Llega diciembre y las reuniones familiares en Navidad se
convierten en las protagonistas. Pero la alegría y el deseo de compartir
también vienen acompañados de sombras, porque en casi todas las familias hay
enfrentamientos y rencillas. Las comidas y cenas Navideñas pueden provocar
situaciones incómodas o directamente desagradables para algunos de sus miembros.
Aunque Navidad y Año Nuevo son sinónimo de reuniones familiares; sin embargo,
no para todas las personas esos encuentros significan felicidad, sino ansiedad,
estrés o tristeza.
Las reuniones Navideñas nos todas son positivas, los
conflictos familiares no se arreglan con una cena. Una cena de apariencias
puede hacer que se enquisten los problemas. Aunque las Navidades son a veces la
excusa para reunirse en un afán de perseguir una idea de familia que no siempre
se da.
Desafortunadamente no siempre están todos de buenas y el
ambiente se tensa, y por mucho que se intente disipar el mal ambiente, los que
no están por la labor terminan por estropearlo más. En este caso, toca realizar
dos des-idealizaciones. Una sobre el mismo concepto de familia como lugar
seguro, y otro la Navidad como período de felicidad e ilusión. La familia puede
ser tanto un lugar de protección como de sufrimiento. Y las navidades movilizan
muchas emociones y no todas positivas. En Navidad es donde las dinámicas familiares más
disfuncionales se hacen más patentes en un corto período de tiempo.
Para la salud mental, sobrellevar estas fechas no siempre es tan sencillo, debido a múltiples factores externos que pueden afectar la estabilidad de una persona sensible. Sin duda el concepto de familia está muy romantizado.
Se entiende que el vínculo de sangre está por encima de todo. Pero no debemos olvidar que la familia nos viene impuesta, no es elegida, y no todas están igual de bien avenidas, reflexiona la psicóloga Sonia García. La misma afirma que, por eso mismo, diciembre es un mes intenso en las consultas. Es muy frecuente que las personas que acuden a terapia psicológica vengan con un problema relacionado directa o indirectamente con temas familiares.
Decidir ir a consulta por un conflicto familiar en estas
fechas suele tener dos motivos: o bien no sabemos cómo gestionar la Navidad, a
raíz de un conflicto ya existente, o bien acudimos después de un conflicto que
salió a relucir precisamente en estas fechas en años anteriores.
Es recomendable no ‘empacharnos’ de emociones para poder
hacer una buena ‘digestión’ familiar, explica el también psicólogo Enrique
Vázquez. Según el experto, la culpa de las discusiones familiares no solo la
tienen el exceso de alcohol o los temas complicados como la política o la
religión, que también, sino el hecho de que, en Navidad, por algún motivo,
estamos más emotivos, y por ende, más susceptibles. “Hay que saber
dosificar los momentos, las formas y la expresión de las emociones, porque ser
excesivamente natural puede aflorar sentimientos que no siempre van a ser bien
entendidos”, insiste.
En esta idea, coindice también Sonia García. “Una cena o
comida navideña no es el momento de solucionar problemas que se acarrean.
Lanzar indirectas y tirar de ironía tampoco debería ser una opción, porque la
cosa no va a salir bien. La idea principal ha de ser la de pasar un tiempo
cordial y agradable, tratando de aparcar rencillas. Si no es posible hacerlo,
tal vez reunirse no sea una buena idea”.
Los conflictos, como las personas, son diversos, aunque
parece que hay historias que se repiten. “Los casos habituales tienen que
ver con familias desestructuradas y con relaciones difíciles entre padres e
hijos. También encontramos bastantes disputas entre hermanos”, relata Sonia
García. “En cuanto a los motivos del conflicto, parece que la necesidad de
control es uno de los grandes temas, así como dinámicas familiares insanas,
donde se normalizan conductas tóxicas, como rivalidades, celos, mentiras y
venganzas”, cita la psicóloga.
Hay que recordar que el problema no es solo el conflicto en
sí, sino que cada persona tiene una perspectiva del mismo. “Ante una
situación conflictiva, se ponen en juego expectativas diferentes, habilidades
que distan mucho según quienes las tengan, sensaciones y momentos concretos,
que pueden afectar de forma diversa a los integrantes de una relación afectiva”,
argumenta por su parte Enrique Vázquez.
Por tanto, si las emociones están alteradas los encuentros no
son convenientes, mientras no haya, por ambas partes, una predisposición a
buscar un punto de encuentro, pero siempre desde la verdad. Aplicando,
el dos no pelean si uno no quiere, gran parte del éxito del encuentro
dependerá de la actitud, eso es cierto, pero tampoco podemos pensar que la otra
persona nos lo va a poner fácil; porque siempre hay una parte que miente y la otra que pide verdad.
Lo peor es que en estas situaciones de conflictos, la familia
se divide y se posiciona con una de las partes en conflicto, lo que hace que
toda la familia forme parte del problema. Está claro que la mentira y la maldad
lo empañado todo, y si no hay respeto ni comunicación, mejor no se reúnan.
Cuando no hay entendimiento lo mejor es dejar pasar a ver qué
pasa, porque si intentas forzar la situación puede dar como resultado el efecto
contrario, y sería como echar más leña al fuego. Las Navidades no son un paréntesis para los
conflictos familiares, más bien tiende a aumentarlos.
Para ello, la recomendación de Sonia García es “poner
distancia, si no se puede física, al menos temporal”, es decir, “compartir
menos tiempo juntos”. Por ejemplo, muchas veces, al cesar la convivencia
las relaciones familiares mejoran, aunque no siempre se puede acceder a esta
alternativa. “Limitar el contacto telefónico también es una opción a tener
en cuenta”, insiste la experta. Y es que no todas las relaciones sobreviven
a base de pasar mucho tiempo juntos, sino todo lo contrario.
Para afrontar la cena con el mejor ánimo posible, lo mejor es reunirse sólo los familiares que simpaticen, y problema resuelto. Ahora que muchas de las cenas que se celebran cada año están vacías de sentido navideño y de sentido de familia…
Vuelven las cenas… Ojalá triunfe el sentido
Navideño, porque Navidad es paz, sinceridad, concordia, armonía, verdad… Una
cena vacía de valores, se atraganta.
Fotografía: Internet
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