Uno de los peores consejos que se le puede dar a una persona es, que no demuestre las emociones y que se muestre incólume e impasible ante cualquier circunstancia, y hay hasta quien dice con algo de acierto, que a las personas que nos hacen daño no debemos darle el gusto de vernos sufrir, y mirarles sonriendo será como una bofetada. Pero, lo que sí debemos tener en cuenta es que, cuando se ocultan las emociones éstas ganan mayor poder y sus efectos dañinos los paga, desafortunadamente nuestro cuerpo físico. Nuestra salud.
Las emociones son energía pura, así que prepárate para
sentirlas en toda su plenitud. Se podría decir que lo que nos diferencia de los
seres inertes son precisamente las emociones.
Tradicionalmente se denomina como psico-matizar las emociones, ocultar las penas y tristezas para guardar la compostura y buenos modales. Pero la verdad es, que hasta un ataque de histeria puede ser beneficioso para tu bienestar y salud. Claro está, tampoco se debe exagerar para pasarte a la otra orilla, donde el descontrol y desorden inunden tu expresión emocional. El estallido emocional administrado puede darte el desahogo que necesitas, evitando que te revientes por dentro y generes una gran explosión dañina, al estilo de olla de presión.
Grandes reinos se han ganado y perdido por perseguir una
emoción y éstas ni cortas ni perezosas nos pueden llevar a sentir las más
grandes pasiones y el mismo éxtasis. Se dice que detrás del mejor desempeño se
encuentra la pasión, pero detrás de la pasión están las emociones empujando. La
motivación requiere de un motivo y este se llama emoción que es capaz de
enloquecerte para que llegues bien lejos en búsqueda de tu destino.
No evites las emociones porque te serán muy útiles y
necesarias, te alertan sobre el peligro, te inspiran en tu arte, te enseñan
sobre ti mismo, te facilitan las relaciones, te motivan, te guían y se
convierten en tu mejor consejero. Si esto no es suficiente para que les reconozcas
su poder, no se quién lo hará. Aunque también las emociones como si de un niño se tratara, te pueden jugar una
mala pasada, tal vez una pilatuna que te pondrá al descubierto en algún momento,
pero con corrección y decisión las pondrás en su lugar rápidamente.
Son más los beneficios que te brindan las emociones que los
malos ratos que pudieras pasar, y al igual que los fieles guardianes se convertirán en tus mejores aliados para protegerte y hacerte sentir pleno de capacidades. Las emociones deben estar a tu lado en todo tiempo y momento, para
brindarte consuelo y permitirte alcanzar las claves de la superación. Recuerda
que el resultado en general de tu energía interior, tus movimientos, pensamientos, sentimientos,
relaciones se encuentran bajo el manto de las
emociones inevitables, que aunque no debemos ocultarlas tampoco debemos dejar que nos dominen. Si quieres que estén de tu lado apoyando, no evites las emociones.
¿Por qué no es bueno reprimir la rabia y tristeza? Porque si no
dejamos aflorar todas nuestras emociones, estas pueden volver de una manera
mucho más intensa e incluso generarnos ansiedad.
La «happy era», tal como se refiere el psicólogo, Buenaventura del Charco a los tiempos que estamos viviendo, parece haber llegado para quedarse. Y las redes sociales podrían haber sido un importante factor para que a día de hoy la tristeza y otros sentimientos reconocidos como «negativos», no sean bien vistos en nuestra sociedad. Digamos que, para aquellos mensajeros promotores de la felicidad, el lema de vida sería: «si la vida te da limones, haz una limonada». Sin embargo, para personas como Buenaventura del Charco, psicólogo sanitario y psicoterapeuta, para el que la vida no está siendo del todo fácil, no sabe qué tipo de limonada hacerse: «Ese tipo de mensajes hacen un flaco favor a la sociedad, que cada vez es menos tolerante con las emociones que conocemos como negativas. En vez de ser compasivos y ayudar a las personas que están pasando por un mal momento, o simplemente dejarles estar mal, conseguimos hacerles sentir culpables por sentirse como se sienten, como si no ser felices fuera culpa de ellos».
Con el término «happy era» el psicólogo intenta hacer ver que
se trata de una negación a la realidad: «Intentar ser felices y estar bien
no consiste en cerrar los ojos a la realidad, sino en hacer frente a lo que no
va bien». Para él, primero hay que mirar el problema para poder entenderlo y
después encontrarle una solución: «Esa idea de centrarse en lo positivo no
deja de ser un componente cobarde en el que cuando tenemos un problema nos
dedicamos a darle la espalda y mirar a otro lado, como si nada ocurriese. Lo
que necesitamos es tratarnos con respeto y hacer frente a las adversidades, la
vida no va de estar montado en un unicornio expulsando arcoíris». Hay que reír cuando hay que reír; llorar cuando hay que llorar; enfadarse cuando hay que enfadarse...
Pero vayamos por partes. Lo primero que hay que entender es
que la evitación emocional (intentar cambiar nuestras emociones «negativas» por
unas que creamos mejores) no son en absoluto un cambio positivo. Para Buenafuente
del Charco, sacarnos las emociones de tristeza o rabia, por ejemplo, e intentar
distraerlas con otras cosas que nos alargaría el proceso e incluso desembocaría en
ansiedad: «Si no dejamos aflorar esas emociones, nos puede generar ansiedad
y estas pueden volver de una manera mucho más intensa, por eso cuando nos
permitimos sentirlas, nuestra emoción se gasta y ese sentimiento desaparece,
como cuando se tiene sueño y se duerme, nuestro cuerpo no necesita seguir
generando sueño porque ya ha descansado».
Por ello, desahogarse y compartir nuestros sentimientos nos hará liberarnos adecuadamente de esas sensaciones negativas que tenemos, porque todas las emociones tienen una función en el ser humano y nada de lo que nos ocurre es «porque sí». Por ejemplo, según explica el psicólogo, «cuando nuestro cuerpo tiene un déficit de nutrientes, genera una emoción que es el hambre y lo que hace es empujarnos a comer. En el momento en que comemos el cuerpo ya no tiene esa sensación porque ha cumplido esa función. Pues cuando tenemos déficit de emociones, ocurre igual».
La vida tiene sus altos y bajos, sus risas y llantos... «Si reprimimos la tristeza, rabia o culpa, no dejarán de
aparecer. Es su forma de decir que hay algo que no cubrimos, y ese estado nos
empuja finalmente a lamernos las heridas y pararnos a descansar o pedir ayuda.
Al ser sensaciones desagradables nos mueven a hacer cosas que no nos gustan
como llorar, lamentar...», cuenta el psicólogo, que anima a que estas emociones afloren
por su propio cauce: «A mis pacientes les intento explicar que cuando
tenemos una pérdida o decepción, el cuerpo genera dos litros de lágrimas que
van a estar ahí hasta que lo llores; la única manera de sacarlo es llorando. Si
esa emoción no sale por su cauce la terminaremos sacando con otra emoción:
enfado, malestar...».
El papel de las redes sociales han abierto una ventana a las relaciones virtuales, tan positivas en muchos aspectos y tan dañinas en otros. Redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram han cambiado la forma de mostrarnos al mundo, pero también lo han hecho YouTube, Pinterest, Snapchat... El llamado postureo se ha asentado en nuestras vidas y a veces dudamos de si estamos en medio de una competición por ver quién aparenta estar más feliz. Buenaventura del Charco lo tiene claro: «Parece que hay que demostrar a todos que estamos bien y felices, y creo que se ha dado un mensaje erróneo sobre la felicidad, entendida por muchos como centrarse única y exclusivamente en lo que funciona. En cambio, esto ha conseguido que muchos finjan y aparenten una vida idílica». Para él se trata de una especie de lealtad hacia uno mismo. Alerta el psicólogo de que tapar y esconder los malos momentos solo nos hace más vulnerables. «La parte que está mal es la que más atención necesita por nuestra parte, y nos dejamos solos en ese dolor porque queremos demostrar a los demás lo felices que estamos. Al final, la felicidad parece que es algo de lo que hay que fardar», concluye el experto en psicología.
Busca tu propio camino para ser feliz y sonríe tan a menudo
como puedas. Acepta la vida como viene y aprende a progresar a partir de lo que
tienes y de los recursos que posees. La felicidad no está en tener más, si no en ser feliz con lo que se tiene. Recuerda que nada ni nadie es imprescindible para vivir, la vida está en ti...
No reprimas tus emociones, déjalas que afloren con
naturalidad, pero aprende a gestionarlas para que no te dominen, porque una
cosa es sentir emociones y otra que esas emociones se apoderen de tu voluntad.
Fotografía: Internet
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