San Froilán ((Regueiro dos Hortos, Lugo, 832 - León, 904) es
un santo de la Iglesia católica, patrón de la provincia de Lugo y de la
diócesis de León. Siendo muy joven abandona la
casa paterna para vivir como ermitaño en las montañas del Cebrero y el Bierzo. Prelado
asturleonés. Eremita en el monte Curueño, en el año 900 fue consagrado obispo
de León, ciudad de la que es patrón.
De estudiante a ermitaño. San Froilán nace dentro del recinto
amurallado de la ciudad de Lugo. En sus primeros años de
formación recibe una educación profundamente religiosa. Llegado a su mayoría de
edad, San Froilán comienza a desear una vida espiritual, de unión con Dios.
Este deseo de recogimiento y oración se va haciendo más grande hasta que decide
abandonar sus estudios y su casa para llevar una vida de oración y soledad como
ermitaño.
Abandona Lugo y se dirige a las montañas de O Cebreiro y de
El Bierzo. Se dedica fundamentalmente a la oración y al acercamiento a Dios. Es
en esta época cuando le sucede uno de los acontecimientos que definirá la
imagen que tenemos en nuestros días de San Froilán (normalmente se representa
al Santo con la figura de un lobo al lado de su pierna derecha): Estando San
Froilán totalmente absorto en su oración, un lobo hambriento que buscaba
desesperadamente algo de comer se encontró al Santo y a su asno. El lobo atacó
al asno y se lo comió. Cuando el Santo se percató de lo que sucedía miró
fijamente al lobo. Tal fue el cariño y amor de la mirada de San Froilán que el
lobo perdió el miedo al hombre, y desde aquel momento ayudó al Santo.
A pesar del ansia de soledad que tenía el Santo, también
dedica parte de su tiempo a evangelizar por los pueblos de la zona. En palabras
de diácono Juan, “de su boca emanaban las maravillas del Señor”. Su gran
capacidad para que los más humildes entiendan los Evangelios, y la cada vez más
numerosa gente que se reúne para escuchar sus enseñanzas, le hace plantearse la
necesidad de abandonar su vida eremítica y dedicar todo su tiempo a la
evangelización para mayor gloria de Dios.
Para acertar en su decisión, San Froilán decide poner su
destino en manos de Dios. Hará una prueba de fuego en la que el Señor decidirá
cuál es el mejor camino para servirle: como ermitaño o como evangelizador.
Si Dios suspendía las leyes de la naturaleza, San Froilán
abandonaría la vida de ermitaño. El Santo introduce unas ascuas encendidas en
la boca y no sufre daño alguno. San Froilán interpreta este acontecimiento como
una señal divida, debe dedicar su vida a enseñar la palabra del Señor.
Después de tomar la decisión de abandonar la vida
contemplativa, San Froilán viaja por numerosas localidades de Lugo, León,
Zamora, Asturias y Cantabria. En uno de estos viajes, San Froilán se encuentra
con Atilano de Tarazona, él que será San Atilano, figura fundamental en la vida
del Santo. Ambos entablan una gran amistad que perdurará hasta su muerte.
Deciden continuar con la labor evangelizadora tomando como punto de partida el
Monte Cucurrino (hoy conocido como monte Corueño) donde fundan un Monasterio.
En este lugar habitarán y realizarán su labor para mayor gloria de Dios, San
Froilán con la facilidad de palabra que le había dotado el Señor, y San
Atilano, con los vastos conocimientos adquiridos en los años de su formación
como sacerdote. Tal fue la fama que alcanzaron que el número de personas que
iban a escucharle fue en aumento, y se admiraban de las palabras llenas de
humildad y amor a Dios.
Las noticias de la piedad de San Atilano y San Froilán de
extendieron por el reino asturleonés hasta llegar a los oídos del rey Alfonso
III de Asturias. El monarca, maravillado por las historias que sus súbditos le
contaban, decidió llamar a su Corte de Oviedo a los dos amigos a los que tanta
gente iba a escuchar predicar. El diácono Juan describe este hecho del
siguiente modo “su fama y su predicamento se extienden ahora por toda
Hispania y, aunque tarde, llegan también al rey Alfonso (III), que gobernaba en
Oviedo el reino de los godos, apresurándose a enviarle mensajeros para que se
presentase cuanto antes a su presencia”
San Froilán y San Atilano llegaron a Oviedo y se reunieron
con Alfonso III. El rey, asombrado con los dos Santos, les concedió grandes
poderes y se ofreció a pagar la construcción de varios monasterios a orillas
del río Duero de los que San Froilán y San Atilano serían responsables.
En primer lugar, fundaron Monasterio de Tábara, que era
dúplice, alojaba a monjes y monjas, aunque los religiosos no se mezclaban con
las religiosas, haciendo vidas totalmente separadas. San Froilán fue el abad
del monasterio, y Atilano el prior. Poco tiempo después fundan otro Monasterio
en Moreruela de Tábara, aunque esta ubicación únicamente es defendida por
algunos historiadores, otros creen que el monasterio fue levantado en otro
lugar. Según el diácono Juan “Edificó el monasterio de Tábara, donde congregó
seiscientos servidores de Dios, de ambos sexos” y “Después buscó otro sitio
cerca del río Esla, en lugar ameno y alto (amenum et altum), donde construyó
otro monasterio al que llevó y constituyó bajo disciplina regular de otros
doscientos monjes”.
Con la fundación de los monasterios, San Froilán y San
Atilano hicieron una labor fundamental en la reconquista y repoblación de
aquellas tierras que en años anteriores habían estado bajo la ocupación
musulmana.
En el año 900 se produce un nuevo cambio en la vida de San
Froilán. Es en este año cuando fallece el obispo Vicente de León. Ante este
hecho, el rey Alfonso III pide a San Froilán que ocupe el puesto de obispo.
Además, entre las gentes más humildes, las mismas que habían escuchado
fielmente la palabra de San Froilán, se manifiestan durante días para que el
Santo acepte el nuevo puesto como responsable de la Iglesia de León.
En un primer momento, San Froilán que ya cuenta con 68 años,
decide no aceptar el cargo ya que se considera indigno de tal puesto. A pesar
de ser un incansable evangelizador no había llegado a ser ordenado sacerdote, a
diferencia de San Atilano.
San Froilán en su gran humildad dice no sentirse autorizado
para ejercer el cargo de Obispo. Finalmente, ante las reiteradas demandas que
recibe del rey y de todos los estratos de la sociedad, decide aceptar el cargo
de Obispo de León. En ese mismo momento, también se le concede el puesto de
Obispo de Zamora a su compañero San Atilano. Después de ordenar a San Froilán
sacerdote, ambos son investidos Obispos en la ciudad de León, en la iglesia de
Sta. María de Regla el día de Pentecostés, 19 de mayo del 900.
San Froilán solo será Obispo durante 5 años. Fallece en la
ciudad de León en el año 905 después de haber dedicado toda su vida a
evangelizar por las tierras de Lugo, su tierra natal, y Zamora y León, su
tierra adoptiva.
La muerte de San Froilán es un hecho de gran calado entre las
gentes de Lugo y de León. En muchas localidades se empieza a honrar al Obispo
que acababa de morir como si fuese un Santo. No se sabe exactamente la fecha en
la empieza a darle culto a San Froilán en los altares, pero si sabemos que fue
el Papa Urbano II quien le canonizó oficialmente.
Los restos de San Froilán reposarían en el sepulcro que el
propio rey Alfonso III, eternamente agradecido por la labor que el Santo había
desarrollado, le construyo en la Catedral de Santa María y San Cipriano de
León.
San Froilán, Santo y patrón de Lugo y León. Tras su muerte
"en olor de santidad", la devoción por San Froilán no deja de crecer
por las tierras de Lugo, León, Zamora, Asturias y Cantabria. Mientras sus
restos descansaban en la Catedral de León, los habitantes de estas tierras
mantienen en el recuerdo las palabras y obras del Santo.
El cuerpo del Santo reposó en León hasta finales del siglo X.
Es en los últimos años del siglo, ante las continuas incursiones de Almanzor,
los leoneses deciden llevar los restos del Santo a un lugar más seguro, más
alejado de los ejércitos musulmanes. "Quedaron los leoneses amedrentados con
esta guerra: y perdida la esperanza de poder mantener su ciudad si Almanzor
volvía en el año siguiente, comenzaron a poner en seguridad los cuerpos santos,
y de los Reyes. A Oviedo se llevaron entonces las sagradas reliquias del Mártir
San Pelayo, y las de San Froilán se trasladaron, no a los montes de Navarra,
como escriben algunos autores engañados con los vocablos de los Pirineos, y
Valdecésar, de que usan nuestros antiguos, sino a una de las montañas de León,
en que estaba fundado el Monasterio de San Juan de Valdecésar". En este
lugar los restos de San Froilán permanecieron por más de un siglo.
A finales del siglo XI, los restos de San Froilán son
trasladados al Monasterio de Moreruela, en tierras zamoranas. Los monjes
deseaban custodiar el cuerpo de su fundador. Este traslado supone un
enfrentamiento entre los monjes del Monasterio de Moreruela y los habitantes y
representantes eclesiásticos de la ciudad de León. Ambas partes profesaban un
enorme amor por el Santo. Este enfrentamiento propicia la intervención del
Papa, el cual decide repartir las reliquias de manera equitativa entre el
Monasterio y la ciudad de León. La solución satisface a ambas partes y de este
modo, a finales del siglo XII, algunos de los restos de San Froilán regresan de
nuevo a León. Los restos descansan en un arca de plata en el altar mayor de la
catedral leonesa.
En el año 1614, casi 800 años después del nacimiento de Santo en Lugo, el consistorio lucense solicita al Papa “una parte o alguna reliquia del cuerpo del santísimo patrón” San Froilán. Se aprueba esta solicitud y el Monasterio de Moreruela envía unas reliquias del Santo que son conservados actualmente en la Catedral de Lugo en un relicario con forma de brazo.
Tanto la diócesis de Lugo, lugar del nacimiento de San
Froilán, como la diócesis de León, lugar donde desarrolló la mayor parte de su
actividad eclesiástica, se celebra el día 5 de octubre la fiesta de San Froilán
en conmemoración del día de su muerte.
Pues, hoy hace 101 años que nació mi padre y su primer nombre es Froilán. Froilán se llamaba su abuelo materno, aunque no sabía dónde se veneraba al Santo. Pero en tiempos de la guerra civil española estuvo cinco años por la península. Con dieciocho años fue llevado a Tetuán y de sur a norte llegó a Lugo, y en Lugo se llevó una gran alegría al saber que San Froilán era el patrón del lugar, y como allí estuvo un largo tiempo, pudo celebrar y disfrutar de las fiestas de su Santo.
Mi padre me contaba lo bien que se sintió en Lugo, donde hizo amistad con Manuel y su madre, una familia que nunca olvidó y le agradecía el cariño conque lo acogieron y que le ayudaba a soportar la magua de estar cinco años sin ver a sus padres y hermanos, hermanos que iban naciendo y él no conocía...
Papá te echo tanto de menos, también a mamá. Les echo tanto en falta, que si la vida me preguntara que qué quiero: "si irme con mis padres o quedarme con mis hermanos, elegiría irme con mis padres".
"Sí, el amor de una madre es más profundo que el océano, y el amor de un padre es más alto que una montaña". Y aquí estoy yo hoy, con mi corazón lleno del amor de mis padres y mis ojos mirando al cielo, porque mis dos amores allí me esperan...
Fotografía: Internet
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