Algunos días nos sentimos como Pablo,
solo queremos
escribir cartas y animar a nuestros hermanos.
Algunos días nos sentimos como Job,
queremos morir y que
termine el dolor.
Algunos días nos sentimos como Jonás,
queremos huir de
nuestras responsabilidades.
Algunos días nos sentimos como Moisés,
tememos no saber qué
decir.
Algunas veces nos sentimos como Josué y Caleb,
listos para la
lucha.
Algunas veces nos sentimos como Jeremías,
solo queremos
expresar lo que sentimos.
A veces nos sentimos como el buen samaritano,
felices por
haber hecho algo bueno a alguien.
Algunas días nos sentimos como Salomón,
queremos ayudar
tomando decisiones.
Algunos días nos sentimos como Daniel,
queremos suplicar
fervorosamente.
Algunas veces tenemos fe como la de Abraham,
para conquistar todo.
Algunas veces preferimos escondernos en cuevas como Elías.
Algunas veces queremos cantar y bailar como David y Miriam.
Algunas veces nos toca llorar como Ana.
Algunas veces nos preguntamos, ¿de dónde vendrá mi ayuda?
No significa que seamos débiles o fuertes,
simplemente somos
humanos con limitaciones.
Como sea que te sientes recuerda,
que Dios y tus hermanos
están contigo y te aman.
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