incluye a alguien con quien tenías una relación que valorabas, el perdón puede llevar a la reconciliación. No siempre es el caso, si la sinceridad se oculta tras la hipocresía. La reconciliación puede ser imposible si la persona que te ofendió no quiere comunicarse contigo, pero va diciendo que eres tú la que no quieres. En este caso, la reconciliación puede no ser apropiada. Pero perdonar es posible, aunque la reconciliación no lo sea.
¿Qué hago si la persona a quien he perdonado no cambia? Conseguir
que otra persona cambie sus acciones, comportamiento, o palabras no es la idea
cuando perdonamos. Piensa en el perdón más desde el punto de vista de cómo
puede cambiar tu vida, sentirás paz, felicidad y sanación emocional y
espiritual. Perdonar puede quitar el poder que la otra persona sigue teniendo
en tu vida.
Y ¿si soy yo quien necesita ser perdonado? El primer paso es
evaluar y aceptar con honestidad el daño que has causado y cómo afectó al otro.
Si de verdad te sientes arrepentido de algo que dijiste o que hiciste,
considera admitirlo ante las personas que has dañado. Habla de tu tristeza o
arrepentimiento sincero y pide perdón, sin dar excusas. Pero recuerda que no
puedes forzar a nadie a que te perdone. Los otros necesitan llegar a la etapa
del perdón cuando estén listos. Pase lo que pase, comprométete a tratar a otros
con compasión, empatía y respeto.
“El perdón está sobrevalorado y no siempre hay que perdonar”, dice el psicólogo Víctor Amat, y
sigue explicando que: En nuestra sociedad el pedir perdón se ha convertido en
una herramienta sofisticada para encubrir nuestra estúpida ignorancia. De forma
hipócrita pedimos perdón cuando, fruto de nuestra egoísta ignorancia, herimos a
alguien querido, física o emocionalmente o cometemos un error en nuestro
desenvolvimiento social; sin que intervenga una comprensión de nuestra
ignorancia y falta de respeto al prójimo y a nosotros mismos.
Recuerda que tu daño daña y te hace daño. Así pedir perdón se ha visto completamente desvirtuado y es
usado como un mecanismo hipócrita para aparentar y quedar bien y evadir las responsabilidades de nuestros
actos, palabras y pensamientos: Pide perdón el hermano envidioso para por
detrás seguir despellejándote. El amigo para por detrás seguir traicionándote. El
delincuente confeso para eludir una mayor condena. El político corrupto para
evitar mayores perjuicios. El infiel descubierto para apaciguar a su pareja. El
que empuja por la calle a una persona y metros más adelante a otra
persona, etc. etc.
Desde el punto cristiano y humano, ninguna de las variadas solicitudes de perdón, tienen sentido sin un auténtico arrepentimiento y propósito de enmienda, sin una honesta comprensión del ímpetu que nos ha llevado a herir a otras personas; de esta manera el pedir perdón se convierte en una más de nuestras hipócritas costumbres sociales de apariencia para tranquilizar nuestras enfermas conciencias. Si a esto unimos los que se ven incapacitados para reconocer, aunque sea de forma farisea, cualquier error, traspasando siempre a los demás la responsabilidad de sus errores, nos encontramos en una situación donde la arrogancia y la falsedad enmascaran una absoluta falta de respeto y desprecio al otro en todos los ámbitos del ser humano.
Pedir perdón es arrepentirse, pero siempre que el arrepentimiento sea sincero. El perdón sin arrepentimiento son
falsas palabras. El verdadero arrepentimiento cristiano y no cristiano, implica
una convicción sincera del daño ocasionado.
Perdonar es un gran acto de humildad y bondad hacia uno mismo y hacia
los demás. ¿Cuándo aprenderemos a querernos y a tener un poco de compasión con
los demás y con nosotros mismos?
Fotografía: Internet
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