sábado, 11 de diciembre de 2021

La conciencia



Tengan una buena conciencia. 1- Pedro 3:16.

La conciencia (del latín conscientia, “conocimiento compartido”, y este de cum scientĭa, “con conocimiento”, el mismo origen que tiene consciencia, ser conscientes de ello) se define, en términos generales, como el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno. También puede referirse a la moral o a la recepción normal de los estímulos del interior y el exterior por parte de un organismo.

La etimología de la palabra indica que la conciencia incluye aquello que el sujeto conoce. La conciencia te hace consciente. En cambio, las cosas inconscientes son las que aparecen en otro nivel psíquico y que son involuntarias o incontrolables para el individuo.

Resulta difícil precisar qué es la conciencia, ya que no tiene un correlato físico. Se trata del conocimiento reflexivo de las cosas y de la actividad mental que sólo es accesible para el propio sujeto. La conciencia es la noción que tenemos de las sensaciones, pensamientos y sentimientos que se experimentan en un momento determinado. Es la comprensión del ambiente que nos rodea y del mundo interno de los demás.

La conciencia es el acto psíquico mediante el cual una persona se percibe a sí misma en el mundo. Por otra parte, la conciencia es una propiedad del espíritu humano que permite reconocerse en los atributos esenciales, propios y comunes.

Su utilidad. Conocemos el grito de San Agustín: “Noverim TE, noverim ME”. Que yo te conozca, Dios mío, y que me conozca a mí mismo. A Ti para amarte y glorificarte, a mí para humillarme y olvidarme.

La importancia de mantener una buena conciencia nos hace conscientes de nuestros actos y sus consecuencias... El examen de conciencia debe ser una mirada liberadora sobre nuestras miserias, para reparar los entuertos ocasionados, mejorando como personas y poder llegar a Dios con espíritu de confianza y puro amor.

¿Sabe qué tienen en común el marinero que navega por el océano, el excursionista que atraviesa el desierto y el aviador que vuela entre las nubes? Que todos ellos se verán en graves problemas si no disponen de algún aparato para orientarse. No tiene por qué ser muy moderno; basta con una sencilla brújula: La brújula indispensable en estos casos es igual a la conciencia de la vida.

En esencia, una brújula es un círculo con una aguja imantada que apunta al norte. Pero si funciona como debe, puede salvarnos la vida, y más si contamos con un mapa fiel. Pues bien, Dios nos ha hecho un regalo que se parece a la brújula, nos referimos a la conciencia: sin ella, estaríamos completamente perdidos. Cuando la usamos bien, nos ayuda a hallar nuestro rumbo en la vida y a no salirnos del camino correcto. Como vemos, es un regalo muy valioso. Por ello, conviene examinar qué es la conciencia y cómo funciona, y luego analizar los siguientes puntos: 1) cómo educamos la conciencia; 2) por qué debemos tomar en cuenta las conciencias ajenas, y 3) qué beneficios obtenemos al mantener una buena conciencia.

¿Qué significa la palabra griega que se traduce “conciencia”, y a qué capacidad del ser humano hace referencia? En la Biblia, la palabra griega para “conciencia” transmite la idea de “conocimiento en común”, o “conocimiento compartido con uno mismo”. Es decir, tenemos en nuestro interior la capacidad de conocernos a nosotros mismos. No hay ninguna otra criatura en la Tierra a la que Dios haya dado esa facultad. Gracias a ella podemos, por así decirlo, mirarnos desde fuera y hacer una evaluación moral de lo que hacemos. La conciencia es testigo, fiscal y juez de nuestros actos y de nuestros motivos. Nos orienta al tomar decisiones y nos indica si el camino que pensamos seguir es bueno o no. Si decidimos acertadamente, nos premia haciéndonos sentir bien; si no, nos castiga con remordimientos.

a) ¿Cómo sabemos que Adán y Eva tenían conciencia? ¿En qué se convirtieron al decidir desobedecer a Dios?

b) ¿Qué ejemplos hay en las Escrituras Hebreas de personas que escucharon su conciencia?

Dios creo al hombre: el primer varón y la primera mujer, Adán y Eva, fueron creados con una conciencia, como lo demuestra el hecho de que sintieran vergüenza después de pecar (Génesis 3:7, 8). Lamentablemente, a esas alturas ya no servía de mucho que la conciencia les molestara. ¿Por qué? Porque habían desobedecido a Dios a sabiendas. Eran perfectos, así que la decisión de rebelarse contra Dios y convertirse en sus enemigos la habían tomado con pleno conocimiento de causa. Por lo tanto, no había marcha atrás; ellos rompieron con Dios y se alejaron de Él. Aunque alejados del Paraíso, no todo está perdido, Adán y Eva al ser conscientes de su pecado, tienen la oportunidad de reencontrarse de nuevo con Dios, arrepintiéndose de su desobediencia desafiante. 

A diferencia de Adán y Eva, muchas personas, pese a ser imperfectas, han escuchado su conciencia. Entre ellas está el fiel Job, quien dijo: “A mi justicia he echado mano, y no la soltaré; mi corazón no me molestará” (Job 27:6). Job escuchaba con atención la voz de su conciencia antes de actuar o tomar cualquier decisión. Por eso podía decir con orgullo que su conciencia no le molestaba; no vivía mortificado por la culpa o la vergüenza. Un caso muy distinto es el de David. A él sí llegó a atormentarle la conciencia. La Biblia dice que “el corazón de David (estuvo) hiriéndolo” después de faltarle al respeto a Saúl, el rey que Dios había ungido (1-Samuel 24:5). Aquellos remordimientos le ayudaron mucho, pues le enseñaron a ser más respetuoso atendiendo a su conciencia.

¿Qué demuestra que todos hemos recibido el don de la conciencia? Los siervos de Dios no son las únicas personas dotadas de conciencia. El apóstol Pablo dijo por inspiración: “Siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, estos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran que la sustancia (o la esencia) de la ley está escrita en sus corazones, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados” (Romanos 2:14,15). A veces, el testimonio (o la voz) de la conciencia impulsa a muchas personas a actuar en conformidad con los principios divinos, aunque no conozcan para nada las leyes del amor de Dios.

¿A qué se debe que la conciencia a veces no funcione bien? Para entender por qué, pensemos en el ejemplo de la brújula. ¿Qué ocurre si la acercamos a un imán? Que la aguja se desvía y deja de apuntar al norte. ¿Y si la utilizamos sin la ayuda de un buen mapa? Entonces no valdría de mucho. Con la conciencia ocurre igual. Si dejamos que influyan en ella gente sin escrúpulos o nuestros deseos egoístas, no nos indicará el camino correcto. Y si no consultamos el 'mapa' de la Palabra de Dios, no sabremos distinguir entre el bien y el mal a la hora de tomar muchas decisiones importantes. Además, para que la conciencia funcione como es debido necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Como dijo Pablo: “Mi conciencia da testimonio conmigo en (conformidad con) el Espíritu Santo” (Romanos 9:1). Ahora bien, ¿cómo logramos que la conciencia funcione de acuerdo con el Espíritu Santo de Dios?

Cuando el hombre actúa mal después suele pesarle en la conciencia. Es decir, la conciencia no sólo insta o prohíbe, sino que también elogia o reprocha. Este es el verdadero germen espiritual de todo el bien humano y que es signo distintivo del hombre como ser moral.

Hay quién hace mal a conciencia y para justificarse y tranquilizar su conciencia, crea un relato emocional a medida para captar simpatizantes inconscientes de su mala conciencia, pero, el que cae en ese círculo es cómplice de anidar la semilla de la maldad. Silenciar la voz de la conciencia en los distintos ámbitos de la vida humana es una evidente enfermedad espiritual mucho más peligrosa que la misma culpa. El fariseo no puede estar en paz con su conciencia, debe reconocer que también él tiene culpas y por silenciar su conciencia no se hace impenetrable para Dios. ¡Dios lo ve todo y lo sabe todo!

El grito de la conciencia no da tregua, hace que seas capaz de ver tus faltas y desde esa humildad, Jesús puede obrar con éxito en los pecadores, siempre desde la verdad y el amor.

Recuerda que la conciencia hace que experimentes culpa por el bien que pudiendo hacer no hiciste, y por otra parte sientas alegría por el bien realizado.

"La buena conciencia sirve de almohada".

"La conciencia es la voz del alma, y las pasiones la del cuerpo".

"La conciencia es como un vaso, si no está limpio ensuciará todo lo que se eche en él".

"La conciencia vale por mil testigos; Este es el castigo más importante del culpable; nunca ser absuelto en el tribunal de su propia conciencia".

"Tengamos fe que la razón es poderosa; y con esa fe avancemos hasta el fin, haciendo la parte que nos toca y siguiendo siempre la verdad".

"La conciencia es un santuario sagrado dónde sólo Dios puede entrar como juez". 


Fotografía: Internet

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