martes, 21 de diciembre de 2021

Cenas vacías


 

Llega diciembre y las reuniones familiares en Navidad se convierten en las protagonistas. Pero la alegría y el deseo de compartir también vienen acompañados de sombras, porque en casi todas las familias hay enfrentamientos y rencillas. Las comidas y cenas Navideñas pueden provocar situaciones incómodas o directamente desagradables para algunos de sus miembros. Aunque Navidad y Año Nuevo son sinónimo de reuniones familiares; sin embargo, no para todas las personas esos encuentros significan felicidad, sino ansiedad, estrés o tristeza.

Las reuniones Navideñas nos todas son positivas, los conflictos familiares no se arreglan con una cena. Una cena de apariencias puede hacer que se enquisten los problemas. Aunque las Navidades son a veces la excusa para reunirse en un afán de perseguir una idea de familia que no siempre se da.

Desafortunadamente no siempre están todos de buenas y el ambiente se tensa, y por mucho que se intente disipar el mal ambiente, los que no están por la labor terminan por estropearlo más. En este caso, toca realizar dos des-idealizaciones. Una sobre el mismo concepto de familia como lugar seguro, y otro la Navidad como período de felicidad e ilusión. La familia puede ser tanto un lugar de protección como de sufrimiento. Y las navidades movilizan muchas emociones y no todas positivas. En Navidad es donde las dinámicas familiares más disfuncionales se hacen más patentes en un corto período de tiempo.

Para la salud mental, sobrellevar estas fechas no siempre es tan sencillo, debido a múltiples factores externos que pueden afectar la estabilidad de una persona sensible. Sin duda el concepto de familia está muy romantizado. 

Se entiende que el vínculo de sangre está por encima de todo. Pero no debemos olvidar que la familia nos viene impuesta, no es elegida, y no todas están igual de bien avenidas, reflexiona la psicóloga Sonia García. La misma afirma que, por eso mismo, diciembre es un mes intenso en las consultas. Es muy frecuente que las personas que acuden a terapia psicológica vengan con un problema relacionado directa o indirectamente con temas familiares.

Decidir ir a consulta por un conflicto familiar en estas fechas suele tener dos motivos: o bien no sabemos cómo gestionar la Navidad, a raíz de un conflicto ya existente, o bien acudimos después de un conflicto que salió a relucir precisamente en estas fechas en años anteriores.

Es recomendable no ‘empacharnos’ de emociones para poder hacer una buena ‘digestión’ familiar, explica el también psicólogo Enrique Vázquez. Según el experto, la culpa de las discusiones familiares no solo la tienen el exceso de alcohol o los temas complicados como la política o la religión, que también, sino el hecho de que, en Navidad, por algún motivo, estamos más emotivos, y por ende, más susceptibles. “Hay que saber dosificar los momentos, las formas y la expresión de las emociones, porque ser excesivamente natural puede aflorar sentimientos que no siempre van a ser bien entendidos”, insiste.

En esta idea, coindice también Sonia García. “Una cena o comida navideña no es el momento de solucionar problemas que se acarrean. Lanzar indirectas y tirar de ironía tampoco debería ser una opción, porque la cosa no va a salir bien. La idea principal ha de ser la de pasar un tiempo cordial y agradable, tratando de aparcar rencillas. Si no es posible hacerlo, tal vez reunirse no sea una buena idea”.

Los conflictos, como las personas, son diversos, aunque parece que hay historias que se repiten. “Los casos habituales tienen que ver con familias desestructuradas y con relaciones difíciles entre padres e hijos. También encontramos bastantes disputas entre hermanos”, relata Sonia García. “En cuanto a los motivos del conflicto, parece que la necesidad de control es uno de los grandes temas, así como dinámicas familiares insanas, donde se normalizan conductas tóxicas, como rivalidades, celos, mentiras y venganzas”, cita la psicóloga.

Hay que recordar que el problema no es solo el conflicto en sí, sino que cada persona tiene una perspectiva del mismo. “Ante una situación conflictiva, se ponen en juego expectativas diferentes, habilidades que distan mucho según quienes las tengan, sensaciones y momentos concretos, que pueden afectar de forma diversa a los integrantes de una relación afectiva”, argumenta por su parte Enrique Vázquez.

Por tanto, si las emociones están alteradas los encuentros no son convenientes, mientras no haya, por ambas partes, una predisposición a buscar un punto de encuentro, pero siempre desde la verdad. Aplicando, el dos no pelean si uno no quiere, gran parte del éxito del encuentro dependerá de la actitud, eso es cierto, pero tampoco podemos pensar que la otra persona nos lo va a poner fácil; porque siempre hay una parte que miente y la otra que pide verdad.

Lo peor es que en estas situaciones de conflictos, la familia se divide y se posiciona con una de las partes en conflicto, lo que hace que toda la familia forme parte del problema. Está claro que la mentira y la maldad lo empañado todo, y si no hay respeto ni comunicación, mejor no se reúnan.

Cuando no hay entendimiento lo mejor es dejar pasar a ver qué pasa, porque si intentas forzar la situación puede dar como resultado el efecto contrario, y sería como echar más leña al fuego.  Las Navidades no son un paréntesis para los conflictos familiares, más bien tiende a aumentarlos.

Para ello, la recomendación de Sonia García es “poner distancia, si no se puede física, al menos temporal”, es decir, “compartir menos tiempo juntos”. Por ejemplo, muchas veces, al cesar la convivencia las relaciones familiares mejoran, aunque no siempre se puede acceder a esta alternativa. “Limitar el contacto telefónico también es una opción a tener en cuenta”, insiste la experta. Y es que no todas las relaciones sobreviven a base de pasar mucho tiempo juntos, sino todo lo contrario.

Para afrontar la cena con el mejor ánimo posible, lo mejor es reunirse sólo los familiares que simpaticen, y problema resuelto. Ahora que muchas de las cenas que se celebran cada año están vacías de sentido navideño y de sentido de familia…

Vuelven las cenas… Ojalá triunfe el sentido Navideño, porque Navidad es paz, sinceridad, concordia, armonía, verdad… Una cena vacía de valores, se atraganta.


Fotografía: Internet


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