sábado, 12 de junio de 2021

Beneficios del perdón


 

Pedir perdón no es humillarse, es reconocer que fallamos y queremos cambiar. Se insiste en que hay que saber perdonar, pero también hay que saber no ofender ni lastimar.

Debemos tener en cuenta, que pedir perdón y perdonar supone mucho más que una simple palabra, implica comprenderse profundamente a uno mismo y a nuestros semejantes, permitiéndonos entender la razón de por qué lo hacemos. No solo es pedir perdón, es saber por qué lo pides, y demostrar que en verdad estás arrepentido. No es suficiente con pedir perdón, hay que cambiar la actitud y tomar la decisión de que no volverá a suceder.

¿Sabes que el perdón es bueno para la salud mental a largo plazo? Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard y dirigido por Katelyn Long, el perdón tiene un efecto muy positivo en la salud mental a largo plazo. Los autores mencionan que abordar nuestros rencores y dejar atrás el resentimiento nos permite ser mentalmente más saludables y más felices. Estos resultados confirman las conclusiones a las que han llegado una infinidad de estudios similares. La tolerancia, el perdón y la empatía son factores que contribuyen a mejorar el bienestar emocional y mental.

Entre los mejores hábitos que podemos tener en nuestra vida, está el de saber perdonar.

El perdón es bueno para la psique. Los científicos analizaron los datos de un estudio a gran escala realizado con 54.703 enfermeras, a las que se les hicieron varias preguntas sobre sus comportamientos cotidianos y su salud.  Una de ellas era señalar con qué frecuencia habían perdonado a otras personas por motivos religiosos o espirituales. Esto, se comparó con las respuestas que dieron sobre su bienestar.

Los resultados mostraron que las personas que solían perdonar se sentían más felices y tenían una mejor salud mental. Las personas que mencionaron no poder perdonar mostraron síntomas de depresión, de ansiedad y niveles bajos de satisfacción con su vida.

Otra de las conclusiones a las que llegaron los científicos fue que a las personas mentalmente más estables les resulta más fácil perdonar que quienes sufren de problemas emocionales o mentales. Sin embargo, los autores afirman que el perdón tiene un efecto positivo en la psique, y no al revés.

El psicólogo Mathias Allemand, de la Universidad de Zurich, quien no participó del estudio, mencionó que las preguntas iban dirigidas hacia el perdón por motivos religiosos o espirituales. Por ese motivo, no queda claro el papel que juega el perdón por sí mismo y además, perdonar por motivos religiosos no supone hacer una autorreflexión.

Dicho estudio se basó en la Teoría de la Selectividad Socioemocional. La hipótesis es que, con el envejecimiento las personas se sienten motivadas a mejorar su experiencia emocional y analizar el significado de sus vivencias. Los adultos mayores son más selectivos en general, ya sea con las situaciones, así como con sus relaciones.

Esta es también acorde a la paradoja del bienestar en la vejez. Mientras que la vida suele tener eventos más negativos (enfermedades, fallecimiento de familiares y amigos, etc.), con la vejez, los niveles de bienestar se mantienen o aumentan, pero no decaen.

El estudio de Allemand mostró que los adultos mayores están más dispuestos a perdonar que los adultos más jóvenes. La proximidad social no jugó un papel relevante en el acto de perdonar de los mayores, mientras que los más jóvenes tenían más facilidad para perdonar a sus amigos.

El perdonar es un privilegio de los más valientes… Existe las escalas FOO y FOS para medir el perdón. La importancia que tiene el perdón para la salud mental se desprende de la gran bibliografía existente. Los psicólogos incluso han desarrollado escalas para medir el perdón hacia uno mismo y hacia los demás.

La escala FOO (Forgiveness of Self) mide el perdón hacia uno mismo, mientras que la escala FOS (Forgiveness of Others) determina el grado de perdón hacia los demás. Estas escalas se utilizan para muestrear los trastornos de la personalidad.

Los estudios muestran que los déficits, tanto en FOO como en FOS, se relacionan con una mayor psicopatología, como baja autoestima, depresión y trastornos de ansiedad. Incluso, es posible que un individuo pueda perdonar a los demás con facilidad (fuerte en FOO), pero le sea muy difícil perdonarse a sí mismo (débil en FOS), lo cual genera una gran carga emocional negativa, e infelicidad.

El perdón a sí mismo, versus amor propio, es otro de los temas a los cuales los psicólogos le otorgan una alta relevancia para el bienestar mental, pero mencionan la necesidad de diferenciarlo del perdón intrapersonal, lo que podría llamarse amor hacia uno mismo, de la misma forma, el perdón hacia los demás es una forma de amor propio. Las personas que perdonan, no solamente reducen sus respuestas negativas porque son malas para otros, sino que se procura de un mayor cuidado hacia sus experiencias personales.

Piénsalo antes de actuar, el perdón no lo cura todo. Y una cosa es perdonar y otra recuperar la confianza en quién te hirió.

Hay acciones que dejan una huella imborrable. Cuando alguien te trata como si no fuera una persona que siente y padece, eso es imposible de olvidar. La infidelidad es lo más difícil de perdonar. Un estudio sobre el perdón ante la transgresión, mostró que las personas empáticas que suelen perdonar se muestran más motivadas para reaccionar con comportamientos muy positivos. Pero la dificultad radica en el objeto de perdón. Hay algunas transgresiones que a las personas les cuesta olvidar.

No porque exista el perdón la gente tiene derecho a dañar las veces que quiera. Perdonar no es olvidar, pero ayuda a dejar ir el dolor.

Ojo, que hay una diferencia importante entre olvidar y sanar. El olvido tiene que ver con la inconsciencia, mientras que la sanación, con la aceptación.

Perdonar es un reto, pero hay personas tan generosas que lo perdonan todo, y ni siquiera necesitan que le pidan perdón para perdonar, aunque sí necesitan una explicación. Cuando alguien te traiciona, te insulta, te agrede física o emocionalmente, te ataca de algún modo, tu reacción natural es desdeñar a quién lo hizo y albergar un sentimiento confuso pero potente de frustración, dolor, ira, resentimiento e incluso venganza.

A pesar de ser ésta una respuesta lógica y natural en el ser humano suele traer consigo diversos inconvenientes emocionales y de salud. Las ventajas del perdón han sido reveladas por la ciencia en diversas investigaciones, aunque las diferentes corrientes religiosas ya han predicado su práctica durante la extensa historia de la humanidad.

Mientras que desde el ámbito religioso se sostiene que perdonar enriquece el alma y te acerca a Dios, pero los beneficios de perdonar que desde hace algún tiempo viene reclamando también la atención científica, van mucho más allá de lo estrictamente espiritual.

Perdonar es un componente relativamente nuevo en la psicoterapia, que comenzó a incorporarse de manera paulatina en los años 70, pero no fue hasta la década de los 90 cuando se empezó a considerar como una herramienta terapéutica de efectos observables sobre la salud física y mental.

En el ámbito clínico se han propuesto distintas intervenciones diseñadas para estimular el perdón, que en general tienden a centrarse en la vivencia del daño percibido y en la expresión adecuada de reacciones conductuales, pensamientos y sentimientos.

Básicamente el perdón es una decisión de dejar de lado el resentimiento y los pensamientos de venganza. Y aunque a menudo consideramos que perdonar puede despejar el camino para que el otro individuo continúe con sus ofensas y humillaciones, es un acto crucial para librarnos de la rabia y el dolor que se apodera de nuestra emocionalidad en esas situaciones extremas.

Debemos tener en cuenta, que perdonar supone mucho más que una simple palabra, implica comprenderse profundamente a uno mismo y a nuestros semejantes, permitiéndonos entender la razón de por qué lo hacemos.

No es aceptar lo inaceptable, ni asumir maltratos, infidelidades, abusos, agresiones, etc. Tampoco significa hacer creer que no ha pasado nada, porque se estaría obviando la realidad y, por ende, se acumularían resentimientos o recelos.

Asimismo, no es tratar de olvidar lo sucedido, aunque exige aprender de estas experiencias negativas. En resumen, perdonar nos hace mejores. El no perdonar nos vuelve más intolerantes con nosotros mismos y con nuestros semejantes. De manera que reconocer una equivocación, ajena o propia, así como entenderla y perdonarla, implica una nueva oportunidad de continuar nuestras vidas sin cargas negativas, rompiendo el vínculo con las malas experiencias del pasado y sin arrastrar ningún resentimiento o rencor.

El valor del perdón radica por tanto en su poder de influencia sobre nuestro entorno y sobre nosotros mismos. Nos permite ser más generosos, más realistas, más tolerantes y más felices. Nos ubica a nosotros y a los que nos rodean, en un nuevo punto de partida desde el que se puede comenzar otra vez sin arrastrar vivencias negativas que ocurrieron en el pasado.

El perdón tiene el poder de liberarnos, tanto a quien perdona como a la persona que es perdonada. Además, sella la incomprensión y las malas situaciones pasadas, impulsándonos a enfocarnos en el presente y en nuestro futuro.

Perdonar es una oportunidad de entender que no somos perfectos, que es natural cometer errores y que cada individuo es un mundo que alberga sentimientos diferentes. Pero lo ideal sería que nadie fuera por la vida dañando al semejante. Pero, si haces daño has de reconocer tus errores.


Fotografía: Internet

 

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